A casi 110 años de su nacimiento, la Fuerza Aérea Argentina tuvo un rol esencial en el desarrollo tecnológico e industrial del país, además de destacarse por el admirable desempeño de su Personal en Malvinas.
Por José Javier Díaz*
La Aeronáutica Argentina
El nacimiento de la actividad aérea en nuestro país fue posible gracias a un grupo de ciudadanos civiles, encabezado por el Ing. Jorge A. Newbery que -en el año 1908- fundaron el “Aero Club Argentino” (ACA), con el fin de fomentar la instrucción y práctica aérea en globos y aeroplanos en virtud de los múltiples beneficios que tendría esta actividad en el futuro de los pueblos.
En 1911 Italia fue el primer país que empleó aeroplanos con fines bélicos. A la vista de la contundente ventaja estratégica que representó para los italianos el uso de medios aéreos contra los turcos, el entonces Ministro de Guerra de nuestro país, General Gregorio Vélez, impulsó la “Aviación Militar Argentina”.
El 12 de agosto 1912, el Presidente Roque Sáenz Peña creó la “Escuela de Aviación Militar” (EAM), iniciativa que contó con el apoyo del ACA, que aportó material de vuelo, asesoramiento técnico y profesores.
Desde un primer momento la visión y el apoyo de hombres -de la sociedad civil y del Poder Ejecutivo Nacional (PEN)- resultaron determinantes para el nacimiento y consolidación de la Aeronáutica Argentina.
El inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914, significó un salto exponencial para la Aviación de las principales potencias de la época, tanto en lo que hace al diseño y fabricación en masa de diversos modelos de aeronaves como así también en el incremento de sus prestaciones y empleos para diversas tareas. No obstante, para naciones como la Argentina, que carecían de un desarrollo científico-industrial importante, este conflicto bélico evidenció la enorme dependencia de terceros países para importar aeronaves, repuestos y hasta el combustible para volar…
A fin de revertir esta situación, en 1920 el Poder Ejecutivo Nacional creó el “Servicio Aeronáutico del Ejército” y se designó al frente del mismo al entonces Coronel Ingeniero Enrique Mosconi, quien demostró tener visión de estadista al impulsar diversas iniciativas para su consolidación, entre las cuales podemos citar las siguientes: profesionalizar la formación y habilitación del personal aeronáutico; fundar el primer “Gabinete Psicofisiológico” de Sudamérica; crear el “Servicio Aéreo al Sud” (primer correo y posta aérea en la Patagonia argentina); iniciar la exploración y producción de petróleo para asegurar el autoabastecimiento de combustible al fundar Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF); y desarrollar la Aviación Civil y Comercial en Argentina.
Según el Gral. Mosconi, para la Aeronáutica Militar “...en tiempos de paz, debe ser nuestra misión prepararnos para la guerra con el costo mínimo absorbiendo tareas que importen progresos y ventajas económicas para el país”.
Otro hito para la Aviación criolla fue la fundación, en 1927, de la “Fábrica Militar de Aviones” (FMA), la primera de su tipo en la región.
La creación de la FMA sentó las bases para el desarrollo de la industria metal-mecánica de Córdoba, ya que su producción no se limitaba sólo al sector aeronáutico (aviones y motores), también incluyó autos, motos, tractores, etc., favoreciendo la radicación de empresas automotrices extranjeras.
Finalmente, el 4 de enero 1945 se creó la “Secretaría de Aeronáutica”, independizando del Ejército a la actual “Fuerza Aérea Argentina” (FAA).
La Aviación y la Industria Argentina
En lo que hace a la Industria Aeronáutica, durante 1946, el presidente Perón, en su mensaje al Congreso de la Nación, decía que “…la aviación tiene un papel preponderante en la defensa nacional…”, y por eso impulsó el “Primer Plan Quinquenal” para la producción de aviones, motores y repuestos de aviación, entre otros equipamientos, para la aeronáutica civil y militar.
Entre los múltiples logros obtenidos a partir del citado plan quinquenal, la Argentina se convirtió en el octavo país del mundo en diseñar y fabricar un avión a reacción, el “Pulqui”, además de producir materiales y motores aeronáuticos, colocándose a la vanguardia mundial en esa tecnología de punta.
En 1947 se creó el Instituto Universitario Aeronáutico (IUA), donde se forman civiles y militares en carreras de Ingeniería y Ciencias de la Administración.
Dadas las serias restricciones que sufrió nuestra Aviación (civil y militar) en la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Argentina decidió construir una planta para fabricar aluminio, evitando la dependencia del extranjero. Por diversas razones (políticas, militares y económicas), recién en 1974 comenzó la producción industrial de “Aluminio Argentino” (ALUAR).
A fines de la década de 1940, a través del “Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales” (IIAE), la FAA encaró el desarrollo de capacidades científico-tecnológicas en materia de diseño y fabricación de cohetes, la química de sus propulsantes (sólidos), cargas útiles (sensores, seres vivos, etc.), colocando a nuestro país entre los estados rectores en la materia.
En 1965 la Argentina se convirtió en el tercer país del mundo en lanzar cohetes sonda desde la Antártida (Base Vicecomodoro Marambio) y, en 1967, en la cuarta nación en realizar experiencias con animales a bordo de vectores telemetrados. Para 1973 se había logrado una capacidad tecnológica autónoma que permitía colocar cargas útiles hasta los 400Km de altura.
Entre fines de la década de 1970 y principios de la siguiente, la FAA encaró el desarrollo del “Programa de Satelización”, el cual consistía en el diseño y armado del primer “Satélite Argentino Científico” (SAC-A) y en la construcción de una planta destinada a fabricar vectores de mayores prestaciones, dando origen al “Proyecto Cóndor”, vector de uso dual que fue desactivado por las fuertes presiones que recibió nuestro país de parte de EE.UU. y otros países.
Para la misma época, la Industria Aeronáutica mostraba un gran crecimiento y elevado nivel tecnológico. En el sector estatal, la FMA diseñó y fabricó más de 1.500 aeronaves -de uso civil y/o militar- entre proyectos de aviones de ataque, entrenamiento básico y avanzado, transporte, etc.
Por su parte, el sector aeronáutico privado también creció gracias al rol estratégico del Estado que impulsó políticas de desarrollo local de proveedores, el fomento de la actividad de vuelo civil, incentivos a aeroclubes, etc.
El entramado industrial aeronáutico tuvo un desarrollo más que interesante en Argentina y generó puestos de trabajo calificados en diversos puntos del país, destacándose los casos de las firmas bonaerenses Cicaré (fabrica hasta el día de hoy helicópteros de diseño propio) y RACA S.A. (ensambló más de 40 helicópteros Hughes H-500); la sanjuanina Chincul S.A. (fabricó bajo licencia de Piper más de mil aviones de uso civil y obtuvo la licencia de Bell para coproducir los helicópteros B-212 y B-412); la cordobesa Aero Boero (fabricó más de 400 aeronaves de diseño propio para uso civil y aeroaplicadores), etc.,
Como vemos, nuestro país no sólo producía aviones sino también helicópteros, motores aeronáuticos, armamento (misiles, cohetes, bombas), municiones, paracaídas, sistemas y componentes de aeronaves, neumáticos de uso aeronáutico, etc., tanto para satisfacer la demanda doméstica como así también para la exportación a otros países.
Malvinas, el bautismo de fuego
El 2 de abril de 1982 la Argentina recuperó la soberanía de nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, tras casi un siglo y medio de constantes reclamos diplomáticos al Reino Unido, incluso avalados por la ONU.
La planificación y ejecución de la “Operación Rosario” -tal como se denominó dicha acción militar conjunta- fue impecable, a tal punto que la rendición de los súbditos de la corona -tanto del Gobernador como de las tropas inglesas- se concretó sin haberles provocado ninguna baja (ni heridos ni muertos).
La Guerra de Malvinas significó el Bautismo de Fuego (primer empleo bélico) de la Fuerza Aérea Argentina. A lo largo de los 74 días que duró el conflicto, la FAA perdió más de 60 aeronaves de diversos Sistemas de Armas (SdA) y 55 hombres (36 Oficiales Aviadores, 14 Suboficiales y 5 Soldados).
Las operaciones aéreas que llevó a cabo la FAA durante el conflicto austral permitieron el traslado de más de 5.500 toneladas de carga y 10.500 efectivos entre las Bases en el continente y las Malvinas; el ataque y hundimiento de seis buques ingleses (un destructor, dos fragatas, un buque de desembarco de tropas, un lanchón y un buque tanque) además de afectar con daños de diversa gravedad a otros quince buques de la Royal Navy; brindar apoyo de fuego a las tropas argentinas; operaciones de bombardeo y reconocimiento armado; misiones de ayuda a la navegación y engaño con aviones requisados a operadores civiles (Escuadrón “Fénix”); el control y monitoreo del espacio aéreo con radares, patrullas aéreas y sistemas de defensa antiaérea; etc.