El sistema ruso de misiles 3M22 Zircón tiene el potencial de transformar la guerra marítima. Sin embargo, el sistema tendrá su efecto más significativo en las relaciones entre Rusia y la OTAN en forma de incertidumbre: la información limitada y la alteración del statu quo funcionan como eficaces lubricantes para la escalada política y militar en las siempre cambiantes fronteras de la OTAN.
A diferencia de sus competidores, una proporción significativa de los esfuerzos rusos en materia de tecnología de misiles hipersónicos (HMT) ha girado en torno a los sistemas de misiles hipersónicos con capacidad nuclear, una posición que el Presidente Putin justifica como necesaria a la luz de la retirada de Washington del Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) en 2002.
Para evitar generalizaciones, este artículo se centra en el Zircón específicamente, en lugar de los sistemas Kinzhal o Avangard lanzados desde el aire, así como en el uso convencional en lugar de la cuestión del efecto de los HMT en el estancamiento nuclear.
Impacto operativo previsto
La revitalización de la alicaída Armada rusa es, sin duda, la función principal del Zircón. Las capacidades navales rusas hace tiempo que palidecen en comparación con el coloso estadounidense, y su único portaaviones, el Admiral Kuznetsov, de propulsión diesel, parece destinado al dique seco. Una flota rusa en ciernes es incapaz de competir con los equivalentes de la OTAN y Estados Unidos.
La velocidad hipersónica, combinada con una impresionante maniobrabilidad a baja altura, permite al Zircón lanzar su carga útil, potencialmente destructora de portaaviones, sin temor a ser interceptado o contraatacado. El equipamiento de la amplia flota de buques de control rusos (como las corbetas de la clase Buyan) con el Zircón proporciona la capacidad de inutilizar buques mucho más grandes y fuertes, desestabilizando la doctrina naval dominante a una escala que algunos comparan con la revolución de los portaaviones de la década de 1940.
A pesar de los temores occidentales, el Zircón no significa necesariamente el fin de la firme presencia de la OTAN cerca de las aguas rusas.
Debido al desarrollo incompleto, por ejemplo, la ausencia de una variante para submarinos, los arsenales supersónicos existentes y un coste estimado de 1 a 2 millones de dólares por misil, es muy probable que el Zircón no entre en servicio hasta 2022 a nivel político y psicológico. En cambio, el grueso de los buques con capacidad misilística probablemente llevarán los misiles Onyx y Kalibr subsónicos en el futuro inmediato; el productor de Onyx, NPO Mashinostroyeniya, suministró 55 misiles a la marina rusa en 2019, más de los que la empresa ha fabricado en cualquier otro año.
A pesar de los largos plazos y las limitaciones que rodean la implementación generalizada del Zircón, Rusia sigue celebrando la majestuosidad del proyecto mientras el nerviosismo de los miembros de la OTAN aumenta, pero ¿por qué? La respuesta se encuentra en el papel del Zircon en la construcción de la identidad rusa, y posteriormente en el papel de las percepciones y la incertidumbre hacia los sistemas de misiles hipersónicos
Política, percepciones e incertidumbre
El Zircón, sin restarle importancia a su impacto en el campo de batalla, afecta en cierta medida a la seguridad europea al fomentar la incertidumbre, en gran medida a través de la construcción de la identidad. La implementación del sistema de misiles hipersónicos ayuda a unir a la base nacional rusa; la identidad rusa enmarcada por el régimen de Putin durante 20 años en términos de seguridad y militarización permite que los sistemas de misiles hipersónicos tengan un notable efecto de "reunión en torno a la bandera" que evoca la Guerra Fría. Este impacto psicológico y la ventaja política del sistema Zircón para Rusia disminuyen las posibilidades de los tan necesarios acuerdos de HMT, ya sean bilaterales o multilaterales. A Moscú no sólo le interesa mantener su ventaja tecnológica, sino que la identidad civilizacional militarizada y separada significa que la seguridad colectiva europea no es la prioridad de Rusia.
Las tensiones entre las fuerzas de la OTAN y Estados Unidos y Rusia no son un fenómeno inducido por los misiles hipersónicos, con constantes altercados e interrupciones de los simulacros por ambas partes. Sin embargo, tal y como ha señalado el ex general al mando del Ejército de Estados Unidos en Europa, el teniente general Ben Hodges, así como una letanía de estudiosos de las Relaciones Internacionales, los vacíos de poder y los malentendidos en la región son los que conducen a una escalada de estas tensiones y a un posible conflicto. El carácter secreto, militarmente revolucionario y no regulado del Zircón, y la falta de claridad en torno a su caso de uso, amenazan con generar malentendidos y, por tanto, con aumentar las tensiones. Aquí es donde reside la amenaza inmediata del sistema de misiles Zircón para la OTAN.
La amenaza de la incertidumbre que suponen el Zircón y otros sistemas hipersónicos rusos recuerda a la tristemente célebre "brecha de los misiles" de la Guerra Fría en la década de 1960, en la que Estados Unidos sobrestimó enormemente los arsenales de misiles soviéticos debido al miedo y la desinformación. La percepción de las capacidades de los misiles soviéticos influyó en la política estadounidense y en la política exterior, aumentando las tensiones entre los adversarios ideológicos.
Se espera que las respuestas occidentales al Zircón (tanto en misiles como en sistemas de interceptación actualizados) se desarrollen a una velocidad similar a la de los propios sistemas. Sin embargo, la peligrosa incertidumbre política y operativa que conlleva el Zircón significa que los intentos de reducir la asimetría de la información, y de abrir debates reguladores, es más importante ahora, en los años de formación del sistema, que nunca.
Fuente:https://ukdefencejournal.org.uk
No hay comentarios:
Publicar un comentario