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martes, 7 de mayo de 2019

Este aliado de EE.UU podría comprar el caza furtivo Su-57 de Rusia y el sistema de defensa aérea S-500

¿O Turquía se quedará con las armas de Estados Unidos como el F-35?

Los planes de Turquía de comprar el sistema de misiles rusos S-400 marcaron un cambio importante en la orientación defensiva de Ankara, lo que provocó una fuerte respuesta de Washington. 


Sin embargo, el acuerdo del S-400 apenas raspa la superficie de la floreciente relación entre Turquía y Rusia en materia de defensa y la amenaza que supone para la coherencia militar de la OTAN.

El Kremlin y Rosoboronexport -la agencia estatal rusa de exportación de armas- están tratando de capitalizar la buena voluntad política de la venta del S-400 con varios otros contratos de alto perfil, incluyendo aviones de caza rusos y un sistema de defensa de misiles de próxima generación.


Cuando el departamento de defensa estadounidense suspendió las transferencias del F-35 a Ankara "a la espera de una decisión inequívoca de Turquía de renunciar a la entrega del S-400" a principios del mes pasado, los comentaristas de la defensa rusa y occidental especularon que Rusia se abalanzaría sobre la oferta del Su-35. Ahora parece, sin embargo, que Moscú tiene la vista puesta en un asunto más importante. En una entrevista concedida a los medios de comunicación estatales turcos, el jefe de Rostec, Sergei Chemezov, sugirió que Moscú está dispuesta a firmar un contrato con el Su-57: "Estos aviones de combate rusos de quinta generación el Su-57 tienen cualidades excepcionales y son prometedores para la exportación"


Chemezov añadió que Rusia está "dispuesta a cooperar" en una posible venta del Su-57 para "apoyar el deseo de Turquía de desarrollar su propia industria de defensa". Esta propuesta se hace eco de propuestas rusas similares a las de China y la India, reflejando la estrategia de desarrollo impulsada por las exportaciones de Rusia para la plataforma Su-57

El gobierno del presidente turco Recep Erdoğan aún no ha comentado la posibilidad de adquirir el Su-57. La cuestión de la preferencia temporal, es decir, cuánto tiempo están dispuestos a esperar para recibir su pedido, puede ocupar un lugar destacado en la decisión de Turquía. Dado que el Su-57 está empezando a producirse lentamente en serie, es poco probable que la Fuerza Aérea de Turquía reciba su primer lote de Su-57 hasta por lo menos principios de 2020. Mientras tanto, el F-35 no sólo está ampliamente disponible para la exportación, sino que es producido, en gran parte, por empresas turcas con sede en Turquía.


Ankara ha sido menos ambivalente al expresar su interés en el próximo sistema de defensa aérea S-500 de Rusia. "Concluimos el número S-400, firmamos un acuerdo con los rusos y comenzaremos la coproducción. Más tarde, es posible que trabajemos con S-500", anunció Erdogan en una entrevista reciente. Sin duda, una compra de este tipo no sería posible sin una clara justificación militar. Habiendo entrado ya en el ecosistema ruso de defensa antimisiles con el S-400, podría tener sentido desde el punto de vista técnico que Turquía considerara la posibilidad de actualizar su sucesor en aras de la coherencia de los sistemas, si no otra cosa.

Aún así, el sector de defensa turco está bien versado en apalancar a Rusia y a Occidente unos contra otros en busca de condiciones de importación favorables. Para Ankara, este tipo de proclamaciones simplistas pueden ser menos que una declaración concreta de intención de comprar hardware ruso y más que una moneda de cambio en las futuras negociaciones de armas de la OTAN. Al igual que con el contrato S-400 negociado con éxito, cabe esperar que Rosoboronexport ofrezca el S-500 a una fracción del precio impuesto por sus homólogos estadounidenses.


La industria de defensa estadounidense no está exenta de contramedidas contra el agresivo modelo de precios de Rusia; en particular, Washington puede ofrecer a Ankara el sistema de misiles Patriot de la competencia con un descuento. Sin embargo, esto es más fácil de decir que de hacer; los posibles subsidios deben negociarse con Raytheon (fabricante de Patriot), y una concesión selectiva a Turquía puede sentar un peligroso precedente para que los posibles clientes de F-35 se apoderen de ellos.

El renovado interés de Ankara por el material militar ruso llega en un momento de gran tensión en las relaciones entre Turquía y la OTAN, una apertura que el Kremlin ha estado trabajando para explotar. Queda por ver si esto resulta ser un mero obstáculo o si marcará el comienzo de una reorientación permanente de las prioridades de defensa turcas.

Fuente:nationalinterest

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