LA NACION
Quienes comanden el lanzamiento del VEx 5A estarán en una sala colmada de pantallas perfectamente alineadas del centro de control de Pipinas. "La operación comienza unas doce horas antes y cargar el lanzador dura alrededor de dos horas -afirma Pablo Servidia, investigador principal del proyecto-.
El propelente ingresa por tuberías, una para el kerosene y otra para el oxígeno líquido, una para la hidracina y otra para el tetróxido de nitrógeno. Esos módulos son totalmente autocontenidos y controlables en forma remota por fibra óptica."
El ingeniero subraya que el propelente se carga una vez que los químicos y los encargados del soporte mecánico abandonan el lugar, y se dirigen a dos estaciones ubicadas 8 km al sur y al norte del sitio de lanzamiento. "Es por seguridad y porque el oxígeno líquido, al ponerlo a temperatura y presión ambiente, pasa al estado gaseoso y empieza a perder masa. Es un proceso que no puede extenderse en el tiempo", agrega.
"Muchas veces no se advierten los obstáculos que hay que sortear para desarrollar esta tecnología -dice Daniel Rocca, también ingeniero electrónico-. Por ejemplo, seleccionar adecuadamente los componentes, lograr que cada dispositivo deje de ser un experimento de laboratorio para convertirse en un equipo confiable como para guiar cargas útiles que costarán millones de dólares."
Para minimizar fallas, durante las semanas que restan, en la base naval de Punta Indio se realizarán pruebas de presurización y estanqueidad, de electrónica, de telemetría, de control de las toberas. También se testeará el GPS (para confirmar que las interferencias electromagnéticas no afectan la operación). "Hay que alimentarlo, monitorear todas las señales internas (sensores de presión, de temperatura, de caudal), verificar las comunicaciones", informa Servidia.En el lanzador se emplean alrededor de 3000 piezas hechas en el país, más de 10.000 "pines" para conectar cableado y alrededor de 85 cajas de electrónica que viajarán al espacio. Entre baterías, equipamiento de comunicación, transmisores y receptores, utiliza unos 10 km de cables.
"Una vez que se enciende el motor desde tierra -concluye-, la operación es totalmente automática. Con una única excepción: nosotros podemos terminar el vuelo mediante un comando por radiofrecuencia en caso de verificar que el vehículo no se está comportando como está planeado, ya sea porque no está siguiendo la trayectoria o porque el punto de impacto está fuera de una zona segura."
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