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viernes, 10 de junio de 2016

LARUS 2016. El gran ejercicio de las Fuerza Aérea Argentina “Muy lejos de su fin”

Como rezan las palabras signadas en el escudo alegórico de esta ejercitación, la Fuerza Aérea Argentina continúa con sus ejercicios y maniobras, en medio de espantosas penurias presupuestarias, prosiguiendo las mismas pese al cambio de la administración política en el país. Con muy pocas aeronaves en servicio y un cierto grado desazón que está llegando al espíritu de su personal, este resultado no es caprichoso ni es por la negligencia o impericia de algunos jefes temporales.

Muchas veces y a lo largo de los años hemos explicado en estas la permanente debacle de aquellos componentes de las Fuerzas Armadas que combatieran con inaudito valor y preparación, en la contienda en el Atlántico Sur. Eso no fue gratis, ni para la Aeronáutica ni para la Aviación Naval, ambas en grave situación desde hace lustros, fue el precio de la derrota y los términos de la rendición, acto que los políticos que han gobernado este país del sur del continente han refrendado año tras año, pasan los gobernantes de cualquier signo partidario y todo sigue igual o peor. La otrora Fuerza Aérea Argentina, poderosa y con sus laureles ganados en lucha desigual, hoy es una sombra doliente, que pese a todo no se rinde.

Así se desarrolló Larus 2016, un ejercicio previsto por el Comando de Adiestramiento y Alistamiento (CAA), con el objetivo de adiestrar y evaluar a todo el personal calificado en tareas de defensa contra-aérea, lanzamiento de cargas aéreas y paracaidistas, apoyo de fuego cercano, utilización de fuerzas especiales para el rescate de pilotos y toma de objetivos y los clásicos procedimientos de interceptación en combate, realizando toda este movimiento en los amplios sectores de entrenamiento de la Armada Argentina, más precisamente en la Base Aeronaval Comandante Espora, en la ciudad de Bahía Blanca y con una amplísima zona de operación marítima, todo esto con condiciones climáticas bastante adversas lo que permitieron exigir más al personal y a los materiales.

Para el mejor aprovechamiento y optimización de las capacidades de los sistemas, se planificaron y realizaron misiones con la Fuerza Naval en la búsqueda y rescate de tripulaciones derribadas o accidentadas en las frías aguas del Atlántico, así como el lanzamiento de cargas aéreas, lo que incluyo a jeeps MB-230G del Ejercito y provisiones de dicha institución, como así también a lanzamientos de paracaidistas de las tres fuerzas.

Para llevar adelante estas tareas, se dispuso de un número reducido de aeronaves, como aviones de ataque al suelo IA-58 Pucara, de entrenamiento y ataque liviano IA-63 Pampa, Helicópteros Bell 212 para tareas de transporte, búsqueda y rescate, maquinas FOKKER F-27, en el tramo final de su vida operativa, esperándose su sustitución por aviones Airbus 295W, modelo preferido por los estudios técnicos realizados, Hercules C-130H para transporte y lanzamiento de carga y paracaidistas y de transporte liviano Twin Otter.

También se desplazó al GOE (Grupo de Operaciones Especiales), excelente unidad de combate de la institución, que pudo utilizar las instalaciones que tiene la Infantería de Marina, para realizar cursos de combate urbano y operaciones de rescate de rehenes. El GOE pudo coordinar y trabajar con el Centro de Instrucción del Comando de Instrucción y Evaluación de la Infantería de Marina (COIE), que puso a disposición de la aeronáutica los medios y edificaciones, que son en, cuanto a dimensiones y calidad, muy aptos para el trabajos de unidades de intervención. Asimismo, fueron alistados y enviados a Espora, efectivos del Escuadrón de Vigilancia y Control del Aeroespacio (VYCA), que tiene por misión el control del espacio aéreo en una operación de este tipo.

Se realizó el control de tránsito aéreo en toda la zona, la supervisión de interceptación a los sistemas Pucará y Pampa, que hicieron practicas extensas de combate aire-aire y de ataque a objetivos terrestres, estos últimos en el polígono naval de Isla Verde, además del guiado táctico de los aviones Hércules y Twin Otter para el lanzamiento de cargas y paracaidistas, todo esto en cambiantes condiciones climáticas lo cuales exigieron al personal y equipo.

Un importante número de asistentes al Curso Básico Operacional VYCA, que habían realizado su curso en el año anterior y que ahora están aplicándose para la Etapa III (Aptos para el Combate) pudieron hacer su primer despliegue operativo real e instruirse en el terreno, con la misión de ser efectivos controladores del espacio aéreo.

Dejaron atrás los simuladores y computadoras para interactuar con otros sistemas muy diferentes y en un ámbito que hoy les resulta extraño, pero que será muy común en su futuro en la institución, ya que deberán operar los sistemas de radar de la FAA y buena parte del sistema de vigilancia de la Nación.

No olvidemos que los planes de radarización en curso, que ya hemos explicado extensamente en esta publicación, siguen en marcha para cubrir los cielos nacionales, por lo que se requiere de un fuerte número de especialistas que realicen el apoyo a la navegación y el control seguro de las operaciones aéreas.

El infalible Apoyo Aéreo

El Escuadrón I de Transporte Aéreo participó no solo del movimiento de equipos y personal hasta esta Base Naval, situada a ochocientos kilómetros de la capital argentina, sino que realizó los lanzamientos de cargas aéreas y de paracaidistas durante las maniobras. Fueron lanzados contenedores con cargas varias, así como vehículos tipo jeep MB-230G de la fuerza terrestre, que habían sido previamente acondicionados por efectivos de la Brigada Paracaidista del EA, que también tuvieron importante participación en este ejercicio.

Paracaidistas de todas las instituciones fueron lanzados desde los beneméritos Hércules, e incluso debió suspenderse algún lanzamiento por los excesivos vientos en el sector, los cuales estaban fuera de todos los parámetros autorizados para dicha tarea. Estas mismas dificultades impuestas por las complicadas condiciones climáticas, complicaron el lanzamiento de contenedores y cargas pesadas, que tienen cada uno distintos procedimientos para la carga y estiba en el interior de la aeronave y de los procedimientos en cabina de vuelo, que también son distintos.

Mientras tanto, los aviones IA-58 Pucara de la III Brigada Aérea y los IA-63 Pampa de la IV Brigada Aérea, realizaban misiones de ataque a blancos que estaban situados en un sector marítimo, donde se encuentra el polígono de Isla Verde, donde lanzaron bombas Expal de 125 KG y ametrallaron blancos diversos.

También se realizaron intensos combates aire-aire y se usaron blancos remolcados por los Pucaras, no olvidaron que estos sistemas de armas tienen amplia tarea en los operativos de protección de la frontera norte, contra las incursiones de aviones ilegales que transportan estupefacientes.

Todo esto fue supervisado férreamente por el Director de este ejercicio, el Comodoro Fernando Rubio, con amplia experiencia operativa en la institución, a lo que se agregó la mirada inquisidora del Comandante de Adiestramiento y Alistamiento, Brigadier Mayor Oscar Charadia, que revisto a los efectivos intervinientes.

Casi dos semanas de operación continua fueron lo suficiente para demostrar que la Fuerza aún está viva e intenta, por todos los medios posibles, continuar con el adiestramiento de su gente. Con el aliciente moral de los últimos veteranos que aun prestan servicio y que transmiten los valores de patriotismo y entrega a los jóvenes, la FAA no se entrega fácilmente, así lo recuerda el logo de este ejercicio: “Muy lejos de su fin”. (Luis Piñeiro)

Fotografía: IA-63 Pampa con pods de ametralladoras calibre 762 mm.

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