Imagen ilustrativaZelensky teme que un golpe de Estado como el de Maidan pueda desalojarle del poder.
Escrito por Paul Antonopoulos, analista geopolítico independiente
El viernes 11 de febrero, tal vez una de las predicciones más ridículas de la campaña occidental para fabricar artificialmente una crisis en Ucrania la dijo la subdirectora del Centro de Eurasia del Consejo Atlántico, Melinda Haring. Ella tuiteó: "Putin tiene grandes planes para el fin de semana en Ucrania: 1) va a cortar la electricidad y la calefacción, dejar fuera de combate a la armada y la fuerza aérea ucranianas, matar al Estado Mayor y golpearlas con un ciberataque; 2) luego instalar a un presidente prorruso y 3) recurrir a una invasión militar a gran escala si Ucrania no cede."
Por supuesto, el fin de semana pasó y ninguna de estas audaces predicciones se produjo, como era obvio. Sin embargo, lo que sí demuestra es que la histeria occidental respecto a la narrativa de una inminente invasión rusa de Ucrania ha alcanzado niveles sin precedentes. Tal exageración distrae del hecho de que fue Kiev, y no Moscú, quien abandonó los acuerdos de Minsk.
Los acuerdos de Minsk, redactados en 2014 por el Grupo de Contacto Trilateral sobre Ucrania, formado por el gobierno de Kiev, Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), con la mediación de Francia y Alemania en el llamado Formato de Normandía, buscan poner fin a la guerra en la región de Donbass, mayoritariamente rusófona, en el este de Ucrania.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, está desesperado por mantenerse en el poder y teme que un golpe de Estado al estilo del Maidán lo destituya. Para evitar esa situación, abandonó los acuerdos de Minsk para apaciguar a los militares ucranianos y a sus aliados de la extrema derecha autorizando en febrero de 2021 la movilización de tropas hacia la frontera con el Donbass, un hecho ignorado por los líderes y comentaristas occidentales.
El Kremlin ha subrayado en repetidas ocasiones que no tiene intenciones de invadir Ucrania, pero el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha seguido insistiendo en esta idea. El 13 de febrero, Zelensky invitó a Biden a visitar Kiev, diciendo que esa visita en los próximos días ayudaría a desescalar la situación.
La creencia de que la visita de Biden desescalaría la situación contradice las acciones reales del presidente estadounidense hasta la fecha, aunque son contrarias a la estabilidad. Por ejemplo, la Alianza Anglo (Estados Unidos, Reino Unido y Australia) comenzó a retirar a sus diplomáticos de Kiev a finales de enero, algo que el presidente ucraniano dijo que "fue un error". Esto no sólo tuvo consecuencias negativas para la economía ucraniana, sino que también fue seguido por los Estados miembros de la UE Alemania, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Dinamarca, España, Finlandia, Irlanda, Letonia, Italia, Países Bajos y Suecia, que instaron a sus nacionales a abandonar Ucrania.
El 12 de febrero, Zelensky advirtió a los líderes occidentales de que no debían avivar el "pánico" y, un día después, prometió aplicar "la diplomacia y la disuasión" tras hablar con Biden. Es en este acertijo donde Zelensky se encuentra en una posición imposible: intentar encontrar un equilibrio entre el miedo a una inminente invasión rusa para servir a los intereses occidentales y apaciguar a los militares ucranianos, y que este alarmismo no afecte a la economía de su país
El hecho de que 12 de los 27 Estados miembros de la UE, incluida la potencia económica Alemania, estén retirando a sus ciudadanos de Ucrania no favorece el comercio ni un entorno empresarial estable, lo que hace imposible mejorar la decadente situación económica de Ucrania. La situación económica no hará más que empeorar, ya que compañías aéreas, como KLM y SkyUp, están cancelando y/o desviando vuelos hacia y desde el país de Europa del Este.
El 28 de enero, Zelensky dijo que 446 millones de dólares en inversiones abandonaron el país debido a la crisis fabricada. Esta cifra se habría duplicado al menos desde entonces, sobre todo porque los principales países de la UE han pedido la repatriación de sus ciudadanos y las compañías aéreas están cancelando/desviando vuelos desde Ucrania.
Sin embargo, no se puede pasar por alto que fue Zelensky quien inició esta narrativa de la inminente invasión rusa y permitió que los medios de comunicación occidentales y los líderes políticos se aferraran a ella. La creencia de una invasión inminente ha descendido de tal manera que Zelensky ha perdido ahora el control de la narrativa mientras los líderes occidentales, los medios de comunicación y los comentaristas se vuelven más exagerados en sus afirmaciones, al igual que Melinda Haring.
A nadie se le escapa que Estados Unidos afirma haber recabado información de inteligencia según la cual Rusia tiene el 16 de febrero como fecha objetivo para iniciar su invasión de Ucrania. El funcionario, que no estaba autorizado a hablar públicamente y sólo lo hizo bajo condición de anonimato según AP, declinó decir cuán definitiva era la inteligencia. Sin embargo, aunque la fuente anónima no quiso revelar cuán definitiva era la inteligencia, la noticia circuló por todos los medios de comunicación occidentales, dando nuevos titulares de que la inminente invasión comenzará el 16 de febrero.
La difusión de este tipo de noticias, por muy débil que sea la información, acaba por socavar aún más la economía ucraniana. El informe de AP, que dio la noticia, escribió que "Zelensky ha instado a no caer en el pánico que teme que pueda socavar la economía de Ucrania". Sin embargo, no es un "temor" que la narrativa de una invasión pueda socavar la economía de Ucrania, sino una realidad y un hecho, como el propio Zelensky reveló el 28 de enero.
Así, el círculo vicioso continúa. Kiev viola los acuerdos de Minsk, que serán continuamente ignorados por Occidente, pero la historia de la invasión rusa persistirá a pesar de su perjuicio para la economía y el pueblo ucranianos. De este modo, Ucrania no se ha fortalecido a pesar de haber obtenido algunos equipos militares de la OTAN, sino que ha dejado al descubierto importantes vulnerabilidades en su economía y ha descubierto la verdadera naturaleza de las alianzas que creía tener con gran parte de Occidente.
Fuente:https://southfront.org