Conforme iban avanzando las horas de aquella jornada del 2 de abril de 1982, el mundo fue testigo de la evolución de las consecuencias de una tensión diplomática que se venía arrastrando en las ultimas jornadas y que acabaría enfrenando en una guerra no declarada al Reino Unido y a la República Argentina.
En los días posteriores y meses después de finalizado el conflicto fueron saliendo a la luz detalles de las horas previas y posteriores a la madrugada de aquel 2 de abril, en que, en la denominada
Operación ROSARIO, la Armada argentina y su Infantería de Marina llevarían a término una incursión anfibia sobre la península de Camber, desde Puerto Enriqueta y Puerto Groussac, con la intención de tomar, entre otros objetivos militares, el aeropuerto de la capital y la casa del gobernador. Una vez alcanzados y en las horas posteriores, comenzarían el repliegue ordenado para volver a embarcar, ocupando su lugar las unidades del Ejército que comenzaban a llegar por vía aérea formando parte de otro dispositivo
.
La primera participación oficial de un submarino en aquella guerra no declarada fue para facilitar el desembarco de la fuerza principal. Desde el submarino Santa Fe, una agrupación de 10 buzos tácticos, al mando de su jefe, el capitán de corbeta Alfredo Cufré, tenía orden de ser infiltrada en las inmediaciones de Cape Pembroke, playa yorke Oeste, con la intención de balizar los puntos de llegada del resto de la Fuerza. Un cambio a última hora sobre el objetivo y una serie de problemas surgidos en el viejo submarino estuvieron a punto de poner en peligro la vida de todos los hombres aquella madrugada. Los británicos, a final de mes, también tendrían su equivalente con un submarino en la Operación PARAQUET, en la que el reconocimiento de la costa y la utilización de tropas especiales fueron determinantes para rendir la guarnición de las Georgias.
Si aquella maniobra del 2 de abril sorprendió a muchos, a unos cuantos no. En las horas previas al desembarco el Reino Unido fue consciente de la realidad que se le venia encima, como lo demuestran los cruces de mensajes entre las islas y la metrópoli alertando de la situación .
Ante esta realidad, no es extraño pensar que los propios británicos, y otros, tomasen algún tipo de medida adelantándose a los acontecimientos, como apuntan algunos sucesos no esclarecidos aún. En una situación similar, años atrás, tomaron esas medidas en la Operación JOURNE y MAN.
Desde la salida de la flota argentina de puerto el día 28 de marzo, la Embajada británica en Buenos Aires no descansó ni un momento. En la madrugada del 2 de abril, concretamente a las 04:14 Z, y cuando en el ARA Santa Fe se daban las últimas órdenes, las comunicaciones con el Ministerio de Defensa británico eran más intensas que nunca. Se pasaba un mensaje del agregado naval informando, por un comentario de un misterioso ciudadano estadounidense, de la presencia en aguas próximas a Malvinas de uno o más submarinos soviéticos y de tres argentinos. Hoy, 32 años después, sabemos que de todos aquellos que se anunciaron solo había oficialmente uno. Esta información fue llegando y de alguna manera confirmándose por otros medios. Incluso llegó a filtrarse a la opinión pública, como lo demuestra la edición del The New York Times del 14 de abril citando por fuentes de la OTAN la presencia de dos submarinos soviéticos Echo II en las inmediaciones de Malvinas. Para mediados de abril, dichos rumores se habrían de extender al comprobar, por algunos medios más, que algo había bajo el mar.
En la capital de Francia, ese mismo 14 de abril, el agregado naval británico comunicaba, por una filtración desde la Embajada argentina, que había cuatro submarinos soviéticos operando próximos a Malvinas.
Para entonces los primeros submarinos británicos ya estaban en la zona, y el HMS Spartan sería testigo de cómo se minaban los accesos a Puerto Argentino; en las últimas horas del día 16 abandonaría de nuevo la base de submarinos de Mar del Plata el ARA Santa Fe en la que sería su última misión de guerra: transportar el equipo Golf para reforzar el destacamento de Grytviken.
El día 17 de abril llegó la primera señal de alerta a las unidades navales argentinas que se encontraban en la mar ejercitándose desde hacía tres días.
Ese día se había programado el vuelo de un Tracker del Comando de Aviacion Naval (COAN) con la misión de volar a lo largo de la costa argentina, que salió a las 08:00 Z desde la Base Comandante Espora para aterrizar a las 16:00 Z en Río Grande, con la intención de ejercitarse con las diversas unidades navales ubicadas ya a lo largo del mar argentino. En un momento determinado del vuelo, el radarista informó de la aparición repentina de un pequeño eco a 60 millas de su posición. Tras enfilar el blanco, este se desvaneció conforme el avión iba alcanzando el punto del datum.
Al llegar a la vertical, se procedió al lanzamiento de una sonoboya y el sonarista advirtió por unos instantes la presencia de una «turbina de alta velocidad». Para entonces el ARA San Luis, que había iniciado su primera patrulla de guerra el día 11 de abril, había llegado a la zona de patrulla Enriqueta, situada a 100 millas al norte de la zona de exclusión británica.
La noche siguiente, la del 18 de abril, siguieron los avisos. El ARA Bouchard, sobre las 21:30 Z, obtendría un contacto sónar que no lograría establecer de nuevo. Para entender lo que pasó y se dijo en aquellos días, hay que remontarse a un documento de la CIA desclasificado bastante tiempo después de aquellos sucesos y fechado el 17 de abril de 1982
«White house situation room 171715Z APR 82 (top secret codeword.).
1. A group of four Argentine warships was noted to be about 70 miles
south east of their base port of PuertoBelgrano on the evening of 16 april; they
were possibly involved in gunnery firing and tactical exercises. We belive
another group of ships which probably includes the aircraft carrier, is at sea.
We do not know its position…»
(1) Uno de estos mensajes, el incidente con el pesquero polaco Mielmo, sirvió de alerta para dar por hecho el desembarco.
Tal vez sean datos muy concretos y precisos sobre las actividades para haberlos obtenido de un satélite. ya con los primeros submarinos británicos en la zona se les asignaron las misiones iniciales para ubicar a la flota argentina. El 23 de abril, el HMS Splendid tendría su primer contacto con el ARA 25 de Mayo a pocas millas de la costa y próximo a su base de Puerto Belgrano. Las ROE (Reglas de Enfrentamiento) impedían atacarlo y el comandante del sumergible recibió órdenes en ese sentido tras solicitar el ataque, lo que le llevó, por orden superior, a romper el contacto
.
Tres días después, a la altura de Comodoro Rivadavia, se encontraría con los ARA Santísima Trinidad y Hércules, acompañados de las tres corbetas en servicio en la Armada Argentina. Nuevas órdenes molestaron al comandante cuando, tras 24 horas, se le ordenó suspender este seguimiento y volver al Norte para ubicar de nuevo al ARA 25 de Mayo, pues consideraba que la formación argentina le llevaría hasta él sin necesidad de tener que buscarlo en el amplio mar. En esos días, el Gabinete de Guerra británico analizó la amenaza del portaaviones, lo que condujo a la implantación de una zona de exclusión total, a la ubicación de los submarinos en zonas y a modificar las ROE para permitir el ataque al portaaviones fuera de la zona de exclusión bajo ciertas circunstancias.
En aquellos días de abril, no solo las aguas próximas al continente llamaron la atención de las fuerzas argentinas, sino que el mar de Malvinas fue zona también de detección submarina. Dos días antes de la llegada de los primeros submarinos británicos, el 10 de abril, la corbeta ARA Granville viviría un incidente con un supuesto submarino a la salida de Puerto Argentino.
Desde el puente aéreo, llegando a Malvinas, los aviones de la Fuerza Aérea alertaron de algunos ecos radar y destellos luminosos, blancos e intensos, procedentes de las entrañas del mar. Señales que desaparecían cuando se investigaban y que dejaron de observarse cuando los aviones, a partir del 1 de mayo, pasaron a no poder volar en condiciones normales. Señales que hoy se sabe no correspondían a las posiciones de los submarinos británicos.
La guerra submarina
Ya en mayo las actividades tomaron un nuevo cariz hasta los diez primeros días del mes, lo que apunta a que algo sucedió y que fue determinante para que estas actividades cesasen, o por lo menos se diesen en lugares remotos y ajenos. Durante este mes queda patente el defectuoso estado de operatividad de los submarinos británicos; todos ellos sufrieron en un momento determinado algún tipo de problema. Citando los más graves, el del HMS Onyx y su colisión a principios de junio, y el HMS Splendid, que lo obligó a retirarse a
reparar y que acabó siendo reemplazado por otro submarino, no llegando a ver el final de la guerra.
Otras averías supusieron graves problemas de seguridad para el buque y su dotación. El HMS Splendid hizo superficie cuando empezaron los problemas dentro del radio de acción de la aviación argentina, en plena persecución al ARA 25 de Mayo; y el HMS Conqueror lo hizo un día antes cerca de la posición donde fue hundido el crucero ARA Belgrano (2). Precisamente la no recepción de comunicaciones en el HMS Splendid salvaría de nuevo al ARA 25 de Mayo el primero de mayo.
De las acciones de combate podemos destacar como la más exitosa el hundimiento del ARA Belgrano por el HMS Conqueror, submarino que llegó a ser detectado posteriormente en la zona del hundimiento, el día 4, por un Neptune. Solo dos veces vivió esta experiencia; la segunda ocurrió el 7 de mayo al NW de Malvinas y le obligó a quitar las seguridades del reactor, cuando un C-130 argentino se topó con uno de sus apéndices La segunda acción en importancia, sin duda, aunque no guardó un orden cronológico, fue el ataque y neutralización del ARA Santa Fe en la Georgias, convirtiéndose en la primera baja de la Armada Argentina.
(2) Este submarino hizo en las Georgias, sin contar los motivos operacionales, más de tres salidas a superficie por problemas. Algo anormal en un sumergible preparado para permanecer meses bajo el agua sin ser detectado.
Un primer enfrentamiento entre un submarino y unidades de superficie con apoyo aéreo se produjo también el 1 de mayo, cuando el ARA San Luis es atacado por las HMS Brillant y Yarmouth, apoyadas por tres Sea King del HMS Hermes. Tras un intento fallido del submarino por alcanzar un blanco, y dos intentos de huida, permanecería en el fondo hasta el día siguiente bajo la presión de ataques esporádicos con cargas, hasta que desistieron en darle caza. Cinco días después se producirá un segundo ataque, de origen desconocido, contra el submarino argentino que realizó maniobras evasivas ante un supuesto torpedo y que fue contestado sin éxito. Tres días después, en la entrada norte del estrecho de San Carlos, atacará sin llegar a ser detectado a la HMS Alacrity y a la HMS Arrow que salían del estrecho, otra vez sin éxito. Los diversos fallos y problemas ponen fin a esta primera patrulla frustrante del submarino.