El E-6 Mercury de la Marina de Guerra de EEUU parece inofensivo. Pero no hay dejarse engañar por las apariencias. Aunque no lleva armas propias, puede ser considerado como el avión más mortífero del Pentágono, puesto que su misión es ordenar el lanzamiento de misiles nucleares, señala Sebastien Roblin.
El siniestro propósito del E-6A es mantener el vínculo de comunicación entre las autoridades del Comando Nacional (especialmente, el presidente) y las fuerzas nucleares estadounidenses, incluso si los centros de comando terrestres son destruidos por un primer ataque enemigo.
“Es decir, se puede cortar la cabeza de las fuerzas nucleares de EEUU, pero el cuerpo permanecerá activo gracias a estos aviones del día del juicio final”, dice Roblin.
La misión básica del E-6A es conocida como ‘Take Charge and Move Out’ (TACAMO). El primero de los 16 aviones E-6 entró en servicio entre 1989 y 1992.
Equipado con 31 antenas de comunicación, el E-6A fue originalmente encargado únicamente para comunicarse con los submarinos de la Flota de EEUU.
Entre 1997 y 2006, el Pentágono modernizó toda la flota de los E-6A. Las capacidades del nuevo Mercury —E-6B— se ampliaron y le permitieron servir de un puesto de mando nuclear aerotransportado.
El sistema de control de lanzamiento de misiles del E-6B tiene radios de frecuencia ultra alta —UHF, por sus siglas en inglés— que le permiten lanzar de forma remota misiles balísticos terrestres desde sus silos subterráneos.
Asimismo, el equipo de comunicaciones del Mercury le permite realizar operaciones no nucleares de Comando, Control y Comunicaciones.
Dos escuadrones de reconocimiento aéreo de la Flota de EEUU disponen actualmente del E-6. Al menos uno se mantiene en el aire en todo momento. Durante la misión de comunicación submarina, los E-6 a menudo vuelan en círculos sobre el océano a la velocidad más baja posible durante diez horas seguidas. Aquellos que realizan la misión de mando nuclear normalmente permanecen en alerta cerca de una base de la Fuerza Aérea de EEUU.
La plataforma del E-6 permanecerá en servicio hasta el 2040 gracias a un programa de extensión de la vida útil y continuos ajustes de sus sistemas y radios.
“Mientras que el Mercury ha demostrado su utilidad como centro de comunicación aerotransportado para apoyar a las tropas terrestres, el puesto de mando nuclear será considerado un éxito si nunca tiene que ejecutar su misión principal”, observa el autor
Según Roblin, “el corazón de la disuasión nuclear es convencer a los adversarios potenciales de que ningún primer ataque podrá evitar una respuesta devastadora”.