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miércoles, 26 de agosto de 2020

Turquía utiliza drones militares para extender su influencia en la región de en Irak y Siria

Turquía se está preparando para iniciar la producción de un nuevo avión no tripulado de gran altitud y larga duración, con la esperanza de ampliar su alcance militar en la región y compensar, aunque sea parcialmente, la pérdida de los aviones F-35 de nueva generación tras una disputa con Washington.

Baykar Makina, una empresa propiedad de la familia de Selcuk Bayraktar, el joven yerno del presidente Recep Tayyip Erdogan, anunció el 14 de agosto que el segundo prototipo de la variante de gran altitud y larga duración del avión no tripulado Akinci, cuyo nombre significa “raider” en turco, había completado con éxito los vuelos de prueba y estaba listo para su producción.

Un techo de servicio de 40 mil pies y 24 horas de resistencia hará que el nuevo dron sea inmune a los sistemas de defensa aérea de corto alcance y le proporcionará un radio de operación de 600 kilómetros (373 millas). Tendrá un peso máximo de despegue de 4,5 toneladas y una capacidad de carga útil de 1.350 kilogramos, 900 kilogramos en el exterior y 450 kilogramos en el interior, y estará propulsado por dos motores turbohélice ucranianos Ivchenko-Progress AI-450C, cada uno de los cuales generará 550 caballos de fuerza. Hasta ahora Turquía ha importado 12 de estos motores de Ucrania, su principal socio en el campo de la tecnología de los drones.


Avión no tripulado Akinci

Algunos pueden preguntarse cuál es el gran problema de un dron que, al final del día, es bastante engorroso, con una velocidad de no más de 400 kilómetros por hora. Pero Ankara tiene grandes expectativas sobre lo que el dron podría ofrecer.

Ankara ve al Akinci como su principal vehículo aéreo para tareas de adquisición de objetivos de inteligencia-vigilancia (ISTAR) y mando-control-comunicación (C3) en la próxima década. El avión teledirigido estará equipado con sistemas de desarrollo autóctono, entre ellos un radar activo multifuncional de barrido electrónico, un radar SAR/GMTI, un sistema de vigilancia de área amplia, guerra electrónica, un conjunto de inteligencia electrónica y de señales y sistemas de comunicaciones por satélite fuera de la línea de visión, cuya suma hace que el Akinci sea el mejor activo de ISTAR+C3 que haya tenido el ejército turco.

Además, el avión teledirigido puede ser armado con una amplia gama de municiones aire-tierra, incluidas las bombas de uso general MAM-L, MAM-C, CIRIT, Mk81 y Mk82 y municiones inteligentes. El misil de crucero SOM-A de Roketsan, que tiene un alcance de 250 kilómetros, también está previsto que se integre en el Akinci. La combinación de un avión teledirigido relativamente lento, impulsado por un motor turbohélice, con misiles de crucero de punto muerto (SOM) podría parecer ilógica, pero es probable que se convierta en un cambio de juego para Ankara en el próximo decenio, en el que se espera que en su vecindad se produzcan principalmente conflictos de baja intensidad con agentes no estatales violentos como el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y el Estado Islámico, en lugar de una guerra convencional en toda regla. A saber, el nuevo avión teledirigido permitirá al ejército turco utilizar un alto poder destructivo y una guía de precisión contra objetivos situados a una distancia de hasta 800 kilómetros (casi 500 millas), algo que hasta ahora solo ha podido hacer con los aviones F-4E 2020 Terminator y F-16.

En las operaciones en Irak y Siria, por ejemplo, los drones turcos han apuntado a estructuras ligeras y vehículos terrestres no blindados a una profundidad no superior a 100 kilómetros (62 millas) de la frontera, utilizando micro municiones inteligentes MAM-L de 22 kilogramos con un alcance de ocho kilómetros (cinco millas). La combinación Akinci-SOM permitirá ataques de mayor poder de destrucción sobre objetivos críticos a una distancia de hasta 800 kilómetros.

Algunos analistas turcos afirman que el Akinci podría estar equipado con misiles aire-aire de fabricación nacional, pero dada la relativa lentitud y la limitada capacidad de maniobra del dron, esto parece ser una anticipación exagerada. Sin embargo, algunos observadores incluso sostienen que los promotores deberían trabajar en una variante avanzada del avión teledirigido, capaz de desplegarse en el TCG Anadolu, un buque de asalto anfibio multipropósito de fabricación nacional, que el ejército tiene previsto recibir en el 2021.


Avión no tripulado Akinci

Ankara tiene previsto que seis Akincis estén operativos a principios del 2021, y se menciona que Azerbaiyán, Malasia, Qatar y Ucrania están interesados en adquirir el dron.

El Akinci llega justo a tiempo para la fuerza aérea turca, cuyas flotas de F-16 y F-4 están envejeciendo. Peor aún, su capacidad operativa se ha debilitado mucho después de que Washington retuvo un lote de aviones F-35 sigilosos de Turquía por su compra de sistemas de defensa aérea rusos el año pasado. Además, el proyecto de aviones de guerra TFX de Turquía ha estado lleno de problemas financieros y técnicos. E incluso si el proyecto avanza según lo planeado, es poco probable que el ejército reciba el jet a principios del 2030. Por lo tanto, la próxima década es crítica para la fuerza aérea. El Akinci fortalecerá la mano de Ankara, proporcionando una nueva opción para las misiones de largo alcance, aire-tierra en entornos de conflicto de baja intensidad y aliviando así la carga de los F-16.

Dado que se centra en la máxima resistencia aérea a expensas de la velocidad, el dron será una nueva opción también para las tareas de patrullaje aéreo menos costosas y más largas, especialmente sobre el Egeo y el Mediterráneo oriental, reduciendo de nuevo la carga de trabajo de los F-16.



La llegada del Akinci sin duda llevará a la fuerza aérea turca a actualizar sus doctrinas de guerra aire-aire y aire-tierra. Un nuevo concepto que se está debatiendo en Ankara prevé que los aviones F-16, cargados con munición aire-aire, proporcionen cobertura a los aviones teledirigidos Akinci mientras vuelan a las zonas objetivo para atacar objetivos en tierra. En otras palabras, tales ataques aéreos significarían tareas de combate compartidas uniformemente por aviones de guerra y drones.

Además, el Akinci permitirá a Turquía utilizar la comunicación por satélite para establecer una red regional de aviones teledirigidos con un alcance de al menos 800 kilómetros y una altitud fuera del alcance de los sistemas de defensa aérea de baja y media altitud.

Imaginen, por ejemplo, una base de drones turcos en Qatar o Somalia. Un Akinci que despega de tal base puede volar hasta 600 kilómetros para disparar un misil SOM. Y con el alcance propio del misil de más de 250 kilómetros (155 millas), Turquía sería capaz de ataques no tripulados contra objetivos a una distancia de hasta 850 kilómetros (528 millas).


Avión no tripulado Akinci

El principal inconveniente del Akinci es la dependencia de Ucrania para su motor turbohélice, que requiere un mantenimiento frecuente y el suministro de piezas de repuesto. Turquía se enfrenta a problemas de motor similares en otros proyectos clave para el equipo militar autóctono, como el avión TFX, el principal tanque de batalla de Altay y el helicóptero de ataque T129. La dependencia de motores fabricados en el extranjero se está convirtiendo cada vez más en el punto blando más crucial de toda la industria de defensa turca. Ankara cuenta con los conocimientos técnicos de empresas ucranianas y británicas y con fondos de Qatar para desarrollar motores turbohélice, diésel y a reacción totalmente autóctonos, pero a las empresas turcas les queda un largo camino por recorrer para lograr ese objetivo.

No obstante, el proyecto Akinci promete convertir a Turquía en una potencia mundial de aviones teledirigidos, y Ankara está tratando de utilizar el nuevo avión teledirigido principalmente para atacar al PKK en Irak y Siria, pero también para la proyección de potencia y tal vez para ataques de precisión en Libia, el Mediterráneo oriental y el Egeo.

Aunque las perspectivas de cambio de juego de los Akinci son evidentes en términos militares, su impacto en la diplomacia podría ir en cualquier dirección. ¿Contribuirá a una resolución más rápida de las crisis de política exterior de Ankara o las complicará y prolongará aún más? La respuesta, según parece, surgirá dentro de poco tiempo

Fuente:https://www.istiklal.com.tr

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