Matías Bianchi repasó lo hecho hasta ahora por la empresa estatal Arsat y explicó por qué cree que el país está en condiciones de fabricar otros ocho satélites con recursos generados por la propia explotación de los servicios en marcha.
Por Fernando Krakowiak
El Congreso aprobó el pasado 4 de noviembre un plan de desarrollo satelital para los próximos veinte años. Luego del diseño, construcción y lanzamiento de los satélites de telecomunicaciones Arsat 1 y 2, la ley apuesta a consolidar al sector espacial como una política de Estado. El titular de la empresa estatal Arsat, Matías Bianchi, recibió a Página/12 en el predio de Benavídez para repasar lo hecho hasta ahora y explicar por qué cree que el país está en condiciones de fabricar otros ocho satélites con recursos generados por la propia explotación de los servicios en marcha, sin tener que depender de capital privado.
Arsat nació en abril de 2006 para hacerse cargo del servicio satelital, en reemplazo de Nahuelsat, un consorcio privado encabezado por la alemana DaimlerChrysler Aerospace (hoy, Airbus) y la italiana Finmeccanica. A este grupo se le había adjudicado en 1991 la provisión y operación de dos satélites. El primero, llamado Nahuel1, fue puesto en la posición orbital de 71,8 grados oeste en enero de 1997, mientras que el segundo debía ser colocado antes del 19 de octubre de 2003 en la posición de 81 grados oeste, lugar reservado al país por la Unión Internacional de Telecomunicaciones luego de un acuerdo de reciprocidad satelital firmado con Estados Unidos.
Cuando llegó la fecha, Nahuelsat ni siquiera había comenzado a construir el segundo satélite. El incumplimiento puso en riesgo la conservación de la posición orbital de 81 grados oeste, la cual estaba siendo reclamada por Gran Bretaña. En ese momento, el gobierno de Néstor Kirchner solicitó una prórroga de dos años y empezó a explorar alternativas. La decisión fue construir un satélite argentino y, mientras tanto, ocupar la órbita 81 con un equipo alquilado al grupo holandés SES. Luego se sumó también la necesidad de ocupar la órbita 71,8 grados oeste; pues a principios de 2010 el Nahuel-1 cumplió su vida útil y se lo reemplazó con otro satélite alquilado, el AMC 6, también del grupo holandés SES. Finalmente, en septiembre de 2014 se lanzó Arsat-1 para ocupar la órbita 71,8 grados oeste y en septiembre de este año fue el turno de Arsat-2, ubicado en la posición 81 grados oeste.
Una vez concluida esta etapa, el Gobierno presentó un plan de desarrollo satelital para lo que viene. “El plan lo comenzamos a diseñar en febrero del año pasado, cuando se estaba terminando la construcción de Arsat-1. En ese momento, empezamos a analizar cómo estábamos posicionados respecto de la industria y qué posibilidades teníamos por delante. Nuestra preocupación era cómo seguir una vez terminada la construcción de Arsat1 y Arsat2 y la respuesta a esa pregunta es el plan que aprobó el Congreso”, señaló Matías Bianchi.
–¿Qué cuestiones tomaron en cuenta para diseñar el plan?
–Empezamos a analizar alternativas para agregarle valor a nuestra plataforma, con las posiciones orbitales actuales o solicitando nuevas posiciones. Hicimos estudios de mercado para ver qué posibilidades tendría Argentina de vender un satélite. A partir de eso, decidimos concentrarnos en la construcción de satélites de tres toneladas, porque tenemos las instalaciones para eso y porque creemos que ahí hay un nicho de mercado. Tenemos un estudio de los costos de otros fabricantes y con eso trazamos el camino referido a cuál debe ser la evolución de nuestros costos. Además, planteamos la necesidad de evolucionar de la propulsión química a la eléctrica, lo que te permite brindar más servicios con el mismo aparato.
–Cuándo usted se hizo cargo de Arsat también estaba en agenda la construcción de Arsat-3 y ese proyecto inicialmente quedó suspendido, ¿por qué lo frenaron?
–Una de las variables económicas principales de los satélites es en cuánto tiempo colmás su capacidad. Si demorás diez años, no te sirve. En ese momento, estábamos terminando Arsat-1 y avanzando con Arsat-2. Por lo tanto, todo nuestro esfuerzo comercial estaba concentrado en esos dos satélites. Además, Arsat-3 estaba diseñado en banda Ka, que es una banda casi de consumidor final que permite brindar servicios de Internet y banda ancha. Es un mercado que en Argentina había que inventar de cero. Nosotros dijimos: “Lanzamos esto y ¿después qué hacemos?”. El desafío comercial era enorme. Otro tema a tener en cuenta era que Arsat-3 estaba pensado para construirse con fondos del Estado, como el 1 y el 2. Ahora, en cambio, el objetivo es construir Arsat-3 con una parte en la banda Ka para empezar a trabajarlo y con flujos propios generados por los otros dos satélites, lo que apunta a garantizar la sustentabilidad del negocio. Necesitamos tomar financiamiento, pero se lo repaga con recursos generados por Arsat-1 y 2.
–¿Cuántos clientes tiene Arsat-1?
–Tenemos cerca de cien clientes. Está ocupado prácticamente a pleno.
–¿Qué clientes tienen?
–Cincuenta por ciento son privados y cincuenta por ciento son públicos. Se les brinda servicio a 2500 escuelas rurales, a Nación Servicios (que lo utiliza para liquidar los pagos realizados con la tarjeta SUBE), a Gendarmería, a YPF, a la Televisión Digital Terrestre, a la radio de ESPN y a señales audiovisuales. Uno de nuestros clientes también lo utiliza en zonas aisladas para conectar torres de celulares a la red.
–¿Cuál es la situación de Arsat-2?
–A partir del lunes va a estar disponible para brindar servicios. El 30 por ciento de la capacidad ya está contratada y a principios de diciembre vamos a comenzar a migrar a esos primeros clientes a los que ahora les estamos brindando servicios con satélites alquilados. Después tenemos que salir del país a buscar nuevos clientes. La posición orbital 81 tiene cobertura hemisférica. Por lo tanto, tenemos que trabajar mucho sobre distribución de contenidos en Latinoamérica. La Argentina es un gran generador de contenidos de habla hispana. ESPN, Fox Sports y Disney Channel producen gran parte de sus contenidos en el país. Por lo tanto, tendría cierta lógica distribuirlo en Latinoamérica con nuestro satélite. Hay que desplegar antenas en Latinoamérica para que lo bajen y después lo inyectan los cableros en sus señales.
–¿Con qué empresas satelitales compiten?
–El 65 por ciento del mercado mundial de capacidad satelital está concentrado en cuatro multinacionales que a su vez concentran la mayoría de las posiciones orbitales: Itelsat, SES, Eutelsat, y Telesat. Frente a estas firmas, creemos que la empresa nacional tiene que tener condiciones favorables en el país para poder desarrollarse.
–¿Qué tipo de condiciones?
–Creemos que deberíamos tener mejor precio por regulación para promocionar la fabricación de satélites nacionales. Por ejemplo, puede haber una regulación que tenga tasas diferenciales para las empresas que tributan en el país.
–El plan actual prevé la construcción de ocho nuevos satélites. ¿Dónde piensan ubicarlos?
–Hay que combinar ubicación en el espacio, objetivo geográfico y espectro disponible. Se conocen hasta seis satélites funcionando juntos, pero hay que ver cómo se combina el uso del espectro. Esto significa que se pueden poner más satélites en las posiciones 72 y 81 con proyectos de servicios. Igual Aftic también está gestionando nuevas posiciones orbitales. El plan contempla la fabricación de los reemplazos de Arsat-1 y 2 con satélites eléctricos o híbridos. También están en carpeta otros satélites que podemos absorber para nosotros y otros que pensamos vender, con o sin posición orbital. Hay varias líneas de trabajo contempladas. Incluso se prevé la posibilidad de asociarnos con países de la región para hacer desarrollos conjuntos. Si logramos concretarlo y darle facturación por venta de satélites o venta de servicios, el plan es sustentable en sí mismo.
–Mauricio Macri aseguró el año pasado, antes del lanzamiento de Arsat-1, que el Gobierno malgastó recursos en empresas satelitales que no funcionan. ¿Temen que todo lo hecho se desmantele si es electo presidente o consideran que el desarrollo satelital es una política de Estado?
–Durante la campaña no dijo nada, pero su principal representante en el Congreso, Federico Pinedo, aseguró que el plan satelital es un comic. Hubo mucha gente trabajando en el plan. Por lo tanto, me interesaría más que lo discuta antes de tirarlo a la basura sin argumentos. Arsat es un caso para no hacer desastres, pero no sé si va a primar la inteligencia política en caso de que Mauricio Macri sea electo presidente.
–Algunos especialistas del sector se quejaron por la velocidad con la que se aprobó el plan porque no hubo tiempo para audiencias públicas que permitieran mejorar el proyecto.
–En el Congreso hubo reuniones de comisión y con asesores de la comisión, pero tampoco hubo voluntad de preguntar o de hacer aportes. Sólo se planteó alguna objeción referida a la asignación de espectro a favor de Arsat preguntando por qué no se lo daban a las pymes, pero sobre el plan no hubo ningún aporte. Además, las cooperativas estuvieron representadas en el Congreso por Fecotel y Fecosur y apoyaron el proyecto.
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