Hasta ahora, las armaduras del Pentágono se han diseñado pensando en el hombre. Los equipos de combate que vistieron las mujeres del ejército en Afganistán e Irak no se adaptaban a sus curvas, especialmente al tamaño del torso, ni protegían bien sus genitales (los ovarios se sitúan por encima de los testículos y el pene).
Toda la parte baja de mi pelvis quedaba expuesta” explicó a Motherboard la sargento de primera clase Elana Duffy, que sirvió a la inteligencia entre 2003 y 2013. La armadura actual protege a las mujeres contra disparos, pero no contra explosiones. Los llamados “artefactos explosivos improvisados” han venido aumentando la probabilidad de que los soldados sufran lesiones en sus genitales, a menudo quedando estériles.
A pesar de esta desprotección, las mujeres ya prestan servicio en todas las ramas militares de los Estados Unidos. El Pentágono estaba tardando en tenerlas en cuenta para el diseño de su próximo equipo de combate. Y así ha sido, por fin.
El equipo cuenta con un nuevo chaleco, que sustituye al Improved Outer Tactical Vest que entró en servicio en el año 2007. Tiene un nuevo diseño que provee de una mayor protección, reduce su peso y elimina algunos componentes para ofrecer más movilidad. Los elementos del torso ya no se subirán hasta los hombros en el caso de las mujeres con más pecho. El sistema se conoce como Torso and Extremity Protection.
En cuanto a la protección de la pelvis, el Pentágono está desarrollando unas protecciones conocidas informalmente como “pañales de combate”. No son un invento nuevo, pero hasta ahora los soldados se quejaban de que resultasen incómodos durante las patrullas e irritasen la piel de las zonas sensibles. El nuevo Blast Pelvic Protector es una prenda exterior conectada directamente a la armadura, de manera que nunca roza con la piel.
Una camiseta de combate con protección balística y un casco completamente rediseñado completan el nuevo equipo de combate, que no estará listo hasta 2019.
“A veces el cambio es demasiado lento, especialmente en áreas tan críticas como chalecos antibalas para nuestras tropas en combate” explicó la congresista Tammy Duckworth, ex piloto de la Fuerza Aérea y una de las primeras mujeres que sufrieron una amputación de las dos piernas en combate. “Sin duda, en parte es algo cultural, pero creo que es sobre todo burocrático” añadió, haciendo referencia al rechaz al cambio que tienen algunos soldados cuando se trata de su vestimenta.
Más allá de la armadura, el Secretario de Defensa anunció en enero que iniciarían un programa piloto de dos años para congelar el esperma y los óvulos de sus soldados antes de los despliegues en zonas de guerra. El banco de óvulos, cuyo objetivo principal es mantener a las mujeres en el ejército, empezará a funcionar esta primavera.
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