El régimen norcoreano podría disponer de la capacidad de amenazar la mayoría de las grandes ciudades de EEUU. Y también Madrid. Pero de momento le falta una tecnología clave
Lanzamiento del nuevo misil intercontinental de Corea del Norte (Foto: Agencia de noticias de Corea del Norte)
Es una contingencia extremadamente poco probable, pero supongamos que por alguna razón Corea del Norte y España entraran en guerra, por ejemplo, por un desacuerdo entre Kim Jong-un y Mariano Rajoy. Si trazamos una línea recta entre Pyongyang y Madrid en la superficie de un globo terráqueo, atravesaría una porción del norte de China, una pizca de Mongolia, prácticamente toda Rusia de Este a Oeste entrando cerca del lago Baikal y saliendo por Estonia, un pellizco de Letonia, parte del Báltico, algo de Polonia y Alemania y Francia completas desde el noreste: la distancia es de casi 10.000 km. Y el nuevo misil que acaba de probar el régimen norcoreano podría cubrir toda esta distancia en poco más de 45 minutos.
El cohete ha demostrado estar de sobra dentro de la categoría de los ICBM (InterContinental Ballistic Missile, misil balístico intercontinental), que se establece en los 5.000 km de alcance, y tener la capacidad para atacar una buena parte del territorio estadounidense incluyendo ciudades como Los Ángeles o Nueva York (y casi Washington DC).
Sin embargo, hay indicios de que el vehículo de reentrada falló catastróficamente y se duda de que Corea del Norte disponga aún de cabezas nucleares lo bastante miniaturizadas, por lo que aún no es un arma eficaz. Eso sí, según los expertos dentro de cinco años el régimen norcoreano podría disponer de la capacidad de amenazar la mayoría de las grandes ciudades de EEUU. Y también Madrid.
Posibles lugares de impacto de un misil con 10.000 km de alcance lanzado desde Corea del Norte
Corea del Norte, un país con un Producto Interior Bruto (PIB) inferior al de Luxemburgo y equiparable al de Mali, lleva décadas intentando desarrollar un programa de disuasión que le permita disponer de armas nucleares y de la capacidad de amenazar con ellas a quien considera su principal rival y aliado de sus enemigos más próximos: Estados Unidos.
Para ello ha mantenido un programa nuclear que ha convertido al país en la novena potencia atómica del mundo, con pruebas en 2006 (éxito sólo parcial), 2009 y 2013, y simultáneamente ha trabajado en desarrollar un arsenal de misiles balísticos con capacidad intercontinental.
Así, y partiendo de tecnología soviética de los años 50 y 60, ha ido desarrollando toda una serie de misiles de alcance creciente. La gran mayoría de estos misiles son de combustible líquido, derivados de los Scud, y pueden llegar hasta centenares de kilómetros con cargas convencionales. Más recientemente se incorporó tecnología de misiles de combustible sólido procedente de misiles balísticos intercontinentales y terrestres de alcance intermedio. Todos los misiles norcoreanos están montados sobre plataformas móviles para dificultar su destrucción preventiva. Hasta ahora ninguno había conseguido un alcance verdaderamente intercontinental, aunque las sucesivas pruebas indicaban una progresión clara en esa dirección y el desarrollo de tecnologías necesarias para un sistema de armas, como vehículos de reentrada
Misil intercontinental Hwasong-14 (Foto: Agencia de noticias de Corea del Norte)Lanzamiento del Hwasong-14
Todo eso cambió el pasado 4 de julio con el primer lanzamiento del Hwasong-14 (Marte en coreano; KN-20 en la nomenclatura estadounidense), un misil de dos etapas que alcanzó casi 1.000 km de distancia hasta estrellarse en el mar. Claro que el alcance en horizontal tiene truco, ya que Corea del Norte lo disparó en una trayectoria empinada especial: el misil alcanzó los 2.800 km de altura antes de iniciar el descenso, 10 veces más lejos que la Estación Espacial Internacional; y voló durante 45 minutos.
Este tipo de trayectorias las emplean los norcoreanos para evitar sobrevolar Japón, dificultar el cálculo del alcance exacto y mostrar su capacidad de esquivar las defensas antimisiles. Tras analizar los datos la comunidad internacional reconoció que con toda probabilidad se trataba de un nuevo ICBM con un alcance cercano a los 10.000 km de distancia, y por tanto la capacidad da alcanzar Alaska, Hawaii y algunas zonas del norte de los EEUU continentales.
La comunidad internacional reconoció que se trataba de un nuevo misil con un alcance cercano a los 10.000 km de distancia
Posteriores análisis revelaron que la novedad no era tal: el Hwasong-14 utiliza, en su primera etapa, un motor de combustible líquido que ya había sido usado en uno de sus antecesores (el KN-17), y la segunda etapa, de combustible sólido, es un derivado de la empleada en los misiles KN-08 y el lanzador orbital Uhna-1. La confusión proviene, en parte, de que Corea del Norte hace lo posible por confundir a los analistas. Por ejemplo, ya se había presentado un Hwasong-14 en 2015 del que el ‘nuevo’ parece haber heredado poco más que la estructura. Al régimen le interesa que sus capacidades reales sean lo menos claras posible.
En cualquier caso, el primer lanzamiento del Hwasong-14 parecía indicar que Kim Jong-un cuenta ya con la capacidad de colocar una carga de combate de unos 500 km en ciertos blancos selectos en los Estados Unidos, con una precisión que se puede medir en kilómetros. En unos años esto podría suponer una verdadera amenaza.
Segundo lanzamiento
La sorpresa vino con el segundo lanzamiento, el pasado 28 de julio, efectuado en condiciones muy diferentes. Para empezar se hizo de noche y desde una pista no preparada de antemano y nunca usada: esto indica que no se trata de un vehículo experimental, y que los militares norcoreanos disponen de capacidad operativa con el misil. Además, en el lugar de lanzamiento se detectó la presencia de varios ‘dobles’ del líder supremo Kim Jong-Un.
Fuentes estadounidenses filtraron a la prensa que en el lanzamiento del 4 de julio habían estado vigilando el punto de lanzamiento (donde estuvo presente el líder) durante más de 70 minutos antes del disparo para subrayar su capacidad de realizar un ataque de decapitación por parte de EE UU y Corea del Sur. En un lanzamiento nocturno desde un lugar inesperado y con múltiples copias del líder supremo esto hubiese resultado mucho más complicado.
El segundo disparo alcanzó mucha mayor altura; se estima que llegó a los 3.700 km en su apogeo. Esto supone que el alcance del misil supera con mucho los 10.000 km y puede quizá llegar a los 11.000, lo cual amplía mucho el área de los EEUU que cubre: ciudades como Los Angeles, Chicago y Nueva York están dentro de su radio, y podría llegar incluso a Washington DC(aunque sería un lanzamiento muy ajustado). Ya no cabe duda ninguna: se trata de un ICBM que puede amenazar al país norteamericano. Eso sí, otros detalles de la prueba permiten dudar de su capacidad operativa como arma, al menos por el momento.
Al ser la prueba nocturna y caer el vehículo de reentrada a unos 350 km al noroeste de la isla japonesa de Hokkaido varias cámaras pudieron filmarlo. Y el análisis de las imágenes indica que el vehículo de reentrada se desintegró a varios kilómetros de altura. Esto es coherente con la trayectoria y el tipo del proyectil, ya que en los ICBMs la carga útil sale de la atmósfera y debe regresar a ella entrando a una velocidad muy elevada (por encima de 10 Mach), lo cual precisa de vehículo reforzados.
La forma más sencilla de aumentar el alcance de la segunda etapa del misil es reducir el peso de la carga útil: si se hacen los cálculos con un vehículo de 500 kg en la primera prueba y de 350 kg en la segunda todo encaja. Esto supondría que los norcoreanos ganaron en alcance usando un vehículo de reentrada ligero e incapaz de sobrevivir. Esto significa que no sería operativo con carga militar, sobre todo si pensamos en una cabeza nuclear.
Cambio estratégico mundial
Aunque existen imágenes que demuestran que el régimen norcoreano trabaja en desarrollar bombas atómicas miniaturizadas que puedan ser usadas en la cabeza de combate de un misil, no consta que lo haya conseguido: la metalurgia y la tecnología son complicadas. Según especialistas en misiles, pasarán algunos años (entre 3 y 5, quizá) para que Kim Jong-un disponga de un verdadero sistema capaz de colocar una cabeza atómica, con un reducido nivel de precisión de quizá millas, en ciudades o bases estadounidenses en su territorio continental. La amenaza potencial existe, pero no es completamente operativa todavía
Lanzamiento nocturno del Hwasong-14 (Foto: Agencia de noticias de Corea del Norte)
Preocupa en cambio que el nuevo misil pueda ser transportado en camión y sea erigido y lanzado con poco tiempo de respuesta para posibles ataques preventivos. Para colmo, el perfil de trayectoria del Hwasong-14 deja fuera de combate a los sistemas de defensa antimisil balístico estadounidenses; ninguno de ellos tiene la capacidad de derrotarlo, especialmente si como algunos expertos sugieren Corea del Norte dota de señuelos a sus futuros vehículos de reentrada.
Es decir, aunque no es del todo funcional, el nuevo misil ha cambiado la situación estratégica mundial: igual que ocurrió con Rusia o China, EEUU tendrá que aprender a vivir con una Corea del Norte capaz de borrar del mapa Nueva York. O, de ser necesario, Madrid.
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