La revista estadounidense 'The National Interest' ha confeccionado una clasificación con las cinco mejores armas que China ha copiado a Rusia y Estados Unidos.
Cuando en 1949 se fundó la República Popular de China, se hizo patente que su Ejército no tenía la capacidad para competir contra Estados Unidos o la Unión Soviética a la hora de producir tecnología militar avanzada. Robert Farley, profesor de la Escuela Patterson de Diplomacia y Comercio Internacional de la Universidad de Kentucky (EE.UU.), sugiere en la revista 'The National Interest' que, en ese momento, el gigante asiático no tuvo otro remedio que adquirir o robar nuevas armas y tecnologías.
Así, en la década de los 50 los suministros militares de la URSS ayudaron a remediar esta 'brecha' en la defensa de China, mientras que las transferencias de recursos estadounidenses y europeos ayudadon en los años 70 y 80. A pesar de todo, la Revolución Cultural del país sofocó las investigaciones científicas y dejó a los militares chinos en una posición muy atrasada.
Como consecuencia de ello, Robert Farley indica que China ha complementado las transferencias legítimas y la innovación nacional con el espionaje industrial y que el país ha establecido como costumbre hurtar tecnologías bélicas de Rusia y EE.UU. Para confirmar su hipótesis, este especialista pone cinco ejemplos.
Avión de caza J-7, copia del MiG-21 soviético
En 1961, cuando las tensiones entre la URSS y China alcanzaron un punto álgido, los soviéticos transfirieron a los chinos algunos planos y componentes de su nuevo caza MiG-21, con el objetivo de solventar parte de sus diferencias y sugerir que "la cooperación entre los gigantes comunistas seguía siendo posible", según explica Farley.
Sin embargo, esa maniobra no funcionó, las fricciones entre la URSS y China fueron en aumento y los ingenieros chinos desarrollaron su J-7 —F-7 en su variante para exportar—, una copia casi exacta a partir de esos esquemas y materiales del MiG-21 que, incluso, llegaron a vender directamente a Washington con el objetivo de que sus pilotos entrenaran para combatir a los soviéticos.
J-11, el Sukhoi Su-27 chino
El colapso de la Unión Soviética en 1991 marcó un deshielo en las relaciones rusochinas, debido a que Rusia ya no tenía fuertes razones para oponerse a que los chinos adquirieran una tecnología militar avanzada. Además, el enorme complejo industrial militar soviético necesitaba clientes, ya que las adquisiciones para el Ejército nacional casi se redujeron a cero.
En consecuencia, en la década de los 90 Pekín recibió muchas armas rusas, entre las que destacaron la venta y transferencia de tecnología de producción, bajo licencia, del cazabombardero Su-27 Flanker, que en ese momento era el caza polivalente más potente del mundo.
Sin embargo, las buenas relaciones entre Rusia y China no pudieron prevenir lo que sucedió después. A pesar de que aún se discuten los detalles, los especialistas rusos afirman que los chinos no respetaron los términos del acuerdo casi de inmediato, debido a que instalaron su propia aviónica en esas aeronaves.
Los chinos también comenzaron a desarrollar un clon de la versión embarcada de estos aviones —Su-33, según la designación rusa—, una maniobra que supuso una violación directa de los términos del contrato.
Cazabombardero furtivo J-31, el F-35 estadounidense
Incluso antes de que las filtraciones de Edward Snowden revelaran el espionaje industrial de China, los analistas estadounidenses ya sospechaban que ese país les estaba robando información sobre el caza multifuncional estadounidense más avanzado: el F-35.
Esa posible realidad se hizo evidente cuando se conoció más información sobre el nuevo caza furtivo chino J-31, que se parece demasiado a una versión bimotor del modelo norteamericano. Así, a pesar de que no dispone de gran parte de su aviónica avanzada, a la hora de exportar unidades el J-31 podría competir con el Joint Strike Fighter.
Vehículos aéreos no tripulados
En 2010, China quedó bastante retrasada respecto a EE.UU. en cuanto a la tecnología de vehículos aéreos no tripulados. Sin embargo, los chinos han logrado fabricar drones capaces de competir con sus análogos norteamericanos en el mercado internacional de armas.
"¿Cómo se han puesto al día tan rápido los chinos?", se pregunta de manera retórica 'The National Interest'. De acuerdo con la información que maneja Washington, los 'hackers' chinos se apropiaron de la tecnología necearia a través de varias fuentes, incluidas compañías del Gobierno estadounidense y empresas privadas —como General Atomics— involucradas en la producción de estos dispositivos.
El autor del texto indica que una prueba de estas sospechas es que los nuevos vehículos aéreos no tripulados de China se parecen mucho a los de EE.UU., tanto por su forma como por su rendimiento.
Tras la guerra de Vietnam, el Ejército de Estados Unidos decidió una inversión notable para 'dominar la noche'. Los trabajos en ese campo se tradujeron en grandes avances en la tecnología de visores nocturnos, hasta fabricar equipos que permitieron a soldados, vehículos blindados y aviones luchar en la oscuridad. Esos materiales otorgaron a EE.UU. una gran ventaja en varios conflictos a partir de la década de los 80.
China está tratando de poner fin a esa superioridad y ha dirigido algunos de sus esfuerzos hacia la adquisición y la reproducción de la tecnología de Estados Unidos en ese ámbito. Esas tareas incluyen tanto la piratería informática de la información como la realización de operaciones de espionaje 'clásicas', en las que empresarios chinos adquieren de compañías estadounidenses y de manera ilegal tecnologías cuya exportación está prohibida por el Estado.
Conclusiones
Conclusiones
Estados Unidos ha aumentado su agresividad para tratar de detener el espionaje industrial de China y aplica medidas que incluyen acusaciones a oficiales del Ejército chino o amplias represalias contra firmas de ese país. Sin embargo, en función de sus abundantes contactos comerciales, resulta prácticamente imposible detener el flujo de tecnología.
Por otra parte, China ha desarrollado una fuerte economía, que se basa en sus propios avances tecnológicos. Como consecuencia de ello, Robert Farley vaticina que, algún día, el gigante asiático podría sufrir espionaje por parte de otros países.
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