Un desastre para la Armada nórdica y todo un espectáculo mediático. Los noruegos pudieron seguir en directo a través de los principales medios del país, el hundimiento de la fragata Helge Ingstad.
Horas después de que la Marina asegurara que el barco militar, construido en la primera década de este siglo en las gradas de Navantia Ferrol, se encontraba «estable y bien asegurado», este desaparecía casi completamente bajo las aguas.
Finalmente, los trabajos realizados para estabilizar el buque, con un enorme boquete en su casco, tras su colisión la madrugada del 8 de noviembre pasado con el petrolero ST Sola al norte de Sandvika, al finalizar unos ejercicios de la OTAN trident juncture 2018 organizados en aquel país, resultaron baldíos.
Y a pesar de que se logró enderezarla y apuntalarla a tierra, al final sucedió, como titulaban los medios, «lo inevitable», con un buque que pesa 5.000 toneladas. Los cables y sujeciones cedieron durante la noche, dando un vuelco al final de este episodio.
Y es que si bien tras el accidente, la Marina aseguró que se trataba de una operación «compleja», lo cierto es que la situación parecía controlada. Se hablaba de evitar que el barco sufriera más daños y de impulsar los trabajos para su traslado y reparación. Es más, según los medios, dos grúas se dirigían en el momento del hundimiento hacia el lugar para levantar este activo fundamental de la Armada, como paso a estudiar su traslado. Añadían además que aún podrían quedar armas a bordo.
La principal base de la Armada noruega, Haakonsvern, a unos 50 kilómetros del punto adonde fue llevado el barco tras el impacto, parecía la opción más viable. Aunque no tardaron en apuntarse otras alternativas, dado que las instalaciones solo disponen de un dique y que, dada la envergadura de los daños, quedaría hipotecado durante años.
Nuevo escenario
En estas condiciones, la alternativa de transportarlo al astillero ferrolano, dada la capacidad del personal y sus medios en el área de reparaciones, ganaba peso. Y más teniendo en cuenta que Navantia cuenta con personal en Noruega para el mantenimiento y ciclo de vida de las cinco fragatas construidas en Galicia. Pero los últimos sucesos lo cambian todo.
Y disparan tanto la dificultad como el coste de reflotar el barco, valorado en unos 400 millones de dólares.
Mientras, sigue adelante la investigación para esclarecer las causas que provocaron el siniestro. Y la Administración Costera coordina la limpieza del crudo vertido en el mar. Se habrían recogido ya 13 metros cúbicos, aunque la fuga aún no habría sido contenida del todo.
Fuente:lavozdegalicia
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