El presidente de la CONAE, Conrado Varotto, habló con TSS sobre el nuevo plan espacial argentino, el desarrollo del Tronador II y por qué considera que el futuro está en los satélites de arquitectura segmentada. Su optimismo con respecto al apoyo del Gobierno al sector satelital pese al recorte de presupuesto en ciencia y tecnología.
Por Bruno Massare
Agencia TSS — Conrado Varotto (Padua, Italia, 1941) caminó como pocos en la Argentina ese puente a veces tan difícil de transitar entre el sector académico y la industria. En 1968, tras doctorarse en Física en el Instituto Balseiro, hizo su posdoctorado en el Departamento de Ciencia de los Materiales de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos.
A su regreso creó y coordinó el Programa de Investigaciones Aplicadas (PIA) de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), donde se hicieron numerosos desarrollos vinculados al desarrollo nuclear. Inspirado en la experiencia de creación de empresas en el todavía incipiente Silicon Valley, Varotto creó en octubre de 1976 la empresa de tecnología INVAP (por investigación aplicada) como Sociedad del Estado de la provincia de Río Negro.
Varotto fue el primer gerente general y técnico de INVAP, entre 1976 y 1991. Durante ese período, la empresa desarrolló la tecnología de enriquecimiento de uranio por difusión gaseosa, construyó la planta de producción de uranio enriquecido en Pilcaniyeu y comenzó la construcción de diversos reactores, algunos de ellos con destino de exportación.
Tras su salida, en medio de una crisis de la empresa, asumió en 1994 como presidente de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), creada tres años antes tras la desactivación del proyecto Cóndor por pedido de Estados Unidos. En 1996 fue designado director ejecutivo y técnico del organismo espacial, cargo en el que permanece hasta hoy y desde el que impulsó sucesivos planes de desarrollo satelital y acuerdos de cooperación internacional, que además permitieron que INVAP se diversificara hacia el diseño y desarrollo de satélites nacionales de observación y geoestacionarios.
El pasado martes 3 de octubre, Varotto fue distinguido con el título de doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y tras la ceremonia habló con TSS sobre el estado de los principales proyectos de la CONAE —que este año tuvo un presupuesto de 2297 millones de pesos— como el desarrollo del lanzador satelital Tronador II y el proyecto SARE, de satélites de arquitectura segmentada. También se refirió a los cambios en la dinámica del sector espacial con la llegada de muchas empresas a este sector, a por qué la CONAE “no está en tema” con respecto a los satélites geoestacionarios de ARSAT y de su confianza en el apoyo al plan espacial por parte del Gobierno, pese a los recortes que sufre el sistema científico-tecnológico argentino.
¿Cómo definiría al momento actual de la política espacial argentina?
El plan espacial que abarca los próximos 11 años ha sido aprobado por el directorio de la CONAE y está a la firma del presidente. Hubo una total continuidad con respecto a la ejecución del plan espacial. Nunca hemos encontrado una administración que no nos apoyase.
Pero hubo retrasos en proyectos como el de arquitectura segmentada por limitaciones presupuestarias.
Una cosa es el plan espacial que yo preveo y luego el decreto que lo aprueba, que suele ajustar la ejecución a las reales disponibilidades presupuestarias. Esto nos ha pasado con todos los Gobiernos, uno no puede vivir creyendo que está en un repollo. Puede ocurrir que haya años en que se aceleran ciertas cosas y otros en los que se diga “tengo otras prioridades”. Eso va más allá de las demoras que uno pueda tener por cuestiones técnicas, porque cuando uno se mete en proyectos muy avanzados está casi en el límite de lo desconocido y se puede encontrar con sorpresas.
¿El próximo hito es el lanzamiento del SAOCOM?
Sí, el SAOCOM es el próximo gran objetivo, al que le va a seguir el lanzador satelital. El corazón del nuevo plan es la arquitectura segmentada. Pero ese corazón no sirve si no tengo el lanzador, está todo concatenado.
“Cuando tengamos la versión operativa del lanzador satelital la exigencia será que el 90% del costo sea de origen nacional”, dice Varotto.
¿Por qué? ¿Por costos?
Lo puedo hacer, pero si los costos de los lanzamientos los tengo que pagar a precios internacionales se vuelve inviable. El lanzador nacional tiene la gran ventaja de que es totalmente escalable, lo único que uno cambia es la cantidad de motores y de combustible. Cuando tengamos la versión operativa del lanzador la exigencia será que el 90% del costo sea de origen nacional. Si logramos aplicar la misma idea para los satélites de arquitectura segmentada es evidente que vamos a tener componentes accesibles y un impacto en la economía nacional.
¿En qué estado está hoy el desarrollo del lanzador satelital?
Decidimos interrumpir el desarrollo de los vehículos experimentales (la serie VEX) porque consideramos que con lo ya hecho no íbamos a aportar mucho más con otro experimental que lo que aportaría el modelo tecnológico. Hoy disponemos de facilidades que no teníamos cuando encaramos los experimentales, por lo que vale la pena detenerlo para bajar costos, que es un problema real. ¿Se asumen más riesgos? Sí, se asumen, pero consideramos que podemos hacerlo y que se compensa con el ahorro en costos.
¿Para qué fecha estiman tenerlo listo?
En este momento estamos construyendo la base de lanzamiento en Bahía Blanca. Lo que sí está muy avanzado en la base de Pipinas es la manufactura de la parte estructural, tanto del vehículo como de los tanques de combustible. A fines del año que viene deberíamos tener un vehículo lanzador satelital. No hablo del lanzamiento, ¿eh? Eso dependerá de muchas cosas, desde la asignación de recursos hasta de algún tipo de dificultades que podamos encontrar.
Empresas como SpaceX están haciendo pruebas con cohetes reutilizables. ¿Qué tan lejos se está tecnológicamente de eso?
No hay razón para que nuestro proyecto no sea así, pero no lo vamos a probar ahora porque no es el objetivo. Es un tipo de tecnología que se puede elegir, entre varias. Es probable que nosotros lo recuperemos en la zona de separación. Cada tecnología también depende del propósito y de otros factores. De hecho, si SpaceX avanza con el proyecto del viaje a Japón en media hora lo van a tener que recuperar en el mar.
¿Cómo impacta la creciente ola de empresas que ingresan en la actividad espacial?
Es normal que aparezcan empresas y que se encuentren soluciones más sencillas que las elegidas por las agencias espaciales, que no buscan un negocio. El problema es que, así como cuando empezó la aviación no había regulaciones, en la parte espacial hace falta que se haga algo en cuanto a la proliferación de desechos en órbita, es algo que se está viendo en Naciones Unidas.
Recambio generacional
¿Qué quedó de la idea de crear una agencia espacial latinoamericana?
No tuvimos el acompañamiento de Brasil como hubiésemos querido. Pero en algún momento se tendrá que dar porque habrá emprendimientos que un solo país no podrá encarar.
No mencionó la misión SABIA-Mar (Satélite Argentino Brasileño para Información del Mar) entre los proyectos. ¿Brasil se está desligando?
Es un proyecto que tiene su propia prioridad porque es binacional y viene con financiación del CAF (Banco de Desarrollo de América Latina), lo que establece ciertos plazos. En la forma en que fue diseñado el proyecto, aun cuando Brasil se atrasara, eso puede tener ciertas ventajas. Como la misión estaba diseñada para que la revisita sobre costas argentinas y brasileñas tuviera una cierta periodicidad, la forma de la Argentina hace que con uno de los satélites se pueda cubrir lo que necesitamos. Obviamente, con dos satélites habría más periodicidad, pero si ellos llegan más tarde en realidad es como si la misión prolongara su vida.
¿Considera que la Argentina podría posicionarse como un exportador de satélites así como lo ha sido de reactores? INVAP está asesorando a Paraguay al respecto…
No se pueden comparar ni las tecnologías ni las épocas. Un satélite no es lo mismo hoy que 20 años atrás. Veo más factibles los proyectos conjuntos, de los que también puede salir un producto exportable. También pueden ofrecerse ciertos servicios asociados, como análisis de imágenes. Cuando tengamos la arquitectura segmentada sí podremos ofrecer algo, porque hará cosas que los satélites pequeños no pueden hacer en cuanto a capacidad de generación de información durante toda la órbita y con una alta precisión. Entonces, si uno puede ofrecer con arquitectura segmentada un servicio equivalente al de un satélite de 10.000 kilos, en la que si falla algo se lo puede reemplazar y en la que se pueden agregar instrumentos con nuevos satélites, es probable que ahí haya un mercado para exportar, tanto en satélites como en servicios.
“Es responsabilidad de los gobiernos decidir qué es lo que conviene y en su momento se decidió que lo mejor era que la parte de comunicaciones fuera gestionada desde otra dependencia. Se está gestionando de esa forma, como un servicio, con una empresa de telecomunicaciones que tiene satélites pero podría no tenerlos. Y la CONAE no está en el tema”, dice Varotto.
¿Cambió algo en la CONAE al quedar bajo el paraguas del MINCYT?
Es muy difícil comparar con lo que pasó antes. Durante muchos años dependimos del Ministerio de Relaciones Exteriores porque se consideraba que la actividad espacial era una herramienta de política exterior y se usaba realmente como eso. Hoy, en la forma en que se está desarrollando la actividad espacial en el mundo, el lugar natural es el MINCYT. Y el involucramiento del ministro, que es el presidente del directorio de la CONAE, y de los secretarios, lo demuestran.
Si uno mira la política satelital de la última década ve una especie de monstruo de dos cabezas, con el manejo de los satélites científicos en la CONAE y el de los satélites de comunicaciones en ARSAT.
¿Deberían estar juntos?
¿Deberían estar juntos?
Nosotros no hacemos ese tipo de planteos. Originalmente lo estaban. Antes de que se creara ARSAT, los desarrollos para el posible uso de satélites locales los hacíamos en la CONAE, por encargo del mismo secretario que después decidió que pasara a otra dependencia. Es responsabilidad de los Gobiernos decidir qué es lo que conviene y en su momento se decidió que lo mejor era que la parte de comunicaciones fuera gestionada desde otra dependencia. Se está gestionando de esa forma, como un servicio, con una empresa de telecomunicaciones que tiene satélites pero podría no tenerlos. Y la CONAE no está en el tema.
¿Y a usted le gustaría que estuviera? ¿Se podrían generar sinergias?
Ni me gusta ni me deja de gustar. Hay diálogo, está todo en orden.
Hace algunos unos años, durante una presentación que hizo, se refería a cómo un país como la Argentina podía ingresar en la sociedad del conocimiento y planteaba que eso tenía que estar apoyado en grandes proyectos nacionales traccionados por el Estado, porque las empresas no suelen tener recursos ni vocación para hacerlo.
Lo sigo sosteniendo y más para un país como la Argentina.
¿Le parece que eso está pasando ahora?
Bueno, el plan espacial es un buen ejemplo. El CAREM es otro ejemplo en la parte nuclear, este Gobierno lo está manteniendo. Lo que pasa es que hoy en día se habla mucho de un color o de otro.
Le preguntaba por las políticas que se están implementando.
Por experiencia, yo siempre parto de la base de que el que llega la función pública busca el bien común. Se pueden cometer errores, obviamente. Pero si uno explica claramente lo que está haciendo y que contribuye al bien común, va a tener continuidad. Eso es lo que nos ha pasado en la CONAE.
Tiene una extensa trayectoria con muchos reconocimientos, fue el creador de INVAP y desde hace más de 20 años está a cargo de la CONAE. ¿Qué lo motiva hoy en día?
Uno siempre quiere ver realizado todo lo que hace. Obviamente, todo lo que tiene que ver con el plan espacial. Pero lo que quiero es que las nuevas generaciones tomen la posta con la misma filosofía que a mí me enseñaron y que uno trató de transmitir. Sucede algo así en INVAP, donde se está produciendo un recambio generacional, pero tratando de mantener los mismos principios, en la CONAE estamos preparándonos para lo mismo: generar una renovación y que perdure la forma de hacer las cosas