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lunes, 19 de junio de 2017

Pilotos con hipoxia y 206 millones de euros por unidad. ¿Vuelven las malas noticias para el F-35?

Después de cinco incidentes de privación de oxígeno, la Fuerza Aérea de EE. UU., ha cancelado temporalmente las operaciones de entrenamiento del F-35A en la Base Aérea de Luke, en Arizona. Los analistas investigan estos cinco casos en los que los pilotos han experimentado síntomas de falta de oxígeno similares a la hipoxia en pleno vuelo.


La hipoxia se debe a una alteración de las fases de ventilación alveolar y/o difusión alvéolo capilar de la respiración, que produce una deficiente entrega de oxígeno atmosférico a la sangre de los capilares pulmonares, es decir, la concentración de oxígeno en sangre disminuye.

Las tripulaciones experimentaron una serie de síntomas, desde ligeros mareos y desorientación hasta hormigueo y frialdad en sus extremidades, pero pese a estos síntomas, todos los pilotos pudieron aterrizar sus aviones con seguridad utilizando el sistema de oxígeno de reserva de la aeronave, según el capitán Mark Graff, portavoz de la Fuerza Aérea en el Pentágono.

Esta es la segunda vez que los F-35 de la Fuerza Aérea se han quedado en tierra. En el pasado mes de septiembre, estuvieron varios días sin volar debido a unas pequeñas grietas detectadas en sus tanques de combustible.

La mayor Rebecca Heyse, portavoz de la 56ª Ala de Combate, dijo que un equipo de ingenieros, y especialistas en medicina aeronáutica de JPO llegaron a la base el domingo y actualmente tratan de encontrar las posibles causas de los incidentes. La esperanza es identificar la causa de la hipoxia a la mayor rapidez aunque no se ha establecido fecha para la reanudación de las operaciones. “La seguridad de nuestros aviadores es primordial y usaremos todo el tiempo que sea necesario para garantizar su seguridad”.

La cancelación de operaciones de vuelo afecta a 49 pilotos y 55 aviones en total de la Base de Luke. Se intenta averiguar si estos problemas afectan solamente a los F-35 del mismo lote de producción, confirmó Heyse. Sin embargo, debido a que solo los pilotos de la Base de Luke han desarrollado síntomas de hipoxia, la USAF sigue creyendo que se trata de un problema localizado.

Funcionarios de la 56ª Ala de Combate informarán a los pilotos estadounidenses e internacionales usuarios de este avión, las acciones a desarrollar para aumentar su conocimiento de los síntomas de la hipoxia. Recordemos que en la base aérea de Luke, se encuentran actualmente pilotos y personal de mantenimiento de Australia, Noruega, Italia, Países Bajos, Japón e Israel en distintas etapas de formación.

El incidente de hipoxia parece estar aislado a la base aérea de Luke en particular y no afectará a la exhibición en vuelo del F-35A en el Salón Aeronáutico de París, dijo el portavoz de Lockheed Martin. Los dos aviones para la exhibición volarán desde la base aérea de Hill, en Utah y sus pilotos de prueba no han experimentado ningún problema.


La paralización momentánea en tierra del F-35A, se produce en medio de una serie de incidentes en los últimos años en los que los pilotos han experimentado síntomas de hipoxia. 

En 2013, la USAF ya paro las operaciones de vuelo del F-22 después de una serie de incidentes fisiológicos similares a la hipoxia. Recordemos que el F-35 y el F-22 utilizan el mismo sistema de generación de oxígeno de a bordo suministrado por Honeywell.


Por su parte la Marina ha dejado de volar indefinidamente en el avión de entrenamiento T-45 Gosthawk al que se le detectó en su sistema de oxigeno el mismo problema. Solamente los pilotos instructores pueden volar el T-45 usando el aire ambiente y restringiendo las operaciones de vuelo a una altitud de 5.000 pies y a 2 g en maniobras. El vicealmirante Paul Grosklags, comandante del Comando Naval de Sistemas Aéreos, dijo a los miembros del Congreso durante una audiencia el 7 de junio que la marina estaba examinando opciones para conseguir que el T-45 volviera al aire.


Los cazas F-35 tienen fama de ser los aviones más caros de la historia. El precio previsto para los 2.443 cazas ordenados por las fuerzas armadas de EE.UU. asciende a 379.000 millones de dólares y aún podría aumentar, según informa AFP.

Ahora será el general Brook Leonard, comandante de la 56ª Ala del Combate, el que tenga la última palabra y decida cuando reanudar las operaciones de vuelo.

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