En los últimos días se ha sabido que la NASA retrasará el primer vuelo de su gigantesco cohete a 2019 mientras se acumulan errores y retrasos que paga el contribuyente
Se llama Space Launch System y tiene ante sí un reto monumental: convertirse en el lanzador que mande al espacio a las primera tripulación que pise el suelo marciano. Esa, sobre el papel, es la idea que la NASA tiene entre manos aunque la realidad parece otra: para cuando la agencia vuele a un astronauta a bordo del SLS, entre 2021 y 2023, el cohete habrá acumulado un estipendio de 23.000 millones de dólares. ¿El problema? La creciente competencia del sector privado (personificada en SpaceX y la ULA) amenaza con dejar en Tierra al vehículo más potente jamás contruido desde el lejano Saturno V.
Después de estudiar la posibilidad de enviar una tripulación a la Luna en 2019, la NASA anunció a finales de la pasada semana que la misión EM-1 se iba a mantener tal y como se había planificado en un primer momento: un vuelo de prueba del cohete SLS, junto a la nave Orion, que viajaría hasta los alrededores de la Luna donde pasará cerca de seis antes de regresar a la Tierra. La duración total de la misión se estima en tres semanas.
La NASA citó los elevados costes para justificar que no hubiera humanos a bordo de un vuelo que conmemoraría los 50 años del alunizaje del Apolo 11. El gasto que supondría adaptar el cohete y la nave para que tuvieran las medidas de seguridad necesarias para transportar humanos es demasiado elevado como para llevar a cabo semejante operación. Pero tras la decisión se esconden otros hechos que señalan los problemas, retrasos y sobrecostes que está sufriendo el programa.
Dos operarios efectuan tareas de soldadura en uno de los tanques del SLS. (NASA)
El mayor de todos ellos, ahora mismo, es el gigantesco tanque de hidrógeno cuya soldadura está casuando tantos problemas que ha llevado a la agencia a plantearse la necesidad de utilizar piezas y materiales reservados para la siguiente misión (EM-2, esta sí con humanos, y prevista entre 2021 y 2023) en el vuelo inaugural. Esta medida obligaría a utilizar el vehículo de la EM-3 (sin fecha fija, aunque alrededor de 2024) en la EM-2 y descartar, casi con seguridad, el primer vehículo que todavía hoy se está construyendo. ¿El resultado? Más de mil millones de dólares, el precio estimado de cada uno de estos lanzadores, a la basura
So ... if we are not using EM-1 vehicle for flight. This was a $1-2 billion accident? Serious question. https://t.co/vzbVwRbDUv— Eric Berger (@SciGuySpace) 15 de mayo de 2017
Los números relacionados con el SLS hablan de la magnitud del proyecto y de los sobrecostes habituales asociados a cualquier proyecto de la NASA. Pero las noticias de continuos retrasos han provocado la aparición de un nuevo rumor en los círculos habituales de la industria espacial estadounidense: la agencia se plantea pedir a la ULA un nuevo Delta IV Heavy para lanzar la segunda cápsula Orion, movimiento que ya ejecutó a finales de 2014 en el vuelo inaugural de la nueva nave.
Los problemas en las soldaduras de los enormes tanques del lanzador no son los únicos —"nadie está soldando materiales del grosor de los que tenemos entre manos", se ha justificado Bill Gerstenmaier, responsable de exploración humana de la agencia"—. Hay problemas con el 'software' que controlará el vehículo e incluso la cúpula del tanque que contendría el oxígeno líquido se cayó el pasado día 10 y sus daños sin irreparables. Tantas incidencias han llevado a pensar que el destino del cohete está maldito y que quedará como una opción para lanzar sondas no tripuladas a puntos distantes del sistema solar pero que jamás se utilizará para enviar a humanos al espacio
La escala de los componentes del SLS habla de la complejidad del proyecto. En la imagen, el tanque de hidrógeno líquido para la misión EM-1. (NASA)
No tendría mucho sentido que no llevará humanos a bordo", opina Raúl Torres, CEO de PLD Space, empresa española que está desarrollando su propio lanzador para vuelos suborbitales y para la baja órbita terrestre. "Es normal que se haya decidido no llevar humanos en el primer vuelo porque es el que más riesgo tiene. Es la primera vez en la que se prueban todos los componentes en vuelo. Con el Saturno V, que se podría considerar su antecesor, no se voló con una tripulación hasta el tercer vuelo".
Los sobresaltos que está teniendo el SLS y la creciente pujanza de la industria privada suponen un peligro para el futuro del lanzador. El Delta IV Heavy, que con nueve lanzamientos ha demostrado su fiabilidad en el pasado, es una opción para llevar la cápsula Orion al espacio en sus primeras misiones mientras que el Falcon Heavy, que todavía no ha volado, se erige en otra alternativa. Con esos 23.000 millones que costará el programa hasta 2023 se estima que la agencia podría comprar cerca de 170 Falcon Heavy, tomando como ejemplo los 135 millones que SpaceX dice que cuesta cada uno de estos vehículos.
Con el dinero que costará el SLS hasta 2023 la NASA podría adquirir cerca de 170 Falcon Heavy, el lanzador pesado en el que trabaja SpaceX
El problema al que se enfrentan estos dos vehículos, comparados con el SLS, es la capacidad de carga: el cohete de la NASA está diseñado para transportar hasta 130 toneladas mientras que el vehículo de SpaceX podría llevar la mitad y el de la ULA 'sólo' un tercio. Si pretende llegar a Marte y cumplir con la hoja de ruta expuesta, la NASA necesita un medio de transporte que le permita transportar al espacio tanto astronautas como los módulos del hábitat espacial pensados para llegar al planeta rojo. "De las tres opciones, el Delta es el más fiable", admite Torres.
¿Qué alternativas tiene la NASA? El primer problema al que debería hacer frente es la ausencia de liderazgo. Desde la llegada al poder de Donald Trump, el pasado 20 de enero, la agencia no conoce el nombre del administrador encargado de tomar las riendas de la nave. Ese desinterés está en la línea seguida por los últimos presidentes (los bandazos entre los planes de Bush hijo y Obama son el mejor ejemplo) y que contrasta con el empuje que la agencia tuvo en el pasado. "Al final, es la administración la que no ha hecho nada bien encauzado casi desde los tiempos del transbordador", lamenta Torres.
Los motores de combustible sólido, una versión mejorada de los que utilizaba el transbordador espacial, también estarán presentes en el SLS. (Reuters)
La NASA pide calma, tiempo y paciencia para desarrollar un proyecto cuyo resultado se verá a lo largo de las próximas décadas. "Estamos construyendo una infraestructura que nos permitirá llevar a los humanos a diferentes puntos del Sistema Solar", ha explicado Gerstenmaier. Aunque los problemas a los que recientemente se está enfrentando el proyecto le llevan a parecerse cada vez más al extinto Ares 1-X, cuyo único vuelo se produjo cuando el programa ya se había cancelado.
Cancelar el SLS sería una decisión muy impopular en algunos estados (el proyecto se lleva a cabo en diferentes centros de la NASA a lo largo del país dando empleo a miles de personas). Pero el creciente peso de la iniciativa privada va a colocar a la NASA en una delicada situación en los próximos meses. Si SpaceX es capaz de cumplir con sus planes de enviar dos humanos a orbitar la Luna antes de que el SLS ponga a un astronauta en órbita el dilema será mayúsculo. ¿El ridículo? Enorme.