El dueño de Zanella ya trabaja con el Gobierno para que la idea vea la luz. La historia de una empresa que innova pese a todo
Walter Steiner jamás imaginó, cuando llegó desde Suiza, que la Argentina se convertiría en su hogar. Sin embargo, este ingeniero encontró dos pasiones que lo obligaron a quedarse: el amor por una cordobesa y una empresa a la que le dedicó horas y horas de esfuerzo: Zanella, uno de los fabricantes de motos líderes, con una historia de supervivencia y sueños de fabricar un auto social.
Steiner no se olvida que en 1999, cuando pasó a dirigir la compañía, estaba al borde de la quiebra. “La empresa estuvo al borde de la quiebra y la salvé. Y en 2003 sufrimos de nuevo, porque si tenés fábrica tenés que pagarle a los obreros y no podés no pagarles cuando no hay ventas. Entonces hemos sufrido. Lo mismo con las devaluaciones, porque con ellas cuesta sostener el nivel de venta”, cuenta Steiner, hablando en un español con acento suizo.
No todas fueron malas. Cuando el mercado de las motos tuvo su boom en 2013 y vendió más de 800 mil unidades, la empresa de Steiner estaba de para bienes. “Vendimos más de 100 mil unidades”, recuerda. Hoy en día, ese nivel de ventas anuales se mantiene, con un promedio de $ 12 mil por moto y cuatro plantas productivas.
Con los años Steiner descubrió que dirigir una empresa en la Argentina no era tarea sencilla. Así, compara el Gobierno actual con el anterior. “El Gobierno nacional ha tomado muy buenas decisiones, porque la salida del cepo nos beneficia, porque antes no nos habían dado suficientes dólares para importar y nos limitaron mucho en la importación, por lo que hemos llegado a tener la fábrica durante tres meses cerrada en el pasado”, recuerda el ingeniero.
El plan de Zanella tiene dos aristas: seguir vendiendo e innovar. Para la primera parte, la empresa sabe bien lo que quiere el cliente: buen precio. “Hoy en día la gente busca precio, porque con la devaluación nos aumentó mucho el costo y no aumentaron tanto los salarios; y la gente con la plata que tiene busca un buen producto, entonces tratamos de ofrecer el mejor precio del país”, detalla Steiner y asegura que, pese a los saltos de la economía en los últimos meses, seguirán “adheridos al programa Precios Cuidados”.
Auto social, el plan en carpeta
La parte B del plan tiene que ver con la innovación, y para eso el ingeniero ya puso en marcha su plan de acción. La idea es hacer un auto social que, durante la gestión anterior, les “fue negado” ¿De qué se trata? “El auto social era un vehículo como el Smart o el Chery (por las dimensiones). Con 5 puertas, 4 asientos, volante, motor y la apariencia de un automóvil pero con tres ruedas”, narra Steiner sobre aquél proyecto que otra vez quiere ver la luz.
La idea es fabricarlo 100 por ciento en la Argentina pero que esté homologado como una moto. “Así tendría pagaría menos seguro, menos patente, tendría menos consumo, sería más ecológico y necesitaría menor mantenimiento”, se emociona. El precio es la clave fundamental: si un auto cuesta, por ejemplo, $ 170 mil, el auto social costaría $ 90 mil. Y el público está claro. “No está pensado para ir desde Buenos Aires a la Quiaca, pero sí para una señora que quiere, en el norte, llevar a sus hijos a la escuela, no necesita la velocidad de un automóvil tradicional pero quiere esa comodidad. Entonces, es una gran opción”, asegura sobre el vehículo, que tendría 200 centímetros cúbicos y 15 caballos de potencia.
“Ya hemos hablado con el ministro de Transporte (Guillermo Dietrich) para ver si lo podemos retomar y, quizás, en 2018, lo tengamos en la calle”, cuenta. El "auto social", en el pasado, había sido conocido dentro de la empresa como Zity,
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