El columnista de Sputnik Andréi Kots repasa la historia de los proyectos de zepelines militares y ofrece su visión acerca del futuro de tales programas, tanto en Rusia, como en el extranjero.
Hace exactamente 80 años —el 6 de mayo de 1937— el zepelín alemán LZ 129 Hindenburg, el más grande de su tiempo, se estrelló en EEUU. El accidente ocasionó la muerte de 35 personas de las 97 que estaban a bordo.
La pérdida del Hindenburg marcó el final de la corta —pero brillante— época de los aerostatos comerciales de pasajeros y de carga. Sin embargo, estas aeronaves siguieron siendo utilizadas con fines militares a lo largo de todo el siglo XX y continúan teniendo demanda en la actualidad.
Tercer escalón
Numerosos estados cuentan con programas de desarrollo de aerostatos de combate para sus fuerzas armadas. Las ventajas de los zepelines militares son obvias: una mayor capacidad de carga y gran alcance de vuelo sin escala, consumo de combustible relativamente bajo, alta fiabilidad, larga duración de la estancia en el aire.
Además, no necesitan una pista de aterrizaje: pueden despegar prácticamente desde cualquier terreno uniforme. Entre sus desventajas figuran la baja velocidad (hasta 160 kilómetros por hora) y la pobre maniobrabilidad. No obstante, existen situaciones en las cuales estos factores no desempeñan un papel fundamental.
Vladímir Mijéev, asesor del primer director general adjunto del Consorcio ruso de Tecnologías Radioelectrónicas (KRET), informó a Sputnik en julio de 2015 sobre el inicio de las obras del proyecto de un dirigible para la defensa antimisiles del país. Esta aeronave puede convertirse en una parte integrante del sistema de alerta rápida que en la actualidad está compuesta de dos niveles: una agrupación de satélites orbitales y
los radares instalados en la tierra.
"La principal ventaja del zepelín es su gran superficie en la cual se pueden colocar los sistemas de antena", detalló Mijéev.
"La principal ventaja del zepelín es su gran superficie en la cual se pueden colocar los sistemas de antena", detalló Mijéev.
Según agregó, estos localizadores son capaces de interceptar lanzamientos de misiles balísticos intercontinentales además de rastrear la trayectoria de vuelo de sus ojivas.
Se trata de un dirigible prometedor bautizado Atlant, cuyo primer vuelo está programado para 2018. La aeronave está siendo desarrollada en tres modificaciones, con capacidad de carga de 16, 60 y 170 toneladas. Asimismo, se ha informado que estos zepelines podrán operar a alturas de hasta 10.000 metros, lo cual sería suficiente para detectar ojivas en el tramo de la aceleración y el tramo final del vuelo.
La gran capacidad de carga y la alta autonomía de vuelo —de hasta 5.000 metros— del Atlant, permitirán utilizarlo para el transporte de equipos militares. La aeronave en su versión más grande será capaz de levantar en el aire tres tanques T-90 con una munición completa u ocho vehículos de combate de infantería BMP-3.
Reemplazo de satélites
El Atlant no es el proyecto más insólito que hoy se encuentra en desarrollo en el país eslavo. El Bérkut es un zepelín no tripulado construido por la compañía Avgur. Será capaz de alcanzar alturas de entre 20 y 23 kilómetros y permanecer en el aire hasta cuatro meses gracias al sistema de alimentación de paneles solares.
Sus principales tareas serán garantizar las comunicaciones y la fotografía aérea a gran altitud, así como la vigilancia de grandes zonas de campo de batalla. Asimismo, teóricamente podrán utilizarse en la guerra electrónica, la defensa aérea y la designación del objetivo.
Este tipo de aeronaves serían útiles para las tropas rusas desplegadas en el Ártico: bajo las condiciones del día polar que dura varios meses el Bérkut no tendrá problemas con el suministro de energía.
En general, las aeronaves estratosféricas podrán convertirse en un buen sustituto de satélites orbitales para fines militares y civiles. Así, un zepelín que se encuentra a una altitud de 20 kilómetros es capaz de proporcionar una conexión estable a distancias de hasta 760 kilómetros.
Además, los dirigibles tienen un precio menor que los satélites y su lanzamiento no requiere de un cohete portador. Tampoco se convierten en chatarra espacial una vez haya terminado su vida útil. En caso de un fallo técnico, pueden aterrizar para las obras de mantenimiento.
Sin embargo, hasta el momento ningún país ha logrado lanzar su propio zepelín estratosférico debido a la complejidad de la construcción de los paneles solares lo suficientemente grandes, capaces de proporcionar una larga vida útil a los dirigibles.
¿Y qué tienen ellos?
El Combat SkySat Phase 1 es un dirigible táctico de dos kilos de peso que ya ha sido utilizado en Irak, proporcionando conexión de radio entre las unidades terrestres. Su precio no alcanza 2.000 dólares, por lo cual podría ser una alternativa barata a los drones de reconocimiento.
Los dirigibles del proyecto Stratelite representan una plataforma de telecomunicaciones diseñada para proporcionar comunicación sobre un área de 800.000 kilómetros cuadrados. No obstante, nunca ha entrado en producción debido a su alto precio y complejidad.
Otra iniciativa estadounidense —el zepelín de carga superpesado Walrus— tampoco ha podido lucir en el cielo. Este gigante debía haber levantado entre 500 y 1.000 toneladas y transportarlas a una distancia de hasta 22.000 kilómetros por semana.
Por el momento los ingenieros estadounidenses están desarrollando un dirigible de reconocimiento capaz de operar a una altura de hasta 80 kilómetros, es decir, en el límite superior de la estratosfera.
Asimismo, los militares de EEUU tenían varios proyectos de construcción de aerostatos militares de gran altura, equipados con misiles de crucero y bombas aéreas guiados. No obstante, ninguno recibió aprobación: habrían sido demasiado grandes y torpes para evitar los sistemas de defensa aérea enemigos.
China probó en 2015 su zepelín Yuanming, que podrá alcanzar alturas de 100 kilómetros, inaccesibles para los sistemas de defensa aérea existentes. Esta aeronave se llenará de 18.000 metros cúbicos de helio y podrá permanecer en el aire hasta 48 horas.
Los países europeos también disponen de sus propios programas de desarrollo de zepelines militares. La empresa alemana Cargolifter AG empezó a principios de los años 1990 el desarrollo de un dirigible que puede transportar 160 toneladas de carga a una distancia de hasta 10.000 kilómetros. Sin embargo, en 2002 la compañía se declaró en quiebra y no pudo terminar la construcción.
Los científicos bielorrusos también intentaron adaptar sus dirigibles para fines militares. Así, en 2005 se inició el desarrollo de un zepelín polivalente de reconocimiento, capaz de reemplazar a los aviones espías de detección lejana A-50. Se argumentó que seis de estos globos podrán controlar totalmente el espacio aéreo del país. No obstante, no existen datos fiables acerca del futuro del programa.