El Ejército Argentino (EA) posee un sistema de artillería autopropulsada con cañones de 155 mm., montado sobre chasis de vehículos TAM (Tanque Argentino Mediano), denominado VCA (Vehículo Combate de Artillería) y también conocido como “Palmaria”, por el modelo de torre, que fuera construido por la italiana OTO Melara.
A través del tiempo, este material, conformado por dos grupos de artillería mecanizada, ubicados en la agreste Patagonia, ha demostrado una alta movilidad, gracias la características básicas del VC TAM, añadiéndose un excelente equipamiento de la torre, más un cañón de muy buenas prestaciones.
Para más, el EA desarrolló en los noventa un moderno sistema de control de tiro, que permite una alta eficiencia en la coordinación rápida y certera de todos los cálculos y observaciones técnicas, para lograr disparos con éxito en la profundidad del campo de batalla.
Está claro que obtener precisión y cadencia de tiro es lo que busca todo oficial del arma, pero no solo hace falta un buen cañón, sino que también se requiere la interacción de diferentes elementos que constituyen un grupo de artillería, esto es, los observadores adelantados con sus vehículos, que incluyen telémetros láser, GPS, notebook robustecidas y equipos de visión nocturna, entre intensificadores y termográficos, a los que se agregan hoy aviones no tripulados (UAV) como el Lipan, ya descrito en Defensa, lo que añade otra posibilidad para la localización de los blancos enemigos en la inmensidad del desierto patagónico. Allí las distancias son enormes y las variaciones climáticas agregan otra dificultad.
Foto: Con tecnología propia, se mejoran las aptitudes del sistema artillero.
La recepción de los datos llega a los VCPC (Puesto de Comando) y a los VCDT (Dirección de Tiro), que realizan en forma rápida las órdenes de misión para los equipos de fuego, los cuales procederán al disparo certero a distancia, para luego moverse y desaparecer en la estepa. Todos estos vehículos también son de la familia TAM, con lo que existe una comunalidad importante en materia de repuestos y entrenamiento. Expresado así parece simple, pero resume mínimamente el sueño de todo artillero, cual es disparar la máxima distancia con precisión y eficacia en apoyo de las fuerzas propias, negando al adversario la movilidad táctica en el terreno.
A diferencia de otros ejércitos latinoamericanos, que adquieren modernos equipamientos, pero sin un eficiente sistema de mantenimiento autóctono, teniendo que depender del asesoramiento y asistencia técnica de empresas extranjeras para solucionar problemas prácticos y de cara a modernizaciones de los sistemas, el EA no solo posee un adecuado complemento logístico de apoyo, sino que ha desarrollado sus propios sistemas de dirección y control de tiro, apoyándose en la industria estatal y privada nacional para su creación y actualización.
Además, la conformación de una doctrina propia de manejo del poder artillero, acorde a las realidades de la fuerza terrestre y a las enseñanzas de una conflagración real, siendo la única nación de la región en haber combatido contra un enemigo internacional poderoso, miembro de la OTAN y apoyado por sus socios de la misma organización, ha permitido –pese a los años transcurridos– aprender y poner en práctica, aprendizajes operacionales sumamente valiosos, que demostraron a la institución que debe controlar todos los procesos del apoyo de fuego, teniendo absoluta independencia tecnológica en su puesta en práctica y posterior actualización.
Se sabe que cuando comiencen los disparos se acabará la provisión de repuestos y sistemas, o costará una fortuna el obtenerlos, en medio de embargos y presiones económicas y políticas. El EA conoce bien esto y no desea depender de nadie en la faz tecnológica. De ahí la importancia que le brinda a los departamentos e institutos de investigación propios y de otras fuerzas hermanas, que interactúan para conocer al detalle todo componente, pieza y repuesto de un sistema que esté en servicio en las unidades. En la compleja interacción de un grupo artillería que debe brindar el fuego protector a las fuerzas propias, con éxito y a distancia, deben mesurarse todos los parámetros técnicos y prácticos para una buena tarea.
Organismos científicos, como el CITEDEF y la Escuela Técnica, integran habitualmente sus especialistas en las unidades operativas, para saber el pensamiento y necesidades del operador diario del sistema en uso, no importando que esas unidades estén a miles de kilómetros de distancia, en climas y terrenos distintos, alejados de las ciudades principales, donde se acentúan la falta o poca disponibilidad de acceso al mundo moderno. Hoy, trataremos los trabajos realizados por los especialistas para mantener al día y mejorar, aun más, las capacidades operativas de los sistemas de artillería de 155 mm. autopropulsados sobre chasis de TAM
Vida operativa
Desde su entrada en servicio en unidades del Sur del país, el sistema VCA se presentó como un eficaz medio mecanizado y por medio de continuos ejercicios se logró una buena interacción con los regimientos de caballería de tanques y los regimientos de Infantería mecanizados. Con el paso del tiempo y las penurias económicas a las cuales fueron sometidas las FFAA, comenzaron a presentarse algunos inconvenientes en los tubos del cañón de los VCA. Estas dificultades fueron provocadas por la utilización de munición china de dudosa calidad, que no era la original y recomendada por el fabricante italiano.
Foto: Interior de la torre
La adquisición de proyectiles chinos, más económicos pero de inferiores características de construcción, provocó algún grado de deterioro en el estriado de los tubos. Una mala decisión como fue la de comprar munición de inferior calidad, en detrimento de la nacional que era desarrollada por CITEDEF, postergando el conocimiento autóctono por ahorrar unos dólares, trajo inconvenientes importantes a la fuerza artillera.
El EA consultó con OTO Melara, que realizó una importante auditoría técnica sobre los tubos de su fabricación, que culminó en la realización de un estudio que mencionaba que las piezas estaban en excelente condición y con un remanente de vida útil de casi el 98 por ciento. El uso de munición de inferior calidad todavía no había dañado el material en forma definitiva.
Al mismo tiempo, la fuerza terrestre realizaba también un análisis de las condiciones generales del vehículo, llegando a la conclusión que era conveniente una actualización de ciertos sistemas y componentes, propio del uso intensivo de los VCA en el terreno patagónico durante años. Los informes indicaron que los sistemas electrónicos e hidráulicos presentaban cierto nivel de fallas, siendo conveniente desarrollar una modernización o la sustitución de componentes críticos.
Los estudios indicaron que lo mejor era realizar una actualización total de los sistemas, más allá de los tubos de 155 mm., que ya no representaban un problema, sino de los sistemas hidráulicos y electrónicos, para obtener una pieza artillera de primera línea.
¿Qué se hizo?
Los técnicos del Batallón de Arsenales 602, sito en las otrora instalaciones de la TAMSE, la antigua fábrica del TAM, procedieron a efectuar un estudio de la ingeniería de la torre, a la vez que se contrataba a una empresa privada para que, en un trabajo mancomunado, se realizara un proyecto de modernización de los sistemas. Se desmontaron la totalidad de los componentes hidráulicos, que fueron evaluados individualmente en laboratorios privados y desarmados, para luego sustituir todos los componentes y piezas sujetas a desgaste. Se volvieron a montar y se hizo una evaluación para confirmar el correcto funcionamiento de los mismos.
Foto: Los motores MTU 833K 500 y las transmisiones RENK son actualizados
En las torres se reemplazaron la totalidad de los sensores y las mangueras de fluido hidráulico. Los sistemas electrónicos fueron examinados y se recomendó el diseño de un programa de trabajo que pudiera usar algunos elementos ya existentes, como las cajas estancas que contenían las antiguas plaquetas a reemplazar, también las mismas conexiones para no modificar la configuración original, siempre pensando que todo debe ser simple y conocido para el artillero que operará el sistema en medio del campo de batalla. Dichas plaquetas fueron sustituidas por un sistema PLC que contiene los programas destinados a controlar todos los sistemas que permiten el correcto funcionamiento de la torre.
Además, esto presenta la alternativa de brindar una importante cantidad de datos vitales, como es el estado de los alternadores, la carga de las baterías, la presión existente en el sistema hidráulico, el historial de fallas en tiempo real, el porqué no se puede ejecutar un disparo y donde está la falla, la alerta sobre sensores que indican si algún componente tiene problemas y otros detalles, es decir un sinnúmero de alternativas que pueden presentar a la tripulación un panorama absoluto de la operatividad de los sistemas del vehículo y su torre
Foto: La adopción de municiones de alta performance mejora su capacidad
Como ya mencionamos, este sistema PLC es lo último en tecnología, pero se han mantenido las mismas conexiones, con el fin que el personal de mantenimiento en el terreno pueda hacer el trabajo de garantizar la operatividad del sistema artillero en toda condición y clima, sin elementos desconocidos o demasiado sofisticados, que llegado el momento del combate puedan entorpecer la tarea de los combatientes.
La actualización de la torre Palmaria incluye la instalación de modernas pantallas táctiles que proporcionan a los tripulantes una serie de datos, que se añaden a los que ya podían acceder, como la velocidad de ataque del proyectil, presión en el tubo según la cantidad de disparos, posicionamiento del sistema de tiro en el terreno y otros detalles, con una mejor y mas clara presentación, lo cual permite una visualización rápida y una mejor toma de decisiones en campaña.
Obviamente, este conjunto de mejoras se complementa con una revisión y mantenimiento general del VCA (como si fuera una inspección ICM en un avión), donde se chequean todos los elementos constitutivos del chasis, se revisa el tren de rodaje, las suspensiones, las orugas y de los dos propulsores completamente, el principal, el motor MTU 833 Ka 500, y el auxiliar APU VW, este ultimo dedicado en exclusiva a ofrecer potencia para los movimientos integrales de la torre. Aquí también se actualiza la electrónica, dotándolo de sensores que permiten controlar los parámetros del propulsor, cuyo funcionamiento es vital para la efectividad de la torre artillera.
Si bien todos los estudios y análisis realizados por el Batallón y la industria privada tardaron unos dos años, mas la construcción de un prototipo en la propia Boulogne, el trabajo de modernización de estos ingenios se lleva adelante firmemente en las amplias instalaciones, donde fueron fabricados centenares de vehículos de la familia TAM. Las pruebas y evaluaciones se llevaron adelante en dos lugares: los terrenos de la antigua Fábrica de Explosivos de Azul y el polígono de tiro del Grupo de Artillería Blindado 11 de Comandante Piedrabuena, en la lejana Patagonia.
Foto: Un VCA cruzando un puente M4T6 en un río patagónico
Todas las pruebas de tiro fueron monitorizadas por los especialistas de CITEDEF, que con sus radares medidores de velocidad y otros sofisticados elementos de prueba, pudieron confirmar el óptimo desempeño general del sistema y el éxito del trabajo realizado por la unión de organismos estatales y la industria privada. Con el mantenimiento asegurado en el país con tecnología propia, se garantiza la operatividad del sistema en toda condición, tal cual el objetivo buscado por el Ejército. La actualización de los autopropulsados permite sostener un sistema artillero de calidad, con muy buena fiabilidad en el terreno y un completo sistema de control de tiro de manufactura autóctona, que se puede mantener actualizado a través del tiempo con la última tecnología.
También se busca tener personal científico y técnico capacitado y adiestrado en la realidad del terreno, donde puede interactuar con los que van a utilizar el sistema en verdad, aquellos usuarios que están alejados de los centros de investigación y producción, que deben operar los sistemas en diferentes condiciones climáticas y orográficas. En silencio y con esfuerzo, los especialistas del EA mantienen su capacidad operativa, conservando en óptimas condiciones lo disponible e intentando mejorar sus cualidades, por medio de los avances técnicos que se incorporan, aunque sin descuidar el objetivo principal, que es brindar apoyo de fuego a distancia, con rapidez y eficacia.