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viernes, 30 de septiembre de 2016

Los nuevos y letales submarinos rusos Yasen que amenazan a EEUU

Se calcula que la primera unidad ha costado 1.500 millones de dólares. ¿Su problema? Están condenados a convertirse en piezas artesanales por su precio y escasa producción


Sobre el dominio del Atlántico norte fue un factor clave para la victoria de la alianza entre Estados Unidos, Reino Unido y Francia tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, y hubiese sido igualmente vital de haber estallado una tercera en los tiempos de la Guerra Fría. La posibilidad de enviar tropas y equipo desde Norteamérica a Europa sería también fundamental en caso de un (potencial, esperemos que imaginario) enfrentamiento entre Occidente y Rusia.

La Unión Soviética dedicó inversión y esfuerzo a desarrollar diversos sistemas de armas para amenazar esta vital línea de comunicaciones, entre ellos los bombarderos Tu-22M Backfire y submarinos lanzamisiles antibuque como los Clase Óscar. Precisamente para reemplazar a los Óscar I y II, se diseñó la nueva Clase Yasen de submarinos de misiles guiados, cuyo primer ejemplar (el Severodvinsk) acaba de entrar en servicio con la marina rusa. Y tiene preocupados a los almirantes estadounidenses por sus características y potencial.



Oficialmente conocido como Proyecto 885, el Severodvinsk está basado en la avanzada tecnología soviética de submarinos de ataque como los Clase Alfa (Lyra) y Clase Akula (Shchuka-B) aplicada a cubrir la función de los Clase Óscar. Los Proyecto 885 usan avanzados reactores nucleares para alcanzar muy elevadas velocidades, e incorporan sistemas de aislamiento acústico que los convierten en los submarinos no occidentales más silenciosos, comparables a tipos como los Clase Los Ángeles Mejorada de Estados Unidos.


Imagen de la botadura del primer Severodvinsk.

La gran potencia del reactor y los avances en técnicas de silenciamiento permiten a los Yasen alcanzar hasta 35 o 40 nudos de velocidad máxima y 20 nudos sumergidos en modo silencioso. Numerosos sistemas de automatización reducen la tripulación necesaria para operarlos a 90 marinos, 32 oficiales y 58 marineros.

Se trata de los primeros submarinos rusos que incorporan un sonar esférico, por lo que sus ocho tubos lanzatorpedos de 650 mm (y tal vez dos de 533 mm) están situados hacia la mitad del casco y no en la proa y popa, como en los submarinos estadounidenses. Se trata del sonar más avanzado que se ha montado en un submarino ruso, con electrónica de procesamiento mejorada.

Los Yasen pueden alcanzar hasta 35 o 40 nudos de velocidad máxima y 20 nudos sumergidos en modo silencioso gracias a las técnicas de silenciamiento

El Severodvinsk tiene silos de lanzamiento vertical para 24 misiles de crucero supersónicos antibuque Oniks o bien subsónicos RK-55 Granat de ataque a tierra, y puede lanzar misiles de crucero subsónicos de la familia Kalibr-PL (antibuque, antisubmarinos o de ataque a tierra) usando sus tubos lanzatorpedos. Con esta combinación de misiles,, puede atacar blancos navales a distancias de entre 300 (Oniks) y 600 kilómetros (Kalibr-3M54K), y blancos terrestres hasta a 2.000 kilómetros (RK-55). El submarino puede transportar hasta 30 torpedos o minas y, según algunos informes, dispone también de misiles antiaéreos.

Los Yasen desplazan casi 14.000 toneladas sumergidos y tienen una longitud de 120 metros; pueden alcanzar una profundidad máxima de 600 metros. A diferencia de anteriores diseños, no tienen doble casco sino que son un diseño híbrido semejante a los occidentales; como en los submarinos modernos más avanzados, el reactor tiene una duración estimada igual a la vida operativa del navío, lo que hace innecesarias las paradas de recarga


Respeto a la reducción de ruido en operación, la velocidad silenciosa y la gran potencia de estos buques han preocupado a los mandos estadounidenses encargados de la lucha antisubmarina, faceta en que la marina estadounidense ha perdido práctica y sistemas desde el final de la Guerra Fría. Diseñados originalmente como ‘asesinos de portaviones’, este tipo de naves podría poner en riesgo cualquier refuerzo naval transatlántico en caso de conflicto, por lo que es razonable temerlos.O quizá no tanto.

Pocos, caros y artesanales

El principal problema de los Clase Yasen es que no se prevé que pueda haber muchos debido a su precio y a lo muy lento que está siendo su desarrollo. La URSS planeaba construir 30 de ellos antes de que se llegara a poner en marcha la construcción del Severodvinsk, en 1993; y para entonces el Estado soviético ya no existía. La construcción quedó paralizada en 1996 y no se reanudó (a marcha lenta) hasta 2004; las crisis económicas y vuelcos políticos retrasaron aún más su entrada en servicio, producida finalmente este año.

Se estima que el coste total del buque superó los 1.500 millones de dólares, y como signo definitivo de los problemas técnicos que ha tenido a pesar de que fue oficialmente recibido por la armada rusa en 2014, no hizo su primera patrulla operativa hasta principios de 2016. Las pruebas de mar y las correcciones de defectos se comieron el tiempo intermedio.

Se estima que el coste total del buque superó los 1.500 millones de dólares. No hizo su primera patrulla operativa hasta principios de 2016

Rusia tiene firmado un contrato por otras cinco unidades del Clase Yasen, y dos de ellos (el Kazan y el Novosibirsk) están ya en construcción, aunque no se espera que entren en servicio antes del bienio 2018-2020. Pero el prolongado tiempo de desarrollo y los fallos han hecho que se modifique el diseño, que ahora se conoce como Proyecto 885M, y se desconoce cuáles serán las modificaciones y mejoras que incorporen estos buques.

Lo que, sin lugar a dudas, va a ocurrir es que las modificaciones encarecerán la construcción, que al hacerse de modo tan lento imposibilitará aprovechar las ventajas del montaje en serie: en esencia, los Yasen serán proyectos artesanales: únicos y, por tanto, muy caros. Ni siquiera es seguro que se lleguen a construir los últimos tres ejemplares, ya que un gabinete de diseño ruso ha anunciado la firma de un contrato para desarrollar la siguiente generación de submarinos de ataque (bautizada como Clase Husky) pensando en la década de 2030.



Por silenciosos y temibles que sean los Yasen, poco podrán conseguir en caso de conflicto con Occidente si apenas hay un puñado de ellos. Para forzar el paso de la Brecha GIUK y abrir camino a atacar convoyes en el Atlántico Norte, los submarinos rusos deberían enfrentarse a los muy capaces submarinos de ataque estadounidenses (Clases Seawolf y Virginia), británicos (Clase Astute) y franceses (Clases Rubis y los futuros Barracuda). 

El viejo sistema de escucha SOSUS y los barcos del SURTASS aún están operativos para dificultar esta tarea, y los avanzados aviones de patrulla marítima P-8 Poseidon acaban de entrar en servicio. La dificultad de optimizar tácticas y sistemas de entrenamiento en buques que en la practica serán únicos y diferentes unos de otros complicará su uso conjunto. Ni siquiera la posibilidad de una venta a la India, país al que se le ha ofrecido el diseño, promete resolver el problema esencial de un buque muy capaz, pero demasiado caro para poder comprar suficientes para marcar la diferencia. El eterno problema de las potencias de nivel intermedio.

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