Estados Unidos es uno de esos países donde el secretismo alrededor de algunos proyectos se puede mantener durante décadas. Fruto de esos programas que se llevan a cabo dentro de los hangares más seguros de las bases aéreas más aisladas salen algunos aviones como el SR-71 Blackbird o el Boeing 747 del "juicio final"
Para verlos de cerca, en España nos tenemos que conformar cuando vienen de visita a algunas bases aéreas en territorio nacional, pero en los cielos estadounidenses es mucho más común encontrárselos realizando maniobras.
Y dentro de esos aviones tan extraños, hay incluso otros que, a pesar de llevar varios años operativos, siguen siendo todo un misterio.
Uno de ellos es un Boeing 737-200 apodado como RAT55 -por su indicativo de vuelo- que solo ha sido cazado en un puñado de ocasiones por los profesionales de la fotografía y los aficionados en busca de rara avis.
Está considerado uno de los aviones más secretos de todo el país norteamericano -y por tanto del mundo- hasta el punto de que no se le conoce base de operaciones. Su extravagante y llamativa forma le impide pasar desapercibido y cada nueva fotografía es casi celebrada como un triunfo.
El avión ultrasecreto
Desde que salió de la factoría en 1974 el avión ha servido únicamente a las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en diferentes cometidos. Primero, dentro de la flota de entrenamiento de navegación aérea durante 23 años hasta que en 1997 se retirara a una campa a la espera de tiempos mejores. En aquella época, estos aviones entrenadores eran denominados T-43 y el protagonista de la historia formaba 'familia' junto a otros 18 aparatos escuela.
El apacible descanso en una base aérea en Tucson (Arizona) tan solo le duró 2 años; momento en que fue reacondicionado y elegido por la propia Fuerza Aérea para un programa secreto relacionado con el diseño de aeronaves furtivas. Esas que son capaces de pasar desapercibidas a los radares enemigos e integrarse más allá de la línea de combate. Ya con su renovada forma y rebautizado como NT-43, el primer vuelo de la segunda juventud del 737-200 fue el 21 de marzo del 2001 y, desde entonces, se le ha podido ver en muy pocas ocasiones.
El apodo RAT no parece tener nada que ver con el pequeño mamífero que en español se traduce como 'rata'. Según apuntan desde The War Zone, sería el acrónimo de Radar Aicraft Testbed, algo así como un banco de pruebas de radares. Una función que tiene atribuida desde que se integró -tras su rescate- dentro del Air Force Material Command donde allí realiza funciones esenciales en la comprobación y certificación de nuevas aeronaves.
Pasar el examen llevado a cabo por el RAT55 parece que es de una de las últimas pruebas de validación de los futuros aviones furtivos. Casi con total seguridad, bajo su lupa pasaron algunos modelos ya míticos como el F-22 Raptor o el tan de moda F-35. Además de los que están por venir, también podría haberse usado en modificaciones de fuselaje que se han aplicado a algunas aeronaves en los últimos tiempos para medir la huella radar.
Lo que más llama la atención del RAT55 son sus dos bultos en la parte delantera y trasera del avión. En ellas se encontrarían dos radares avanzados cubiertos por radomos y unos sensores capaces de detectar la huella infrarroja de la aeronave sometida a estudio. Para esta última tarea se usan las dos pequeñas torretas situadas una encima de cada uno de los radomos.
En cuanto al resto de la aeronave, no se aprecian más protuberancias extrañas más allá de unas cuantas antenas que en un aparato de origen militar no añaden más incógnitas. Pero en algo en lo que sí han reparado los analistas, es la zona superior delantera del fuselaje. Donde se puede apreciar un color más oscuro que el resto. Esta marca podría tratarse de un espacio que puede usarse para instalar antenas satelitales u otro tipo de sensores desconocidos.
Proyectos furtivos
Pero este 737-200 con casi medio siglo a sus espaldas sería totalmente inútil si no es por los diferentes programas secretos de Estados Unidos. Uno de los últimos en aparecer -siempre resguardado por un halo de secretismo- ha sido el Northrop Grumman B-21. Un bombardero furtivo que se las promete muy felices dentro de la Fuerza Aérea.
Se trata del natural reemplazo de alguna de las viejas glorias del ejército que llevan sirviendo desde los años 80 como el Rockwell B-1 Lancer. El B-21 está siendo uno de los proyectos más mimados económicamente por el Departamento de Defensa, con una asignación que ascendía a los 11.000 millones de dólares hasta el año 2019. Y los que quedan hasta que la primera unidad se entregue a la USAF en 2025, sin contar posibles retrasos y sobrecostes.
El bombardero podría realizar las pruebas de sus propiedades furtivas monitorizado por el RAT55 en alguna base secreta en el lugar más inhóspito de Estados Unidos. Pero por el momento no se trata más que de un proyecto que se está desarrollando y que seguramente tardaremos en ver.
Otra de las características del B-21 es que, en un primer momento, se tratará de una aeronave tripulada convencional pero el Departamento de Defensa no cierra la puerta a que se convierta en una aeronave autónoma. Un paso que ya ha optado para otros sistemas de menor tamaño como el dron gasolinera -que realizó el primer reabastecimiento en vuelo hace unos días- o todas las aeronaves dentro del proyecto Skyborg.
Fuente:https://theworldnews.net
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