Tenso compás de espera en la cuenca del Donets. La repentina escalada de la tensión entre Kiev y Moscú no ha se traducido por el momento en un aumento de los combates entre fuerzas ucranianas y separatistas prorusos en la región de Donbass. No obstante, los soldados se preparan para lo peor. Desde el jueves pasado, por orden del presidente ucraniano Petro Porosenko, todas las fuerzas, tanto en la frontera con Crimea como en la línea de separación con los rebeldes en el este del país, se mantienen en alerta máxima de combate. “Básicamente nada ha cambiado, aunque nos preparamos mentalmente para algo importante, con una mayor implicación de nuestra parte”, afirma un soldado.
El viernes se escucharon explosiones cerca de la ciudad de Marinka, también en la región de Donbass, pero los vecinos aseguran que no es nada fuera de lo normal. “Hay explosiones a diario y cada tarde salimos con los niños. Estamos acostumbrados. No, ya no tenemos miedo”, dice una mujer, que pasea por una calle casi desierta con sus hijos.
La tensión se disparó súbitamente esta semana cuando el FSB ruso, antiguoKGB, acusó a Ucrania de haber enviado a Crimea grupos armados para llevar a cabo sabotajes. En un vídeo difundido por Rusia se puede ver a los presuntos terroristas confesando ante las cámaras la misión que se les había encomendado, así como los explosivos que, según se asegura en el vídeo, iban a utilizar. Dos días después, Moscú anunció el despliegue en Crimea de una batería antimisiles y Ucrania movilizó a sus tropas en torno a la frontera.
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