Por Matías Alonso
Agencia TSS – En seguridad es importante contar con los medios específicos para realizar una tarea. Usar un tanque de guerra para intentar bajar la cantidad de robos de autoestéreos en la Avenida 9 de Julio puede ser tan absurdo como usar una lancha patrullera israelita, armada para el conflicto en Franja de Gaza, con el objetivo de patrullar la hidrovía más transitada del país, el río Paraná.
La compra de cuatro lanchas tipo Shaldag –para cubrir tres mil kilómetros de río– con cañones de 25 milímetros desafía esa idea. Se trata de embarcaciones de 25 metros de eslora, que alcanzan una velocidad de 48 nudos (88 kilómetros por hora). Disponen de un sistema de armas Typhoon de 25 milímetros que permiten destruir objetivos a 2,3 kilómetros de distancia, con un alcance efectivo de casi siete kilómetros, algo excesivo para el patrullaje de las costas del Paraná, que están densamente pobladas.
Desde la Federación de la Industria Naval Argentina (FINA) enviaron una carta al Gobierno para que reconsidere la compra de estas embarcaciones (por 49 millones de dólares) debido a que estiman que una lancha de patrulla para ríos interiores sería el tipo de embarcación ideal para ser construida en el país en forma masiva y que con ese presupuesto se podrían construir 20 unidades en la Argentina.
“Si se diseñara una embarcación a la medida de nuestras necesidades también se podría adaptar el armamento adecuado”, le dijo a TSS Juan Torresín, presidente de FINA. Y explicó: “Estas embarcaciones están diseñadas para el combate en el mar Mediterráneo. Probablemente, el arma más adecuada para sus necesidades era este tipo de cañones, pero creemos que puede haber otro tipo de armamento más apropiado para el uso que se le va a dar acá, que es en ríos interiores. Todas las armas tienen un efecto de daño colateral que se minimiza cuando uno utiliza las armas más adecuadas para cada ocasión. Si quisiéramos poner estas lanchas a patrullar el canal de Beagle estaría perfecto, pero no es el caso. La propia estela que deja este tipo de embarcaciones de alta velocidad tampoco es razonable para los ríos interiores, porque daña la costa y erosiona los canales. Acá hace falta un asesoramiento de diseño integral para ver cuál es la mejor embarcación que se puede utilizar para esta función”.
Existen ejemplos de otros países de la región que han diseñado embarcaciones para la misma necesidad. Colombia debió desarrollar la lancha LPR-40 para patrullar los ríos del alto Amazonas. Se trata de una embarcación blindada realizada en material compuesto, de 12 metros de eslora, que navega a 30 nudos y porta ametralladoras de 12 milímetros. De hecho, Brasil ha comprado algunas de estas embarcaciones para patrullar el alto Amazonas dentro de sus fronteras.
El Estado tiene dos astilleros, Tandanor y Río Santiago (foto), de grandes dimensiones, que podrían llevar a cabo este trabajo sin tener que recurrir a una compra en el exterior.
En cuanto a la capacidad de la industria local para producir estas embarcaciones y entregarlas en tiempo y forma, Torresín dijo: “Claro que se puede. El año pasado, la industria naval local produjo remolcadores de puerto compitiendo directamente con astilleros europeos y de la región. Se entregaron en el plazo de 18 meses que disponía el contrato vigente. Se trata de remolcadores con alta tecnología, diseñados totalmente en el país, con propulsión azimutal de 360 grados, algo muy sofisticado. Para lanchas de las características que se necesitan aquí sería todavía más rápido el proceso de fabricación”
En la Argentina hay cerca de nueve astilleros privados que estarían en condiciones de producir este tipo de embarcaciones. El Estado también tiene dos astilleros, Tandanor y Río Santiago, de grandes dimensiones, que podrían llevar a cabo este trabajo sin tener que recurrir a una compra en el exterior. “No son muchos los países que tienen la capacidad de poder diseñar este tipo de embarcaciones”, dijo Torresín. Y agregó: “Lo están desaprovechando. Y hablo también de diseño, porque se puede maximizar la eficiencia. Por ejemplo, cuando hizo falta transportar carga en la hidrovía, en la que se transporta carga a granel, se trajeron barcazas del Mississippi. Acá se adaptaron y se usaron, pero posteriormente se diseñó la barcaza tipo Paraná, que es mucho más adecuada para nuestro río, con un rendimiento comercial varias veces superior. Con una embarcación de porte similar, pero con una manga mayor, se pasó de transportar 1.500 toneladas a unas 2.500 toneladas”.