En el mercado dicen que Aguad y De Loredo entregaron el monopolio del tercer satélite a la firma de EE.UU
A la bronca en el sector empresario por lo que consideran que es una política neokirchnerista de cierre o monopolización del mercado satelital con el acuerdo con la contratista norteamericana Hughes, el Gobierno sumó ahora un problema político por el estallido del escándalo por la supuesta privatización de Arsat que salió a denunciar el kirchnerismo. Otra vez, Macri corrido por izquierda y por derecha.
el acuerdo (en rigor una carta de intención) con Hughes fue firmado a fines de junio, cuando ya estaba prácticamente confirmado que Oscar Aguad dejaría el Ministerio de Comunicaciones. Lo selló el titular de Arsat, Rodrigo de Loredo, cuyo único activo para ocupar el cargo fue ser yerno del ministro, ya que no es especialista en satélites. Ahora, se descuenta que dejará la conducción de la empresa estatal y se irá con su suegro a Defensa
De Loredo logró convencer a Quintana que se trataba de un negocio redondo: La norteamericana Hughes aportaba los 230 millones necesarios para construir el Arsat 3, lo construiría el Invap y seguía el programa satelital argentino.
El entendimiento implica conformar una empresa conjunta con Hughes para la construcción del Arsat 3. El desarrollo satelital argentino financiado por el Estado fue una política del kirchnerismo que Macri frenó cuando asumió por el alto costo que implicaba. Pero De Loredo operó fuerte para convencer a Mario Quintana y éste terminó aceptando un negocio de 230 millones de dólares para una sola empresa.
De Loredo presentó una propuesta redonda para Macri y Quintana, desesperados por reducir el déficit. Una empresa trae los 230 millones de dólares para construir el tercer Arsat, la política de desarrollo satelital no se frena y la fabricación continúa en manos de Invap. Pero claro que el acuerdo tiene letra chica y el Gobierno hizo fuertes concesiones a Hughes, las que ahora el kirchnerismo denuncia como privatización.
El programa El Destape reveló la carta de intención y las concesiones que contempla. Según esta información, el Gobierno habría aceptado que la compañía estadounidense se quede con el 51% del ARSAT 3 y con el espacio orbital que le correspondía al país. Además, podrá llevar al exterior los dividendos que se generen, que hasta ahora eran para financiar futuros satélites
De confirmarse estas concesiones, el Gobierno habría violado la ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital, aprobada en 2015. Allí se establece que no se pueden ceder los derechos del tercer satélite, a menos que el Congreso lo apruebe con una mayoría calificada.
Otra crítica que se hace es que para el nuevo satélite se comprará tecnología a Estados Unidos (a la firma Thales Alenia), mientras que en los dos primeros se usó al menos un 30% de elaboración argentina. De todos modos, seguirá siendo construido por Invap y operado por los técnicos de Arsat, según se desprende de la carta de intención.
Guerra de lobbys
Detrás del escándalo por la presunta privatización, se esconde una feroz guerra de lobbys entre empresas que buscan hacer pie en el negocio de la banda ancha por satélite, un nicho que apareció por la decisión del macrismo de empezar a abrir el juego a empresas extranjeras, algo que la normativa prohíbe pero el Gobierno elude por los "acuerdos de reciprocidad" con otros países.
Desde el año pasado, más de diez satélites extranjeros fueron autorizados a operar en el cielo argentino y se desató una carrera para ganar espacios. Por caso, acaba de autorizar el satélite Amazonas 3, de la española Hispasat, un gigante del sector que está apostando fuerte a copar el negocio en Argentina. Hispasat es socia de Tesacom, una firma local de José Antonio Sánchez Elía, un lobbysta de la apertura de los cielos, cercano a Federico Pinedo y Héctor Huici,
Los grupos que empujan la apertura satelital están furiosos con la decisión del Gobierno de cederle a Hughes el control del Arsat 3 y el espacio orbital, ya que eran varios los interesados en comprar capacidad (la capacidad del Arsat 1 y 2 fue vendida en su totalidad) para ampliar los servicios de banda ancha satelital, el negocio que más expectativa genera.
Es por eso que en el mercado se quejan porque el Gobierno entregó el paquete cerrado a Hughes, y hablan de un "neokirchnerismo" porque no podrán competir con la empresa estadounidense.
Es que hasta ahora el negocio de la banda ancha por satélite (que sirve para llevar el servicio a zonas rurales o alejadas a centros urbanos sin red de fibra óptica o telefónica) está muy poco desarrollado y con una tecnología bastante obsoleta, por lo que donde se presta el servicio la calidad es bastante mala. Pero la llegada de satélites con tecnología de avanzada, como el Amazonas 3 o el Spaceway 2 (que está empezando a probar Directv) podrían generar un boom del negocio, sobre todo con el empuje que genera servicios de contenido on demand apalancado en la banda ancha como Netflix.
Como nadie se lo quiere perder en el sector están furiosos con De Loredo y dicen que no sólo le generó un conflicto político a Macri sino también con inversores. Es por eso que en el mercado sostienen que la carta de intención con Hughes podría terminar en la nada, sobre todo si el escándalo político sigue tomando temperatura.
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