Desde desarrollos militares hasta avances en materia de salud, ¿por qué es clave este instituto y cuáles son sus próximos proyectos?
"Cuando llegué acá, se habían suprimido muchísimos proyectos, reducido el personal y el dinero para investigación", dice Bolcatto, actual presidente de CITEDEF. Foto: Fernando Calzada.
Después de un año marcado por la pandemia, quedó evidenciada la necesidad de contar con científicos y un fortalecido sistema de investigación, y, en ese marco, la Defensa no es un área ajena a esta realidad. Durante una entrevista con DEF, el doctor Pablo Bolcatto, actual presidente de CITEDEF, el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa, habló de la importancia de poder consolidar el organismo con el objetivo de avanzar en la producción y, de esa manera, dar pasos concretos en la recuperación de capacidades.
-Asumió y, días después, llegó la pandemia. ¿Cómo fue gestionar durante este contexto un instituto que venía acéfalo?
-Nos tocó gestionar lo inesperado. Después de varios años, hubo que organizar un montón de cuestiones internas. El propio leimotiv de CITEDEF, como instituto de investigación para la defensa, hace que sea de carácter experimental. La presencia en los laboratorios y en los distintos talleres es la columna vertebral. La no presencialidad lesionó eso. En este contexto, se hizo todo un poco más difícil. No obstante, pudimos sostener proyectos, tanto nuevos como ya encaminados, con las Fuerzas Armadas.
-¿Cómo encontró CITEDEF?
-Cuando llegué, me encontré con un instituto al que había que “emparchar”. Además de la acefalía, se habían suprimido muchísimos proyectos, reducido el personal y el dinero para investigación. CITEDEF, antes CITEFA, es uno de los organismos fundacionales de la investigación científica en Argentina. Con 67 años, es, por ejemplo, anterior al CONICET y contemporáneo a la CONEA. El valor profesional de los investigadores, desarrollistas y administrativos del instituto es altísimo. Solo por eso, sobrevivió. Sin embargo, los trabajadores estaban frustrados. Históricamente, habían sido partícipes de varios proyectos, pero estaban limitados. Hubo que recomponer varias situaciones, incluso desde el punto de vista humano.
El proyecto VENT: este dispositivo no reemplaza al respirador, pero ventila a la persona y libera al intensivista. El prototipo, aún no está aprobado por la ANMAT. Foto: Fernando Calzada.
-¿De dónde provienen los científicos y recursos humanos del instituto?
-Contamos con investigadores, desarrollistas y técnicos de apoyo. Además, están quienes sostienen la administración. Tenemos nuestro propio presupuesto, un predio de 6 (seis) hectáreas y dependencias en Villa María, y en Río Gallegos. Tenemos ingenieros, doctores en Física, en Química, biólogos, técnicos operarios de máquinas y mecánicos de artillería. Ellos provienen, esencialmente, de todo el sistema de educación público argentino. También, participan militares, pero no como empleados del instituto, sino que son personas que las FF. AA. designan y destinan al trabajo de proyectos en común porque hay especificidades particulares que hacen que sea necesaria su presencia.
-¿Tienen vínculo con el ámbito académico?
-Esa es otra de las cosas que hubo que recuperar. Este año, retomamos ese tipo de convenios: comenzamos con uno con la Universidad de la Defensa, en particular con la Facultad de Ingeniería del Ejército. De hecho, muchos de sus egresados son, luego, empleados de CITEDEF. Incluso, algunos trabajadores son también profesores ahí.
En el presente, contamos con 300 profesionales que están bajo un régimen especial, el del personal de investigación y desarrollo de las FF. AA. (RPIDFA). Además, el régimen tiene formas de ingreso, clasificaciones, jerarquías y evaluaciones periódicas. Afortunadamente, este año conseguimos quebrar una tendencia: pudimos lograr el ingreso de algunos jóvenes investigadores. Hacía cuatro años que no se hacía.
DESARROLLOS PRESENTES Y FUTUROS
-¿El FONDEF tendrá impacto en CITEDEF?
-Uno de los principales puntos del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico es la valorización del conocimiento del ambiente científico y técnico. Esto va a representar un beneficio económico concreto, no solo porque intentamos que el desarrollo de prototipo pase a producción –lo que va a impactar en el entramado productivo nacional con el desarrollo de proveedores o contratos con pymes—, sino que, además, va a generar un movimiento interno en la economía. Se puede pensar en la sustitución de importaciones y, en algunos casos, en la creación de capacidades.
Bolcatto sostiene que, en el caso de algunos de los proyectos en curso, "se puede pensar en la sustitución de importaciones, y hasta en la creación de nuevas capacidades". Foto: Fernando Calzada.
-En ese caso, ¿priorizarían algún proyecto?
-Ahora, el país está en un proceso de modernización del TAM. Una de las cosas que va a necesitar ese proyecto es un subcalibre, porque cada disparo del tanque es costoso. Por eso, a la hora de entrenar, hay que evaluar cada disparo. Eso se puede solucionar con este dispositivo. El entrenamiento es el mismo, pero la munición es más accesible. Este desarrollo, por parte de nuestros ingenieros, es una de las propuestas. Por supuesto que se podría importar, pero también se puede realizar acá y a menor costo. Con un intangible: uno adquiere ese conocimiento. También, hay que generar la línea de producción, que lleva su tiempo. Es un círculo virtuoso: desde la propia generación del conocimiento hasta la propia concreción productiva.
-¿Tiene muchas expectativas para este año?
-Si. Quizá los logros alcanzados son menos de los que esperaba, pero sí se avanzó, teniendo en cuenta que este instituto es de carácter experimental y que todavía no hemos tenido los laboratorios a pleno funcionamiento por la pandemia. Por ejemplo, en el marco del eclipse de sol, un grupo de CITEDEF participó con otros institutos de investigación, como el Servicio Meteorológico Nacional, del proyecto “Eclipse Solar 2020”. Fueron a Valcheta, Río Negro, para poder montar distintos experimentos que midieron, entre otras variables, la electricidad atmosférica, la radiación y la temperatura. Además, se evaluó qué instrumentos podrían ir sobre drones para tomar medidas en vertical antes, durante y después del fenómeno.
También, en San Luis, se llevó adelante la evaluación técnico operacional del Sistema de Lanzadores Múltiples CP-30, un proyecto que se incorpora al patrimonio del Ejército. Además, se hizo entrega de otro proyecto que tenía algunos años, unos dispositivos de carga hueca para desmilitarizar (dar un destino final a munición que ya no puede ser usada) y, además, estamos por hacer, junto con el SMN, unas cajas de registro y de transmisión de datos para estaciones meteorológicas inhóspitas. Están automatizadas y no requieren de un operador.
El laboratorio de CITIDEF es especialista en muchos de estos insectos. Por eso, a requerimiento del Ministerio de Salud, realizó distintos análisis de larvicidas e insecticidas para evaluar si podían ser utilizados en la campaña contra el dengue. Foto: Fernando Calzada.
-¿Qué otros proyectos se destacan?
-Por ejemplo, uno de acumulación de energía destinado a lugares donde no se genera de forma tradicional. También hemos presentado uno de lucha contra el hambre, porque tenemos un grupo de químicos que trabajan sobre raciones livianas y nutritivas para el combatiente, lo cual tiene un uso dual.
Un poco más cerca, hemos recuperado el vínculo con la Organización Mundial de la Salud y con la Organización Panamericana de la Salud, porque el Centro de Plagas e Insectos (CEPIN) era un referente y colaborador de las dos organizaciones. En ese contexto, hay un proyecto que busca producir unos papeles impregnados con repelente e insecticida con el fin de evaluarlos. Eso, que parece simple de hacer, solamente lo hacía un laboratorio en Malasia. Gracias a este vínculo, el CEPIN va a ser el laboratorio de la región que los hará.
EL TRABAJO DE CITEDEF EN PANDEMIA
-En el marco de la emergencia sanitaria, ¿tuvieron alguna actividad particular?
-Si, tuvimos algunas participaciones. Una fue de respuesta rápida: nos propusimos avanzar en las máscaras requeridas como insumos. Fue un diseño seguro que pudimos concretar rápidamente con impresoras 3D. También participamos del Comité de Emergencia que se conformó dentro del Ministerio de Defensa apenas comenzó la pandemia. Allí, confeccionamos un informe de datos que se presentó todos los días. Fue una tarea que permitió contar con información para poder tomar las decisiones necesarias en el marco de la operación “General Belgrano”.
Los cañones y el desarrollo de armas para el sistema de Defensa, son algunos de los desarrollos del instituto. Foto: Fernando Calzada.
Por otro lado, trabajamos en un ventilador mecánico: el proyecto VENT. No reemplaza al respirador, pero ventila a la persona y libera al intensivista. El prototipo fue presentado a las direcciones generales de las Fuerzas que ya evaluaron que puede tener usos potenciales más allá de la emergencia sanitaria generada por el COVID-19. Por ejemplo, en un lugar inhóspito, como un campo de batalla, y en lugares donde no hay hospitales, uno con ese aparato puede dar asistencia tanto a infectados como a traumatizados. De hecho, en la Antártida, cada base podría tener uno de estos aparatos.
-No es la primera vez que trabajan en apoyo a salud…
-Históricamente, en una guerra, los insectos –al ser vectores de enfermedades– mataron más personas que las balas. Por eso, estudiarlos es esencial. Nuestro laboratorio es especialista en muchos de estos insectos, en particular del Aedes Aegypti. Por eso, a requerimiento del Ministerio de Salud, estuvimos haciendo distintos análisis de larvicidas e insecticidas para evaluar si podían ser utilizados en la campaña contra el dengue. Este trabajo también forma parte del compromiso que tiene el personal del instituto con la Nación ante una necesidad. Son científicos al servicio del país, claramente.
Fuente:infobae
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