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viernes, 18 de diciembre de 2020

La historia del caza chino con el ADN de un avión de combate israelí


¿Qué pueden tener en común un caza de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación de China y un avión de combate israelí que debería haber sido el orgullo nacional pero nunca se fabricó en serie?

El Chengdu J-10 es un caza polivalente, es decir, que puede servir para ataques contra objetivos en tierra como para combate aéreo, y uno de los principales aparatos de las fuerzas militares del gigante asiático.

Es, además, bastante parecido al Lavi, tanto que muchos expertos no dudan en señalar que el J-10 tiene el ADN del avión de combate israelí que nunca terminó de «despegar».

Uno de los prototipos del Lavi (Foto: Nati Harnik/GPO)

¿Cómo llegaron los «rasgos genéticos» del avión israelí hasta el Instituto de Diseño de Aeronaves de Chengdu, la capital de la provincia china de Sichuan, en el sudoeste de China?

Los voceros del aparato militar chino niegan cualquier parecido, pero desde que se empezaron a conocer detalles del J-10, entre fines de la década del ’80 del siglo pasado y comienzos de los ’90, los expertos en aviación militar vienen señalando muchos parecidos.

Chengdu J-10

Por ejemplo, citados en un reportaje de la edición online de la revista especializada Aviation International News, ingenieros del Instituto de Investigaciones Aeronáuticas de Siberia, uno de los principales centros de desarrollo del sector en Rusia, aseguraron que el J-10 «es más o menos una versión del Lavi» israelí.

«Hay pruebas considerables de que el desarrollo del J-10 se basó en gran medida en un caza a reacción desarrollado por Israel con motores estadounidenses en la década del ’80», afirmó por su lado el analista Sebastien Roblin en un reciente artículo del periódico norteamericano The National Interest.

Un J-10 durante el Zhuhai Air Show del 2008 (Foto: Crazlei/Flickr)

Según Roblin, «las influencias israelíes en el diseño del J-10 son inconfundibles», entre ellas las alas en delta y alerones delanteros de tipo «canard», además de un fuselaje basado en la técnica de diseño «Whitcomb area rule», que sirve para reducir la resistencia causada por el flujo de aire a velocidades transónicas y supersónicas.

Roblin escribió que el involucramiento israelí en el J-10 parece haber comenzado, sugestivamente, «al mismo tiempo» que los dos países establecieron relaciones diplomáticas, en enero de 1992.

A esa altura, la Israel Aircraft Industries (actualmente Israel Aerospace Industries, IAI) ya había cancelado los planes de construir el Lavi, el avión que debería haber servido al país para ganar independencia en el terreno de la provisión de aparatos de combate aéreos.

Uno de los vuelos de prueba del Lavi (Foto: IAI)

IAI llegó a producir tres de los cinco prototipos planeados del Lavi, uno de los cuales realizó el primer vuelo de prueba del aparato el 31 de diciembre de 1986, con gran éxito.

Sin embargo, en agosto del año siguiente, bajo la presión de Estados Unidos -que no veía con buenos ojos el desarrollo de aviones que pudieran hacerle competencia a su propia industria militar- y de los recortes presupuestarios ordenados por el gobierno de entonces, IAI puso punto final al sueño de los comandantes israelíes.

Los planos del Lavi -que había nacido para remplazar la envejecida flota de A-4 Skyhawk de la Fuerza Aérea de Israel- fueron archivados, pero no del todo.

Reportes norteamericanos señalaban con preocupación que, a mediados de los años ’90, Israel y China empezaron a colaborar en materia militar.

Uno de los prototipos del Lavi, en un taller de IAI (Foto: Herard Reogorodetzki/GPO)

Esos reportes «incluyeron acusaciones de que Israel había transferido tecnología del Lavi para el programa de China para desarrollar un caza a reacción de cuarta generación», recordó el artículo del National Interest.

En su libro «Lavi: the United States, Israel and a Controversial Fighter», el diseñador aeronáutico y analista John W. Golan afirmó que China contrató a expertos israelíes para «proporcionar los contornos aerodinámicos y estructurales del J-10».

Chengdu J-10

De la misma manera que había sucedido con el proyecto del Lavi, nuevamente la presión de Estados Unidos, que veía con inquietud el desarrollo militar de Pekín, llevó al punto final de la cooperación entre China y los ingenieros israelíes.

Pero, a diferencia del Lavi, el J-10 si llegó a despegar y la fuerza aérea china cuenta actualmente con más de 400 aviones construidos y en dotación.

Fuente:https://www.israeleconomico.com

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