EE.UU. pretende que todos los sistemas de defensa de sus aliados queden bajo el control de sus satélites. Los estadounidenses destinan 55 centavos de cada dólar de impuestos federales en financiar al Pentágono, que controla 800 bases militares y continúa instalando su escudo antimisiles por todo el mundo.
Interoperabilidad' ha sido el término asignado por EE.UU. para describir el proceso diseñado para que todos sus aliados cuenten con sistemas militares controlados por el Mando Espacial de EE.UU., advierte un artículo del centro canadiense de investigación especializada Global Research. Según su autor, esto se traduciría en un control total por parte de EE.UU. de los satélites y estaciones militares terrestres de sus aliados, lo que permitiría a Washington tener en el punto de mira a cualquier objetivo en la superficie de la Tierra.
Bruce K. Gagnon, autor de la publicación y actual coordinador de una organización global contra las armas y el poder nuclear espacial, considera muy peligroso el deseo del Pentágono de "controlar y dominar el espacio, y negar a otras naciones el derecho para su utilización". La teoría del 'excepcionalismo estadounidense', según el autor, se está extendiendo también hacia el espacio exterior. Para ello, EE.UU. necesita ampliar su dominio atrayendo países con economías crecientes —como la India— y disolver alianzas estratégicas que no favorezcan a sus intereses
El proyecto para la construcción de un sistema de defensa antiaéreo global está tomando cada vez más fuerza, especialmente, según Gagnon, en las regiones que rodean a Rusia y China. Tras el colapso de la Unión Soviética, la promesa hecha por EE.UU. de no ampliar las fronteras de la OTAN hacia el este se rompió totalmente después de la instalación del sistema en países como Letonia, Lituania y Estonia, en la misma frontera con Rusia. Además de esto, el gobierno estadounidense lleva invertidos desde 2014 más de 5.000 millones de dólares en Ucrania, donde incluso ha establecido bases militares —en la actualidad tienen operativas más de 800 en todo el mundo
Según el artículo, el presidente Obama reubicó cerca del 60 % de las fuerzas militares estadounidenses hacia la región de Asia-Pacífico, en un proceso definido como un "reequilibrio" de fuerzas. Así, la instalación de bases militares estadounidenses en países como Corea del Sur, Japón o Taiwán está diseñada para protegerles contra un supuesto ataque nuclear norcoreano. Según Gagnon, en realidad se trata de una táctica para controlar y dominar a China y Rusia. La creación de escudos antimisiles espaciales tanto dentro como fuera de EE.UU. así lo confirman.
Preparándose para la guerra
Según el autor, el Comando Espacial de EE.UU. ejecuta cada año juegos de guerra por computadora que recrean un eventual ataque nuclear estadounidense a Rusia y China. Si bien es cierto que estos países cuentan con capacidad para responder a un ataque de esta magnitud, el autor resalta el hecho de que el Pentágono considere viable el ataque si es iniciado por EE.UU. Según el autor, esto convierte al sistema estadounidense de misiles en un arma desestabilizadora y muy peligrosa para la paz mundial
Gagnon destaca que cerca de 55 centavos de cada dólar pagado por los estadounidenses en impuestos federales se destina al Pentágono. Esto lleva al país hacia una "cultura para la guerra", según el autor, y a una "economía adicta a la producción militar".
"Una nación paranoica", que vive bajo el miedo constante de que "los musulmanes" ataquen su país por lo que necesitan inyectar más recursos en su máquina militar. "Washington considera que el papel de EE.UU. en el mundo es 'exportar seguridad', pero cuando el principal producto de exportación de tu país son armas, ¿qué tipo de mercado global se puede esperar de él?", se pregunta el autor.