Los C-130 del Ala 31 han acumulado más de 120.000 horas de vuelo recorriendo más de medio mundo.
Parecía que este día no iba a llegar, pero lo hizo, y llegó el momento de despedir a todo un coloso, el robusto Lockheed C-130 Hercules del Ejército del Aire, T.10 en nomenclatura militar, o Dombo por su código radio.
La base aérea de Zaragoza fue testigo el pasado lunes, 21 de diciembre, de la entrañable despedida que el Ejército del Aire quiso brindar al que fue su mayor avión de transporte durante sus casi 47 años de servicio, el Lockheed C-130 Hercules.
El propio rey Felipe VI quiso trasladar un mensaje de felicitación a todos los aviadores y, en especial, a los miembros del Ala 31, por medio de una llamada telefónica al jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire (JEMA), general Javier Salto. Tal es la importancia de la máquina que se despide.
Un acto militar al que pusieron colofón el propio JEMA y el jefe de Estado Mayor de la Defensa, general Miguel Ángel Villarroya. Para el primero “decimos adiós a una leyenda. Lo echaremos de menos porque el Hercules es un poco de todos los aviadores de todas las unidades del Ejército del Aire”. El segundo, piloto del Ala 31 en el pasado, manifestó emocionado que en el Hercules comenzó su vida como aviador y se calificó a sí mismo como “el componente del Ala 31 en activo más antiguo”. Y no le falta razón.
De los últimos C-130 en servicio, uno (el T-10-3) se reservará para el Museo de Aeronáutica y Astronáutica en Cuatro Vientos, cuatro se han vendido a Uruguay y Perú, y los otros cinco a la empresa estadounidense Blue Space que los desguazará para repuestos.
Coge el relevo el A400M. Desde ahora, como dijo el coronel jefe del Ala 31 en mayo de 2017 cuando se presentó este moderno avión, “iremos más lejos, más rápido y más cargados”.
Fuente:https://fly-news.es
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