La publicación británica The Telegraph informó que, en 2017, la Fuerza Aérea del Reino Unido planea bombardear Siria de manera más intensiva.
Lo representa como un golpe al grupo terrorista Daesh —prohibido en Rusia y otros países—, pero el país soberano nunca ha invitado a los pilotos británicos a su territorio, escribe Alexandr Jrolenko, columnista de RIA Nóvosti. Ningún tratado internacional regula ni justifica ataques aéreos sobre el territorio sirio por parte del Reino Unido. El propio Telegraph afirma: "Con la caída de Alepo, Occidente ha perdido el control sobre Oriente Próximo, y esta pérdida lo perseguirá durante décadas".
Pero, ¿para qué tanto drama? Rusia y otros aliados de Siria actúan de manera legítima (a petición del Gobierno legítimo), derrotando a los terroristas. Lo que realmente le preocupa a Londres es el oleoducto desde el golfo Pérsico a Europa Occidental, que ya no se podrá construir en Siria, por lo que tendrá que comprar hidrocarburos de Rusia durante años y años, explica el periodista.
Probablemente, los planes del Reino Unido para Siria son poco más que una parte de la estrategia de 'contención de Rusia' en el amplio frente geopolítico. El ministro de Defensa del país, Michael Fallon, cree que Moscú está ejerciendo presión sobre Europa, Oriente Próximo y el Ártico. Por lo tanto, el Reino Unido se compromete a colocar cazas en Rumania, participar en la formación del batallón británico-franco-danés en Estonia y enviar un regimiento a Polonia.
Por lo tanto, la activación de las Fuerzas Armadas británicas en Siria en 2017 puede ser dirigida no tanto contra Daesh, sino más bien en contra de la creciente influencia de Rusia en Oriente Próximo y el mundo, opina Jrolenko.
En el verano de 2016, una comisión especial llegó a la conclusión de que la administración del Estado, encabezada por el primer ministro británico, Tony Blair, cometió un error al iniciar la invasión de Irak en 2003. Más tarde, el primer ministro, David Cameron, autorizó a sus Fuerzas Aéreas a participar en los ataques de la coalición bajo mando estadounidense, a pesar de oponerse el Parlamento a la intervención. En 2015, el Parlamento británico sancionó la participación del Reino Unido en las operaciones militares en Siria.
Mientras tanto, esta política imperialista está acompañada por el correspondiente 'cóctel' de sanciones antirrusas, fobias y mentiras épicas, añade Jrolenko. Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, ha acusado a Rusia de prolongar la guerra de Siria, y el miembro del Parlamento Andrew Mitchell ha comparado las acciones de Moscú con el ataque de aviones nazis en la ciudad española de Guernica en 1937.
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