La Fuerza Aérea de Brasil (FAB) tiene en tierra más de la mitad de su flota de aeronaves, debido a los recortes presupuestos realizados por el anterior Gobierno Federal de la presidente Dilma Roussef.
A día de hoy, de los 600 aviones existentes en la flota que cumplen diferentes tipos de misiones, apenas 250 están listos para su empleo, es decir, el 41 por ciento del total. Otro grave problema es la continua reducción en las horas de vuelo totales disponibles para la Fuerza Aérea.
A día de hoy, de los 600 aviones existentes en la flota que cumplen diferentes tipos de misiones, apenas 250 están listos para su empleo, es decir, el 41 por ciento del total. Otro grave problema es la continua reducción en las horas de vuelo totales disponibles para la Fuerza Aérea.
En 2016, los pilotos tienen a disposición una cuota global de 100.000 horas, muy por debajo del mínimo necesario para mantener el funcionamiento de la fuerza aérea en su conjunto (150.000 horas/año). En 2015, este cuota ya se había reducido a 130.000 horas.
El comandante de la Fuerza Aérea, brigadier del aire Nivaldo Rossato, aseguró en una entrevista a la prensa brasileña que el aumento del dólar (cambio) y el precio del queroseno de aviación son dos factores que "afectan enormemente" al presupuesto de la institución.
Esta reducción ya está teniendo un impacto directo en la formación de pilotos, en las tareas de reabastecimiento en zonas fronterizas del Amazonas y en unidades aisladas, en el trasporte de autoridades, en las emergencias médicas y hasta en la atención a los indios.
Rossato también advirtió que los recortes presupuestarios han afectado el sistema de control del tráfico aéreo en el país. A este respecto, la suspensión, por razones económicas, de la operación de cinco radares meteorológicos en los puntos estratégicos del país se revirtió después de la movilización masiva de la sociedad brasileña.
A medio plazo, si hechos como éste se repiten, la modernización del equipo podría comprometerse debido a la falta de las inversiones necesarias.
Según el militar, cuando el presidente Michel Temer asumió el cargo, se estableció un partida presupuestaria para la Fuerza Aérea “pero todavía estamos muy por debajo de lo que necesitamos para mantener la formación del personal y los programas de modernización de equipos”.
Recortes presupuestarios
La FAB deberá acudir al Tribunal de Cuentas (TCU), de acuerdo con su comandante, para solicitar que el órgano suprima la orden que permite hacer recortes en este sector por su importancia estratégica. Cabe destacar que el TCU tiene un papel clave en la gestión del presupuesto del Gobierno brasileño.
Desde la crisis conocida como Apagao Aereo, hace diez años, se prohibió establecer recortes a los recursos destinados al control del tráfico aéreo. Sin embargo, en 2011 esta regla se eliminó y el sector volvió a sufrir los recortes.
"Entendemos que estos recursos deben recuperarse en el año 2017", dijo, haciendo hincapié en que "la responsabilidad es del comando de la Fuerza Aérea, pero las consecuencias negativas si la tendencia no se revierte aparecerán en cualquier momento".
La FAB es responsable de 22 millones de kilómetros cuadrados de tráfico aéreo, 10 millones situados en el Atlántico Sur. En 2015, la FAB gastó 358,35 reales por kilómetro cuadrado, lo que significa un gasto de menos de 1 real por kilómetro cuadrados al día. Para los Juegos Olímpicos de 2016, sin embargo, el comandante de la Fuerza Aérea de Brasil informó que no habrá ningún problema en el tráfico aéreo o de defensa aérea, como resultado de estos recortes.
Accidentes
Junto con los problemas presupuestarios, la Fuerza Aérea tiene que convivir con accidentes operacionales en los últimos meses. El pasado 5 de julio, un biplaza supersónica F-5FM se accidentó en la Base Aérea de Santa Cruz.
Aparentemente, esta aeronave podrá volver a volar debido a que los daños no fueron considerados graves. El día 28 del mismo mes, un turbohélice de entrenamiento biplaza turbohélice T-27 Tucano de la Academia de la Fuerza Aérea también se estrelló.
El avión hizo un aterrizaje de emergencia en Pirassununga, con la pérdida total de material. En ambos casos, los conductores consiguieron escapar con heridas leves.
La escasez de cazas F-5FM biplaza y el anunciado fin de la vida útil de dos T-27 de la Academia son dos puntos preocupantes en la planificación futura de la Fuerza Aérea que estos accidentes han puesto de relieve.
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