El Contralmirante retirado de la Armada Argentina destacó los aspectos más importantes de la cartera militar local y resaltó la importancia de las buenas estrategias adecuadas a los tiempos que corren
Para Urchipía, el objetivo de las Fuerzas Armadas requiere del compromiso creativo e interdisciplinario de ellas y de su conducción política. Foto: Fernando Calzada.
El Contralmirante retirado de la Armada Argentina Gabriel Urchipía repasó algunas cuestiones referidas a la defensa nacional y a las estrategias que deben mantenerse en el actual contexto global, en el marco de una serie de entrevistas que formarán parte de un libro que será publicado por la Editorial Taeda este 2020. Urchipía se graduó como licenciado en Sistemas Navales, licenciado en Investigación Operativa y tiene una maestría en Administración de Negocios en los Estados Unidos. Además, es docente e investigador de posgrados de la Universidad del Salvador (USAL) y la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Previo a su retiro de la Armada en el año 2013, ocupó cargos ejecutivos y directivos en la Defensa en áreas del planeamiento estratégico, auditoría y control interno, operaciones, logística y recursos humanos. En los últimos años, se desempeñó como director nacional de Ciencia y Tecnología para la Defensa, donde coordinó y gestionó las actividades de investigación del Ministerio.
–¿Hacia dónde va el “para qué” de la Defensa nacional?
–El “por qué” de la Defensa ya está definido en la Constitución nacional, en la Ley de Defensa y en una serie de normativas posteriores. El “para qué” requiere del compromiso creativo e interdisciplinario de las FF. AA. entre sí y su conducción política con el propósito de ofrecer sus mejores esfuerzos en un trabajo significativo con el cual puedan sentirse valoradas por la sociedad. Es importante tener en cuenta que la defensa es un sistema muy complejo, con muchas interrelaciones e historia, que debe ser pensado a la luz de lo que ha sucedido en los últimos 30 años, desde el retorno de la democracia. La Ley de Defensa data de 1988 y, desde ese año en adelante, la Defensa ha estado en un proceso de crisis permanente. Ese es el síntoma. Hoy deberíamos pensar con seriedad si no tenemos un problema con la Ley de Defensa. El mundo ha cambiado: nos encontramos en un planeta mucho más globalizado, la Guerra Fría ya terminó y tendríamos que atrevernos a optimizar la administración de la violencia por parte del Estado nacional.
–En Argentina, ¿las responsabilidades siguen estando compartimentadas?
–En Argentina, todo termina siendo un juego de suma cero, porque detrás de cada organismo están las disputas de presupuesto. Entonces, cuando desde una postura políticamente correcta, se dice que se van a coordinar acciones y se realizan reuniones de coordinación, a la larga cada jurisdicción lucha por su porción de presupuesto. Eso implica una vulnerabilidad muy grande para la Defensa, porque esta cartera no tiene recursos extrapresupuestarios y su personal no recibe adicionales en sus salarios. No hay flexibilidad. Si el presupuesto no prevé un recurso para determinada tarea, no es posible destinarlo a esa tarea.
Según el contralmirante retirado de la Armada, lo que pasó con el submarino ARA San Juan es una demostración del deterioro en materia de presupuesto en el área de defensa. Foto: Fernando Calzada.
–¿El presupuesto para gastos que no tengan que ver con los salarios de las FF. AA. se restringe cada vez más?
–Si hay algo bueno de todo este tiempo, es que se han publicado muchos artículos hablando sobre la situación presupuestaria de las FF. AA. y su deterioro progresivo. El caso concreto del submarino ARA San Juan también es una demostración de ese deterioro. Entonces, repensar hacia dónde va el “para qué” de la Defensa implica observar lo que hacen las FF. AA. en otras partes del mundo, donde su rol principal dejó de estar asociado exclusivamente con la defensa de la soberanía. Además, si nos preguntáramos en qué consiste esa defensa de la soberanía, podríamos ver que, después del fin de la Guerra Fría y con la globalización y la disrupción tecnológica, las fronteras quedaron absolutamente desdibujadas, lo cual aumentó la complejidad y los costos de sus medios y misiones. Desde ese punto de vista, tenemos un gran inconveniente.
"Con la globalización y la disrupción tecnológica, las fronteras quedaron absolutamente desdibujadas, lo cual aumentó la complejidad y los costos de sus medios y misiones".
–¿Qué papel cumplen las alianzas internacionales en la política de Defensa nacional?
–Es muy importante ser buenos socios y tener buenas alianzas. En el Atlántico Sur, no será posible hacer una coalición o entablar una colaboración con otros países si no tenemos medios operativos confiables y disponibles para poder “intercambiar figuritas” con otros países. Antes, las alianzas se producían intercambiando propósitos o fines entre los actores. Hoy, más que nunca, lo importante son los medios de los que se dispone, tanto para colaborar como para desafiarse. Esto se ve en las reuniones del presidente de EE. UU., Donald Trump, con el líder de Corea del Norte, Kim Yong-un. La posesión de misiles que pueden golpear a EE. UU. y sus socios le permite a Corea del Norte sentarse a la misma mesa. Si no se tienen referentes y medios, no es posible sentarse a ninguna mesa. Por otro lado, cuando se piensa en opciones colaborativas, también hay que tener presente la economía de alianzas. Podemos asociarnos con otro país, y esa forma colaborativa de hacer las cosas tendrá un efecto positivo en los presupuestos. Cuando elaboramos el Plan de Capacidades Militares, había que superar el paradigma de las hipótesis de conflicto, que, si bien sigue existiendo, había llevado a la escalada de los conflictos y las carreras armamentistas. Entonces, lo que buscamos fue prescindir de un enemigo concreto a través del desarrollo de capacidades y competencias para poder conducir determinadas operaciones en forma efectiva y con fuerzas mínimas. Sin embargo, nunca se contó con un presupuesto adecuado para que pudiera desarrollarse.
Ciberdefensa, un eslabón clave en las estrategias de defensa nacional. Foto: Archivo DEF
–¿Qué lugar debe ocupar la ciberdefensa en la estrategia de Defensa?
–Recuerdo que, en 2012, cuando era subjefe del Estado Mayor Conjunto, hicimos el primer Plan Estratégico de la Ciberdefensa, en el marco de Plan de Capacidades Militares. Para eso, proponíamos que los primeros cinco años formáramos recursos humanos, porque sin esos talentos y sin referentes, de nada serviría cualquier proyecto que encaráramos para enfrentar ese tipo de amenazas. Cuando hablamos de soberanía y de infraestructuras críticas, la Defensa tiene algo que decir siempre. El año pasado, cuando las FF. AA. estaban trabajando en un nuevo Plan de Ciberdefensa, el Ministerio de Seguridad emitió su Normativa sobre la ciberseguridad, donde las FF. AA. casi no estaban consideradas. Ahí uno ve cómo, en el Estado nacional, cada actor lucha por su cuota de poder y presupuesto.
"El mundo está evolucionando y hemos visto que, cuando ha habido alguna catástrofe natural, las FF. AA. han intervenido", afirma Urchipía. Foto: Archivo DEF.
–¿Es realista plantear la defensa de los recursos naturales como una hipótesis para las FF. AA.?
–El mundo está evolucionando y hemos visto que, cuando ha habido alguna catástrofe natural, las FF. AA. han intervenido. Cada organización del Estado posee un rol específico y su momento de actuación. Sin embargo, hay situaciones que superan todas las previsiones y se necesita tener una organización que actúe frente a la emergencia, lo cual puede suceder cuando se producen contingencias múltiples. Mientras exista el Estado nación, tener instituciones entrenadas, capacitadas y subordinadas a las necesidades y decisiones del Gobierno justifica que se las prepare para dar respuesta a esas contingencias. Esto no solo incluye el territorio nacional, sino que se extiende al resto del mundo, mediante opciones colaborativas con instituciones internacionales o con otros países.
Para el licenciado en Sistemas Navales "la Armada es un actor clave en la vigilancia y el control" de espacios como la Antártida y las Malvinas. Foto: Archivo DEF.
–Refiriéndonos a temas específicos de la Armada, ¿qué rol tienen hoy los recursos marinos argentinos y su proyección sobre Malvinas y la Antártida?
–Sin lugar a dudas, la Armada es un actor y siempre lo ha sido en la vigilancia y el control de dichos espacios. Su presencia llega hasta el mantenimiento de la logística antártica. Tuve la oportunidad de ser comandante conjunto antártico y de entender el aporte que hicieron las FF. AA. con sus medios en ese continente. El doctor en Geología Rodolfo del Valle me dijo que hoy la soberanía es conocimiento, y quien lo tenga, podrá defender sus derechos soberanos en el futuro. La Armada tiene un rol que cumplir en el Atlántico Sur, su proyección sobre la Antártida y zonas de la convergencia antártica. Hay muchas opciones cooperativas para evitar que las riquezas de nuestro mar sean mal explotadas por países u organizaciones cuyo objetivo es otro. He navegado mucho en el mar Argentino, he participado en la captura de pesqueros y debo decir que la presencia de la Armada contribuyó decisivamente a controlar sus espacios marítimos. Estas tareas forman parte de la presencia del Estado nacional en la vigilancia y el control de sus espacios marítimos. Sin embargo, para operar en mares tan hostiles, es muy importante contar con medios en condiciones y personal entrenado para poder hacer esas tareas con seguridad.
"Somos uno de los países que se encuentran más cerca de la Antártida, con todo lo que ello implica. Eso justifica pensar en serio la estrategia y la política de defensa"
–¿La Armada se sigue pensando como una Marina oceánica?
–En el mar Argentino y su proyección oceánica, por su carácter tan hostil, no es conveniente que los buques chicos se arriesguen a navegar. Argentina es una península que se inserta con dirección al Polo Sur. Contamos con un mar inmenso, con vientos fuertes y olas elevadas que vienen de la Antártida. Necesitamos tener medios que puedan enfrentar esos mares en forma segura. No es posible hacer eso sin medios oceánicos. Navegar por el Atlántico Sur requiere personal adiestrado y medios adecuados. La Armada tiene, además, responsabilidades internacionales de búsqueda y rescate desde el litoral de la costa argentina hasta la mitad del océano Atlántico. Si asumimos esas responsabilidades y sumamos la Antártida, la Armada Argentina debe contar con medios y tripulaciones entrenadas. No necesitamos medios sofisticados para poder estar al nivel de las potencias, sino que tenemos que cumplir tareas en un litoral muy amplio, con una proyección marítima muy importante. Somos uno de los países que se encuentran más cerca de la Antártida, con todo lo que ello implica. Eso justifica pensar en serio la estrategia y la política de defensa.
Urchipía afirma que la Armada debe seguirse pensando como una "Marina Oceánica". Foto: Archivo DEF.
–¿Hay posibilidades de generar una mayor complementariedad entre la Armada y la Prefectura Naval?
–Las normas son las que deben cambiar para que comiencen a mejorar sus relaciones de cooperación. Si no cambian esas normas, van a continuar las disputas. Coordinar acciones significa aceptar al otro en un determinado rol y disponer de presupuesto para que se desempeñe dicho rol. En esta disputa, cada institución lucha por su presupuesto, más allá de las superposiciones de funciones, por lo que es muy difícil avanzar en cualquier coordinación. En los EE. UU., la Guardia Costera patrulla los mares, pero a su vez integra con personal las dotaciones de los buques de guerra norteamericanos de forma tal que asegure los procedimientos operativos y administrativos frente a los delitos cometidos en el mar.
–¿Cuál es el rol de la Defensa en este nuevo contexto internacional?
–Carl von Clausewitz decía que la guerra empieza con la defensa, nunca con la ofensiva. Cualquier país puede decidir cómo responder ante una agresión. La Defensa tiene que sostener sus capacidades para cumplir las misiones que se le ordenen. Mientras tanto, su deber es alistar medios, entrenar y cuidar a su personal. Un instrumento militar sirve si posee alguna capacidad de disuasión, y para eso hay que ser creíbles. Hoy vemos que aparecen nuevas formas de violencia como la “guerra híbrida”, y cambios tecnológicos que ponen a prueba la voluntad de una nación para defender lo que le pertenece. La defensa no es solo un problema de recursos presupuestarios, sino una cuestión de integridad de valores, donde las decisiones políticas importan y la soberanía, que ha pasado a ser el nuevo activo intangible de la nación, tiene su límite en el valor ético de lo que queramos dejar a las futuras generaciones.
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