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miércoles, 20 de noviembre de 2019

Lockheed Martin LM-100J Commercial Freighter recibe actualización del Certificado de Aprobación de la FAA

El carguero comercial LM-100J de Lockheed Martin recibió su certificación de diseño de tipo actualizada de la Administración Federal de Aviación el 15 de noviembre.
Esta certificación particular de la FAA permite al LM-100J operar desde cualquier aeródromo comercial del mundo.

En 2014, Lockheed Martin anunció que actualizaría su actual certificado de tipo FAA A1SO para su aeronave modelo L-382J que se comercializaría como LM-100J, una variante de producción certificada civilmente del C-130J Super Hércules de probada eficacia militar.

El LM-100J es la versión modernizada del carguero Lockheed Martin L-100 (modelo 382 de Lockheed). Se produjeron más de 100 L-100 entre 1964 y 1992 en las instalaciones de la entonces Lockheed-Georgia Co. en Marietta, Georgia, y muchas de estas aeronaves continúan apoyando las operaciones globales en la actualidad.

"Al igual que sus homólogos militares, la flota mundial de L-100 es una tarea muy encomendada y en la que se confía mucho. Cuando esta flota llega al final de su vida útil, los clientes nos dijeron que el único reemplazo para la L-100 es una LM-100J", dijo Rod McLean, vicepresidente y gerente general de la línea de negocio de Movilidad Aérea y Misiones Marítimas de Lockheed Martin.

"Esta certificación actualizada de la FAA permite que el LM-100J vaya literalmente a cualquier parte del mundo para cumplir con los requisitos únicos y exigentes para los que fue construido", añadió McLean. "Al entrar en servicio el LM-100J, estamos orgullosos de que continuará ejemplificando y expandiendo las ya inigualables capacidades de la familia C-130J Super Hercules".

A través de selectos cambios de diseño, el LM-100J funciona como un avión civil multipropósito capaz de transportar carga de manera rápida y eficiente y de cumplir con los requisitos de una misión especializada. El LM-100J es una solución de transporte aéreo eficiente e ideal para la entrega de carga a granel y de gran tamaño, especialmente en lugares austeros de todo el mundo.

El LM-100J incorpora desarrollos tecnológicos y mejoras sobre el legado existente de los cargueros L-100 que resultan de más de dos décadas de experiencia operativa del C-130J, incluyendo más de 2 millones de horas de vuelo en toda la flota por parte de tripulaciones en 19 naciones alrededor del mundo.

"Tuvimos la oportunidad única de diseñar y construir un avión de transporte aéreo comercial completamente nuevo con las ideas de un fuselaje probado", dijo Marilou Franklin, directora del Programa LM-100J de Lockheed Martin. "Nuestro objetivo era producir un avión de transporte aéreo que fuera tan seguro como capaz y avanzado. Al asociarnos con nuestros operadores de L-100 existentes, nuestra red de proveedores y la FAA, lo hicimos - y más - con el LM-100J"

Las mejoras notables en el funcionamiento del LM-100J en comparación con un LM-100 heredado incluyen:

+ 14% más de ahorro de combustible
+ Mejora del 20% en la capacidad de carga útil/rango
+ Reporte automatizado de fallas de mantenimiento
+ Conocimiento de la situación inigualable con la aviónica digital y el HUD dual
+ Totalmente compatible con el Sistema de Transporte Aéreo de Nueva Generación de la FAA (NextGen)
+ Sistema mejorado de manipulación de la carga (ECHS)
+ Rotura de carbono
+ Un programa de mantenimiento comercial certificado por la FAA

Además, la comunidad operativa del LM-100J tiene acceso al Centro de formación de Hércules (HTC) de Lockheed Martin, ubicado en Marietta, Georgia, junto a la línea de producción de Super Hércules.



Extendiendo un legado de entrenamiento de movilidad aérea, el HTC de Lockheed Martin es una instalación académica y de simulador combinada diseñada especialmente para la eficiencia del entrenamiento. Los recursos de formación incluyen cursos de cualificación inicial LM-100J y un simulador de nivel D reconfigurable y certificado por la FAA. Esta formación es impartida por instructores expertos de Lockheed Martin que, combinados, tienen más de 90 años de experiencia.

Los próximos pasos para el programa LM-100J incluyen la entrega en 2020 de dos aviones a Pallas Aviation, el operador de lanzamiento LM-100J.

Lockheed Martin

Elbit Systems presenta el MAGNI Vehicle-Launched Multi-Rotor Micro-Drone


Elbit Systems lanza MAGNI, un sistema de despegue y aterrizaje vertical multitorreactor (VTOL) no tripulado (UAS) totalmente autónomo y robusto que está diseñado para mejorar significativamente las capacidades de conocimiento de la situación de las fuerzas móviles.

El MAGNI, compacto y ligero (2,5 kg), permite un rápido despliegue y lanzamiento (en menos de 1 minuto) desde cualquier vehículo de combate que lo transforme en una eficaz plataforma de recogida de información.

El sistema MAGNI incluye una carga útil térmica, un conjunto de comunicaciones (doble banda S o LTE), una capacidad de seguimiento automático de coordenadas, así como una interfaz incorporada con Battle Management Systems (BMS). Con una capacidad de carga de hasta 350 grs, ofrece un alcance de hasta 3km, una altitud máxima de operación de 4000 ft y 30 minutos de resistencia. 

Operado por un solo usuario, MAGNI permite a las fuerzas montadas en el vehículo generar inteligencia visual más allá de la colina durante el día y la noche, y alimentar sin problemas la información de los objetivos a los sistemas de mando y control. Sus parámetros únicos de Tamaño, Peso y Potencia (SWaP) hacen que MAGNI sea muy adecuado para los niveles de escuadrón, pelotón y compañía.

MAGNI es el tercer VTOL UAS multi-rotor ofrecido por Elbit Systems que incluye también el VTOL Multi-Rotor VTOL mini-UAS de 10 kg y el NOX VTOL Micro-UAS de 5 kg.

LANZAMIENTO DE UN MISIL SHAHEEN-1, EN PAKISTÁN, 25 DE ENERO DE 2008.
Pakistán ha realizado con éxito el lanzamiento del misil Shaheen-1 capaz de portar todo tipo de ojivas, según ha anunciado el portavoz de las Fuerzas Armadas del país asiático, Asif Ghafoor, en su cuenta de Twitter.


"El Pakistán llevó a cabo con éxito la puesta en marcha de la MFCS

Shaheen-1 capaz de entregar todo tipo de ojivas con un alcance de hasta 650 KMs. El lanzamiento tenía como objetivo probar la preparación operativa del Mando de Fuerzas Estratégicas del Ejército (ASFC) para asegurar la mínima disuasión creíble de Pakistán. pic.twitter.com/xXynslmjLt- DG ISPR (@OfficialDGISPR) 18 de noviembre de 2019"
"El lanzamiento tuvo como objetivo probar la preparación operativa del Mando de Fuerzas Estratégicas del Ejército (ASFC) asegurando la disuasión mínima creíble de Pakistán", ha comentado el militar, detallando que el alcance máximo del proyectil es de 650 kilómetros.


Shaheen-1 es un misil supersónico tierra-tierra de combustible sólido. Fue lanzado por primera vez en 1999.

En mayo, Pakistán probó con éxito el misil balístico tierra-tierra con capacidad nuclear Shaheen-II.

La nueva sucursal de Washington en Europa para evitar el 'abrazo del oso' de Putin

El compromiso de Polonia de gastar más en defensa y la creciente presencia de tropas estadounidenses han convertido a este país en el ariete con que la OTAN toca las puertas de Rusia

Soldados polacos y estadounidenses. (Reuters)


El pasado 11 de noviembre, los informativos de la televisión polaca repartieron su atención entre dos noticias: las manifestaciones nacionalistas del Día de la Independencia en Varsovia y la entrevista al primer polaco que viajaba a Estados Unidos sin necesitar visado. Ese mismo día había entrado en vigor la exención de visado para ciudadanos polacos que viajaran a EEUU, y no es casual que se haya elegido una fecha tan cargada de simbolismo no es casual. Para el Gobierno polaco, se trata de un “logro” histórico largamente esperado por muchos ciudadanos: hay 30 millones de norteamericanos con familia polaca; para el Gobierno de Trump, se trata de un gesto más político que administrativo con el que “premiar” a su segundo mejor aliado en Europa tras el Reino Unido.

El amor -no siempre bien correspondido- que Polonia le profesa a su amigo “amerykański”, atraviesa un buen momento. El compromiso de Varsovia de gastar más en su defensa, comprando armamento norteamericano, y la creciente presencia de tropas estadounidenses en suelo polaco han convertido a este país en el ariete con que la OTAN toca las puertas de Rusia. En este sentido, el viaje histórico, político e ideológico que Polonia ha llevado a cabo desde que Varsovia era la capital del pacto militar prosoviético ha sido vertiginoso.

El plan para crear "nuevos polacos": más educación militar y menos escuelas

"Volver a cristianizar Europa". Este es el objetivo de la formación de los “nuevos polacos” que quiere crear el Gobierno y que incluye himnos, banderas y educación paramilitar

Polonia es una de los pocos miembros de la OTAN que gasta más del 2% de su PIB en defensa. Trump, que llama “escaqueados” a los países que “no pagan lo que cuesta” la “protección” de Estados Unidos, ha alabado reiteradamente a Varsovia por tener un presupuesto militar similar al de España (aunque el PIB de Polonia es la mitad del español).

Durante la visita del Presidente polaco Andrzej Duda a Washington en junio, Trump hizo una rara excepción en las normas de seguridad nacional para permitir que unos cazas de combate F-35 sobrevolaran la Casa Blanca. Hace un mes escaso, se anunció la venta de 32 de esos aparatos a Polonia por unos 40.000 millones de euros. Y a principios de año, se confirmó la compra del sistema de misiles, también de fabricación estadounidense, que forman parte del programa de modernización del ejército en el que Polonia piensa emplear 120.000 millones de euros.

El miedo al abrazo del oso

Para complementar estas inversiones, se proyecta incrementar el ejército en 100.000 efectivos, al mismo tiempo que se fomenta el reclutamiento de soldados profesionales desde la escuela pública. En todas las ciudades polacas se pueden ver cada vez más tiendas de parafernalia militar, supervivencia y “airsoft” (armas de aire comprimido), y el Estado subvenciona la producción de películas de corte nacionalista centradas en el pasado bélico del país. Las ofertas comerciales para entrenar con grupos paramilitares que animan a los jóvenes -y no tan jóvenes- a mantenerse “entrenados por si el oso ruso quiere meter sus zarpas en Polonia”, proliferan en Internet y algunas de estas empresas reciben subvenciones estatales.

Tras la invasión rusa del este de Ucrania, el actual Gobierno polaco tiene más claro que nunca que su mayor enemigo es Moscú y su mejor amigo es Washington. El repetido intento de construir un “Fort Trump” en suelo polaco difícilmente se convertirá en realidad, a pesar de la oferta de Varsovia de cargar con todos los gastos. Una nueva base militar permanente atentaría contra el tratado de 1997 entre la OTAN y Rusia. Pero ya se ha decidido reubicar a 1.000 marines, actualmente destacados en Alemania, en una nueva base logística de la OTAN en Polonia. Cuando se termine de talar la superficie equivalente a 70 campos de fútbol se empezarán a construir las instalaciones que albergarán un arsenal, una base de drones y un centro de aprovisionamiento para vehículos. Con este despliegue serán ya 5.500 los soldados norteamericanos estacionados en Polonia. Pocos días después de la noticia, un editorial de la agencia de noticias oficial rusa RIA-Novosti titulaba: “El placer del suicidio: Polonia y su deseo de convertirse en un campo de batalla”.

Aparte de la anexión militar de Crimea, la principal razón de Polonia para estar prevenida contra Moscú es el enclave de Kaliningrado. Esta franja de territorio en la costa norte de Polonia es el enclave ruso más occidental en Europa y, encajado entre la frontera polaca y lituana, es uno de los jirones del Telón de Acero que aún persisten. Hace unas décadas, la mitad de los 1,2 millones de personas que vivían en Kaliningrado eran soldados. Hace menos de un año que la OTAN llevó a cabo una de las mayores maniobras militares de su historia en esta región, que dista menos de 400 kilómetros de Varsovia y donde las denuncias de invasión del espacio aéreo son una rutina.

Los cuernos de Bruselas

Con todo, la política de defensa polaca parece más orientada a establecer una alianza bilateral con Washington que a convertirse en un alumno aventajado de la OTAN. La alianza, que según dijo hace poco el presidente francés Emmanuel Macron “está cerebralmente muerta”. No es más que el club en el que Polonia se reúne con el “amigo americano” para tratar asuntos a dos bandas. Por otro lado, la lealtad de Varsovia tiene su epicentro más cerca de Washington que de Bruselas. Por seguir con las citas, el Presidente Duda llamó a la Unión Europea “un club imaginario de poca relevancia para los polacos”. Los tratados militares con Trump son un recordatorio de que, aunque Polonia esté casada con Bruselas, tiene una amante en Washington.

Cuando se rechazan menos del 3% de las solicitudes de visado de los ciudadanos de un país, normalmente éste pasa a ser incluido en la lista cuyos nacionales pueden viajar sin él a EEUU. Polonia venía cumpliendo este requisito desde hace tiempo, pero la manera en que se anunció esta medida parece indicar que Trump ha querido usarla para hacer una proyección de poder dándole la apariencia de un favor político.

En ciudades como Chicago o Nueva York viven más de un millón de polacos, y en el mismo salón del Palacio Presidencial de la capital donde se fundó el Pacto de Varsovia se celebran actualmente cumbres de la OTAN. Polonia ha demostrado muchas veces su voluntad, casi embarazosamente ferviente, de acercarse a Estados Unidos. La presidencia de Donald Trump, muy en sintonía con los “rebeldes” de la UE como Hungría o la propia Polonia, es la coyuntura perfecta que el Gobierno ultraconservador polaco necesitaba para estrechar las relaciones bilaterales con EEUU. Y una política de defensa bajo los dictados de Washington parece estar en el centro de esas relaciones.

En una viñeta de humor gráfico, un periódico polaco presentaba al Presidente Duda volviendo a casa después de una juerga nocturna con “el amigote americano”. En el salón familiar le espera la vieja, fea y malhumorada Bruselas echándole en cara su aspecto y recordándole que “los del Parlamento Europeo” han estado preguntando otra vez por él. Duda se quita los zapatos de pie mientras piensa “él, Donald, sí que me comprende”.

EEUU termina el esperado (y caro) John F. Kennedy: así es su nuevo superportaaviones

Este coloso de las aguas ya está a flote y es la nueva esperanza de la Armada americana. Sus capacidades son espectaculares pero le persigue la sombra de su antecesor

Imagen del PCU John F. Kennedy el 29 de octubre de 2019 (US NAVY)


No es la primera vez que hablamos de estos colosos, pero sus más de 100.000 toneladas dan mucho de sí y esconden muchos alardes tecnológicos, aunque también algunas pesadillas. El último de estos leviatanes es el futuro USS John F. Kennedy (CVN 79), que ya se encuentra a flote aunque aún dentro de su dique. El JFK es el segundo buque de la serie iniciada por el USS Gerald R. Ford (CVN 78), un buque tecnológicamente avanzado pero que está dando más problemas de lo esperado. Unos problemas que el nuevo John F. Kennedy podría heredar.

El John F. Kennedy se comenzó a construir en 2015 por Huntington Ingalls Industries en sus astilleros de Newport News Shipbuilding, Norfolk, Virginia. Aunque ya se encuentra completado y a flote, se espera que sea botado a finales del mes de noviembre, no será entregado a la US NAVY hasta el 2024 y estará otros dos años en pruebas hasta su preparación final, listo para entrar en acción. Como se ve, prácticamente 11 años para tener listo un nuevo portaaviones.

Así es por dentro un gigantesco portaaviones nuclear

Francia es una de las pocas potencias mundiales que cuenta en su ejército con un gigantesco portaaviones nuclear de 42.000 toneladas de desplazamiento y 262 metros de
Desde ahora y hasta su entrega a la marina, el buque se denominará PCU John F. Kennedy, correspondiendo esas siglas a Pre-Commissioning Unit, ya que los buques militares norteamericanos no llevan las siglas de USS (United States Ship) hasta que son entregados a la Navy. Hasta entonces todo serán pruebas, reformas, reparaciones y modificaciones, donde se trabajará en todas las pegas surgidas con el USS Gerald R. Ford, que al encabezar la serie, es un banco de pruebas.

El nuevo John F. Kennedy lleva el mismo nombre del viejo USS John F. Kennedy (CV 67), un portaaviones de 80.000 toneladas de la clase 'Kitty Hawk'. Fue el último de los portaaviones norteamericanos de propulsión convencional, aunque se construyó inicialmente con la idea de que fuese nuclear. El CV 67 se dio de baja en 2009 y se espera que se convierta en buque museo.

PCU John F. Kennedy (CVN 79) (US NAVY)PCU John F. Kennedy (CVN 79) (US NAVY)

Tecnología y dolores de cabeza

La clase 'Gerald R. Ford' tiene innumerables avances tecnológicos frente a los buques de la clase 'Nimitz' anterior, incluso frente a los últimos construidos, el USS Ronald Reagan (CVN 76) y el USS George H.W. Bush (CVN 77) que ya presentaban diferencias notables con los anteriores navíos de su clase. Quizás las principales están en aspectos estructurales pero, sobre todo, en aspectos tecnológicos. En cuanto a los estructurales la más destacada es la nueva isla (la superestructura que se levanta sobre la cubierta de vuelo) que es en los nuevos 'Ford' mucho más pequeña y funcional (lo que optimiza el espacio en cubierta de vuelo) y en posición mucho más retrasada, lo que es su rasgo visual más característico.

Es en los aspectos tecnológicos donde se dan los mayores avances y también los mayores problemas. Unos problemas que en el primer buque de la serie están siendo objeto de enormes trabajos (y gasto de dinero) y que producen, además de los mencionados dolores de cabeza, unos retrasos muy considerables en la puesta a punto del buque.

Imagen reciente del USS Gerald R. Ford (CVN 78) (US NAVY)

Desde el punto de vista de la tecnología el rasgo más importante es la eliminación de las clásicas catapultas de vapor por sistemas a base de tecnología electromagnética, unido al desarrollo de unos también novedosos sistemas de detención. La clave de todo esto es la energía eléctrica. En los portaaviones nucleares anteriores toda la energía que procede de su planta nuclear se utiliza para el calentamiento de agua y esta, a su vez, para propulsar el buque mediante turbinas y para producir el vapor de agua de las catapultas, que precisan de unos enormes, pesados y muy voluminosos desaladores de agua que consumen mucha energía y ocupan mucho espacio.

Para todas sus necesidades, los buques de la clase 'Nimitz' utilizan un reactor nuclear doble tipo A4W de 200 MW de potencia. En comparación, los nuevos clase 'Gerald R. Ford' utilizan una planta mucho más potente, también doble del tipo A1B y de 600 MW. Es decir, el triple de potencia. Esta exigencia energética viene dada por la ingente cantidad de energía eléctrica que es necesaria para los muchos y nuevos sistemas electrónicos (radares, sensores, etc.), para las catapultas electromagnéticas y también para las previsibles incorporaciones posteriores de armas futuristas, como cañones tipo 'railgun' o armas basadas en láser de alta intensidad.

USS John F. Kennedy (CV 67) en febrero de 2002 (US NAVY)

Pero todo tiene su precio. Tanto avance está resultando no solamente muy caro sino muy complejo de poner a punto. El USS Gerald R. Ford comenzó la construcción en 2009 y se suponía que realizaría su primer despliegue en 2018. Pero la gran cantidad de problemas técnicos surgidos han hecho revisar su inicio operativo para 2022. Y no se trata solo de retrasos en el tiempo. En 2008 se proyectó que el barco costaría 10.400 millones de dólares pero todos estos retrasos, pruebas, modificaciones, etc. han elevado los costes hasta los 13.000 millones. Ni la US NAVY ni el Congreso están muy satisfechos.

Los problemáticos sistemas electromagnéticos

La fuente de la mayoría de problemas radica en los sistemas que usan tecnología electromagnética. Uno de los más desconcertantes es el que ha aparecido en los Ascensores de Armas Avanzados o AWE (Advaced Weapons Elevator) que utilizan propulsión electromagnética para transportar bombas, misiles y armas desde la santabárbara, en las entrañas del buque, hasta la cubierta de vuelo. Tan solo dos de los once ascensores de este tipo están operativos y no está claro cuál es el problema que tienen. Se trata de herramientas que no parecen demasiado sofisticadas salvo si tenemos en cuenta que funcionan con efecto electromagnético, un tipo de tecnología similar a la de los trenes experimentales que levitan sobre su rail y conocida como 'Maglev'.

Uno de los ascensores de armas (que no funcionan) del USS Gerald R. Ford (US NAVY)

Las catapultas EMALS (Electromagnetic Aircraft Launch System) son otra historia y tienen sus propios problemas. Estas catapultas han sido diseñadas por la empresa estadounidense General Atomics y se basan en la utilización del 'motor lineal de inducción'. Este motor no deja de ser un motor eléctrico de inducción con la peculiaridad de que, mientras los motores eléctricos convencionales producen el giro de un rotor sobre su eje, el motor lineal de inducción genera un desplazamiento longitudinal en lugar de uno de giro.

Las catapultas EMALS que se han instalado en los portaaviones clase 'Gerald R. Ford' tienen una longitud de 91 metros, prácticamente lo mismo que las C-13 de vapor de la clase 'Nimitz', pero puede lanzar un peso de hasta 45.000 kg a una velocidad de 130 nudos. Para funcionar, estas catapultas utilizan una enorme cantidad de energía eléctrica en apenas tres segundos de actuación, muy superior a la que el barco puede generar de manera continuada. Por ello, la clave de este ingenio no es tanto en sí el motor lineal de inducción, sino el sistema ideado para acumular a la suficiente energía para hacer funcionar la catapulta y lanzar el avión.


Esquema de las catapultas EMALS

Para ello, la energía eléctrica se va absorbiendo del barco y se acumula mediante un sistema cinético formado por cuatro volantes de inercia. Estos acumulan toda la energía necesaria en 45 segundos y la liberan en 2 o 3 segundos. Toda esta energía cinética se convierte en energía eléctrica en unos alternadores y es transmitida al motor de inducción lineal de manera controlada a través de un cicloconvertidor, de tal manera que solo se va alimentando y energizando la parte del raíl donde en ese momento se encuentra el carro de empuje o “empujador” (que actúa sobre el avión), consiguiendo de esta manera el desplazamiento lineal y controlado del carro.

Las catapultas EMALS tienen, cuando estén a punto y con sus problemas solucionados, varias ventajas sobre las de vapor. La principal es su grado de precisión y seguridad. Cualquier cosa que funcione mediante electricidad es más fácil de controlar con alta precisión que aquella que funciona mecánicamente. Por eso las catapultas EMALS ajustan al milímetro el empuje que deben entregar en cada caso.

Ilustración del USS John F. Kennedy terminado. (Foto: Reuters)

Además, entregan todo su empuje de manera constante y desde el primer instante, pues es una característica propia de los motores eléctricos el entregar todo su par motor desde el primer momento. Este hecho es algo que han comentado los pilotos de pruebas que ya han ensayado con estas catapultas. Según aseguran estos expertos, “la patada” del lanzamiento es mucho más brusca que en las catapultas de vapor, donde es algo más progresiva.

Sistemas de recuperación avanzados

El sistema de frenado también es bastante complejo. En el exterior solo se ven una serie de cables de acero que cruzan la cubierta y desaparecen hacia el interior del buque, pero hay más de lo que parece. La clave de esta evolución no está en los cables de frenado y transmisión, que se mantienen prácticamente igual, la verdadera innovación reside en los mecanismos de absorción de energía. El AAG (Advanced Arresting Gear) como se denomina, utiliza un conjunto de turbina hidráulica acoplada a un motor de inducción en lugar de los cilindros hidrodinámicos tradicionales de los sistemas convencionales.

Esquema del Advanced Arresting Gear (AAG) (General Atomics)

Cada cable de transmisión actúa sobre un mecanismo conversor de movimiento a base de poleas, de tal manera que el esfuerzo longitudinal del cable se convierte en un par torsor sobre un eje. Sobre este eje está acoplada una turbina hidráulica y sobre este mismo eje un gran motor de inducción. El motor proporciona un control sumamente preciso a la vez que los álabes internos de las turbinas pueden ajustarse para obtener una mayor o menor resistencia y, en consecuencia, una mayor o menor disipación de energía en función del peso del avión.

Las ventajas de este sistema frente al clásico de cilindros hidrodinámicos son una mayor precisión, unas mayores capacidades, menor mantenimiento y sobre todo mayor versatilidad, lo que le permitiría recibir aviones pesados como un F-35C y drones mucho más ligeros